Qué hermosa eres, virgen de Cristo, porque fuiste digna de recibir del Señor la corona de la virginidad perpetua.
Hoy, en la memoria de Santa Faustina Kowalska, Virgen y apóstol de la Divina Misericordia, reflexionamos sobre las enseñanzas que nos brindan las lecturas del día, profundizando en el Libro de Job, el Salmo 118 y el Evangelio de Lucas. Estos textos, junto con el legado de Santa Faustina, nos llaman a una vida de humildad, confianza en Dios y apertura a su misericordia.
1. La enseñanza central del Libro de Job 42,1-3.5-6.12-16
El final del libro de Job nos presenta una de las escenas más conmovedoras de toda la Escritura. Después de haber pasado por pruebas intensas, Job reconoce ante Dios que habló de cosas que no entendía: "Yo te conocía sólo de oídas, pero ahora te han visto mis ojos" (Job 42,5). Este reconocimiento es clave en la vida espiritual. Job, al final de su sufrimiento, se da cuenta de que Dios es mucho más grande de lo que su mente podía comprender. La experiencia de Job nos enseña a confiar en la sabiduría y los planes de Dios, especialmente cuando atravesamos momentos de prueba o confusión.
En el Magisterio de la Iglesia, esta enseñanza se conecta profundamente con la doctrina sobre la providencia divina. Como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica, "Dios guía su creación hacia la perfección última" (CIC 302). A pesar del misterio del mal y el sufrimiento, la fe nos invita a confiar en que Dios nunca abandona su creación.
2. Salmo 118: "Enséñame, Señor, tus mandamientos"
El Salmo 118 es una oración de alguien que desea vivir conforme a la voluntad de Dios. La súplica "Enséñame, Señor, tus mandamientos" expresa la profunda necesidad de ser guiados por la Palabra de Dios. Para vivir una vida plena, necesitamos la guía de sus mandamientos, que no son una carga, sino el camino a la verdadera libertad.
La doctrina de la Iglesia nos enseña que la ley de Dios es una expresión de su amor, y que obedecerla no es solo un deber, sino una respuesta de amor. El Concilio Vaticano II, en la constitución Gaudium et Spes, nos recuerda que el hombre alcanza su verdadera grandeza obedeciendo a Dios.
3. Evangelio según San Lucas 10,17-24: La verdadera alegría
En el Evangelio según San Lucas, los setenta y dos discípulos regresan de su misión llenos de alegría porque "hasta los demonios se nos someten en tu nombre" (Lucas 10,17). Sin embargo, Jesús les recuerda que la verdadera razón de su alegría no debe ser el éxito visible en la misión, sino el hecho de que "sus nombres están escritos en el cielo" (Lucas 10,20).
Este pasaje nos enseña que nuestra alegría y esperanza deben estar ancladas en nuestra relación con Dios, no en los logros temporales. Como enseña el Magisterio de la Iglesia, el propósito de nuestra vida es la unión con Dios. A través de la oración y los sacramentos, construimos una relación que perdura para la eternidad, mucho más allá de los éxitos y fracasos de este mundo.
El testimonio de Santa Faustina Kowalska
Santa Faustina, cuya memoria celebramos hoy, vivió profundamente esta confianza y alegría en el Señor. Jesús le reveló su mensaje de Divina Misericordia, que invita a toda la humanidad a confiar plenamente en la misericordia de Dios, especialmente en los momentos más oscuros. Como lo expresa el Diario de Santa Faustina, "Cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia" (Diario, 723). Su vida y misión nos recuerdan que no hay límites para el amor de Dios.
Hoy, al igual que Job y los discípulos de Jesús, recordemos que el verdadero conocimiento de Dios no se obtiene a través de teorías o palabras, sino de la experiencia vivida en confianza y humildad.
Sintamos en nuestro corazón la alegría de saber que somos amados por Dios, no por lo que logramos, sino por quienes somos: hijos suyos. Y que nuestros nombres, como nos enseña Jesús, están escritos en el cielo.
A la luz de esta enseñanza, hoy somos llamados a confiar más plenamente en la misericordia de Dios. Sigamos el ejemplo de Santa Faustina rezando la Coronilla de la Divina Misericordia e invitando a otros a confiar en el inmenso amor de Dios. Además, dediquemos un momento del día a reconocer las áreas de nuestra vida donde aún debemos entregar nuestras preocupaciones y miedos a su cuidado providente.
"Jesús, en Ti confío."
Con esta oración sencilla pero poderosa, caminemos en la humildad y confianza que nos enseñan Job, los discípulos y Santa Faustina. Que nuestra vida sea un reflejo de esa misericordia divina que todo lo transforma.
El camino hacia Dios pasa por la humildad, la confianza y la misericordia.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla.
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