Miércoles V Semana de Pascua – 21 de mayo de 2025
Permanezcan en mí y darán fruto abundante
Mi boca, Señor, se llene de alabanzas, para que pueda cantarte; y así mis labios se llenarán de júbilo. Aleluya. Sal 70, 8.23
Lecturas del día:
1. Un momento decisivo para la comunión eclesial
La primera lectura de hoy nos sitúa en uno de los momentos más delicados y fundacionales de la Iglesia primitiva: el Concilio de Jerusalén. Surge una controversia entre algunos cristianos provenientes del judaísmo que exigían a los conversos gentiles la circuncisión, según la ley mosaica. El texto de los Hechos de los Apóstoles 15,1-6 muestra cómo la comunidad no se fragmenta, sino que se reúne para discernir unidos el camino del Evangelio.
Este pasaje nos recuerda que la comunión eclesial no es uniformidad, sino unidad en la diversidad, fundada en la escucha mutua, el respeto y la guía del Espíritu Santo. Pedro y los apóstoles no toman decisiones apresuradas, sino que escuchan, dialogan y acogen la acción del Espíritu. ¡Qué lección tan necesaria para nuestro tiempo! Cuando surgen divisiones, debates o tensiones dentro de la Iglesia, estamos llamados a vivir la sinodalidad como estilo eclesial: caminar juntos, discerniendo con humildad, como en Jerusalén.
Este Año Santo Jubilar es una invitación especial a renovar nuestra comunión con la Iglesia, con sus pastores y con los hermanos. En un mundo polarizado, la Iglesia debe ser signo de unidad, hospitalidad y reconciliación.
2. Vayamos con alegría al encuentro del Señor
El Salmo 121 expresa la alegría del peregrino que sube a Jerusalén, la ciudad santa. En este tiempo pascual y jubilar, nosotros también somos peregrinos, llamados a subir con esperanza al encuentro del Señor que vive y reina. La alegría de este Salmo no es superficial, sino que nace de la certeza de que Dios está en medio de su pueblo, sosteniendo sus pasos.
Esta alegría pascual es la que debe caracterizar nuestra vida cristiana: no una existencia resignada o triste, sino llena de gozo, porque sabemos que el Resucitado camina con nosotros. Como dice el Papa Francisco: “El cristiano no puede ser pesimista, tiene una esperanza en su interior, que se llama Jesucristo”.
Este miércoles es una ocasión propicia para preguntarnos: ¿camino mi vida con la alegría del Evangelio? ¿Soy un peregrino que contagia esperanza o un viajero cansado y sin rumbo?
3. Permanecer en Cristo para dar fruto
El Evangelio de Juan 15,1-8 nos ofrece una de las imágenes más profundas del misterio cristiano: Jesús es la vid verdadera, y nosotros los sarmientos. La vida del cristiano no es otra cosa que vivir injertado en Cristo, alimentado por su savia, su gracia, su palabra. Separados de Él, no podemos hacer nada.
Este pasaje nos recuerda que la fecundidad de nuestra vida no depende de nuestras capacidades o esfuerzos, sino de nuestra permanencia en Cristo. “Permanezcan en mí y yo en ustedes”, dice el Señor. Es un llamado a la oración constante, a la intimidad con Él, a vivir una vida sacramental activa, especialmente la Eucaristía y la confesión, a dejarnos podar por el Padre para crecer en santidad.
Durante este Año Santo Jubilar, esta palabra adquiere un significado aún más profundo. El Papa León XIV nos ha invitado a hacer de este año un tiempo de reconciliación, renovación y misión. Permanecer en Cristo es reconciliarnos con nosotros mismos y con los demás; renovarnos en la fe y en la caridad; y abrirnos a una vida de misión, dando frutos de justicia, paz y alegría en el Espíritu.
4. Testigo de esperanza: San Cristóbal Magallanes
Hoy celebramos también la memoria de San Cristóbal Magallanes Jara, sacerdote y mártir mexicano, quien junto a otros muchos hermanos, dio su vida durante la persecución religiosa en México en los años 20 del siglo pasado. Su lema fue: “Yo muero, pero Dios no muere”.
San Cristóbal nos muestra lo que significa permanecer en Cristo hasta el extremo. Fundador de un seminario clandestino, hombre de paz y fidelidad, murió perdonando a sus verdugos y animando a su pueblo a no abandonar la fe. Es un ejemplo luminoso para nosotros en este tiempo en que tantas personas sufren persecución, hostilidad o indiferencia por su fe cristiana.
Hoy, al recordar a este mártir, renovamos nuestro compromiso de vivir con valentía nuestra fe, de formar nuevas vocaciones y de orar por la libertad religiosa en el mundo.
Estar en Cristo es más que creer en Él: es vivir en comunión con Él. Esto se manifiesta en la oración, en la caridad, en la fidelidad a la Iglesia y en los frutos de una vida santa.
Gratitud por ser parte de la vid verdadera. Alegría por saber que nuestra vida tiene sentido, cuando está unida a Cristo. Compasión hacia quienes se sienten secos o alejados del Señor.
Hoy, como signo jubilar, haz una visita al Santísimo Sacramento o dedícale un tiempo prolongado a la oración personal. Revisa tu relación con Jesús: ¿estás unido a Él como sarmiento a la vid? ¿Qué necesitas podar en tu vida para dar más fruto? Y si puedes, comparte este Evangelio con alguien que necesite esperanza.
En este día santo, caminemos con alegría, discernamos en comunión, y permanezcamos en Cristo. El Jubileo es tiempo de poda para crecer, de limpieza para dar fruto, y de esperanza para vivir en la luz del Resucitado. Que San Cristóbal Magallanes interceda por nosotros y que la Virgen María, Madre de la Iglesia, nos mantenga siempre unidos a su Hijo, fuente de toda vida.
Cristo tenía que morir y resucitar de entre los muertos, para entrar así en su gloria. Lc 24,46.26
Permanezcan en mí y yo en ustedes, dice el Señor; el que permanece en mí da fruto abundante (Jn 15,4.5)
Página web desarrollada con el sistema de Ecclesiared