Martes V
Semana de Pascua – 20 de mayo de 2025
Primera Lectura: Hechos de los Apóstoles 14, 19-28
Salmo 144: “Bendigamos al Señor eternamente. Aleluya”
Evangelio: Juan 14, 27-31a
Memoria de
San Bernardino de Siena, presbítero
Año Santo Jubilar 2025 – Tiempo de Esperanza
Mi paz les dejo, mi paz les doy (Jn 14,27): Vivir en paz en tiempos convulsos
Querida comunidad parroquial:
En este quinto martes del Tiempo Pascual, el Señor nos dirige una palabra profundamente consoladora y desafiante: “La paz les dejo, mi paz les doy; no como la da el mundo, yo se las doy” (Jn 14,27). En medio de los vaivenes de la vida, cuando las noticias, las enfermedades, las crisis familiares o sociales nos golpean, Jesús se nos presenta como el Señor resucitado que no sólo vence la muerte, sino que nos deja un don precioso: su paz verdadera.
Pero esta paz no es evasiva ni superficial. No es la ausencia de problemas, sino la presencia de Dios que sostiene el corazón creyente. Como enseña el Papa Francisco: “La paz de Jesús no anestesia, no adormece, sino que nos pone en movimiento, nos lanza a la misión”.
El Evangelio: una paz activa y misionera
Jesús, en el discurso de despedida, fortalece a sus discípulos. Sabe que vendrán dificultades, persecuciones y momentos de prueba. Pero no los deja solos. Les da su paz y les asegura que viene el Espíritu Santo para guiar sus pasos. La paz que nos ofrece es fruto de la comunión con Él, de una vida unida a su palabra, al amor del Padre, y al seguimiento fiel.
Esa paz es también una paz pascual: nace de la cruz y la resurrección. No es paz de concesiones con el mal, sino paz que surge de la victoria del bien sobre el pecado. Por eso, vivir en paz es vivir como resucitados, como hombres y mujeres nuevos, en una Iglesia que camina con esperanza.
Fortalecidos en la tribulación
La primera lectura de hoy, del libro de los Hechos, narra el coraje de Pablo y Bernabé, quienes a pesar de haber sido apedreados y perseguidos, continúan anunciando el Evangelio con fidelidad y alegría. Fortalecen a los discípulos y los animan diciendo: “Es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios” (Hch 14,22).
Estas palabras no deben desanimarnos, sino más bien despertarnos a una esperanza firme: si el camino del cristiano incluye pruebas, también está lleno de gracia, consuelo y fruto espiritual. En este Año Santo Jubilar, estamos llamados a redescubrir que la fe crece en la adversidad cuando se vive en comunión con el Señor.
Bendecir al Señor siempre
El salmo 144 es un canto de confianza y alabanza. El pueblo reconoce la grandeza del Señor, su justicia, su ternura. En él encontramos un camino seguro para vivir el tiempo pascual: bendecir, confiar, alabar. Incluso en medio de las dificultades, como San Pablo, podemos decir: “Bendigamos al Señor eternamente. Aleluya”.
San Bernardino de Siena: un predicador de paz y conversión
Hoy celebramos la memoria de San Bernardino de Siena, presbítero franciscano del siglo XV, gran predicador, reformador de costumbres y apasionado por el Santísimo Nombre de Jesús, cuyo monograma IHS difundió por toda Europa. Su vida es testimonio de que el anuncio del Evangelio transforma sociedades y da nuevo impulso a las almas abatidas.
Él recorría pueblos y ciudades llamando a la conversión con palabras llenas de fuego espiritual y amor por la Iglesia. Su estilo directo, su caridad con los pobres y su fidelidad a Cristo nos inspiran hoy a evangelizar con alegría y verdad.
Claves para vivir este día en el Año Santo Jubilar
En este tiempo de Pascua y Jubileo, cuando el mundo necesita testigos de esperanza, seamos cristianos con corazón pacificado, labios que bendicen y manos que construyen. Que como San Bernardino, anunciemos con alegría el Nombre que salva: Jesús. Y que la paz que Él nos da sea el sello de nuestra fe.
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