Reflexión Motivacional – Pentecostés 2025: Año Jubilar "Peregrinos de la Esperanza"
“Un nuevo Pentecostés para un mundo que espera”
Hemos caminado como Iglesia, día tras día, en esta Novena al Espíritu Santo, invocando sus dones, frutos y carismas, preparándonos con esperanza para celebrar la gran fiesta del Fuego y la Misión: Pentecostés. En este Año Santo Jubilar, el Espíritu nos invita a redescubrir lo que somos: Peregrinos de la Esperanza.
El Bautismo fue nuestra primera unción: allí se encendió en nosotros la chispa del Espíritu. Fuimos sellados como hijos del Padre, miembros del Cuerpo de Cristo y templos del Espíritu Santo. Cada gota de agua sobre nuestra cabeza fue semilla de eternidad. Pero no se quedó allí.
La Confirmación fue nuestra unción de fuego. El mismo Espíritu que descendió sobre los apóstoles descendió sobre nosotros. Nos dio valentía, nos capacitó con sus dones y nos envió al mundo como testigos. No para vivir escondidos, sino para hablar en todas las lenguas del amor, la justicia, la misericordia y la verdad.
La unción que recibimos no fue solo ritual. Fue marca de eternidad. Fue el aceite perfumado que nos distingue, que nos consagra, que nos lanza al mundo con una identidad nueva. Somos los ungidos de este siglo. Somos los llamados a encender la llama donde hay oscuridad.
Y con esa unción viene la misión. Pentecostés no es el final, es el principio. Es la hora de salir de nuestros “cenáculos cerrados”, de nuestras comodidades, y abrirnos al viento fuerte del Espíritu. No somos turistas espirituales, ¡somos misioneros del Reino! Cada comunidad, cada parroquia, cada familia, cada joven, cada bautizado, es llamado a encender un nuevo Pentecostés en su entorno.
Hoy el mundo necesita testigos, no solo creyentes. Necesita hombres y mujeres con olor a Evangelio, con fuego en el corazón, con palabras vivas y manos extendidas. Hoy, más que nunca, el mundo clama por esperanza. Y esa esperanza no es una idea, tiene un nombre: Jesucristo resucitado, y un aliento: el Espíritu Santo.
Por eso, en esta Vigilia y Solemnidad de Pentecostés,
digámosle con corazón ardiente:
¡Ven, Espíritu Santo! Renueva nuestros corazones. Renueva nuestra Iglesia.
Renueva el mundo. Haz de nosotros instrumentos de esperanza. Que cada uno de
nosotros viva un nuevo Pentecostés, hoy, aquí, ahora.
Amo a Jesús! Gracias PADRE.
Página web desarrollada con el sistema de Ecclesiared