12
MAY
2025

Estoy sediento del Dios que da la vida (Sal 42,3). En Cristo, la puerta de la esperanza se abre para todos.



Estoy sediento del Dios que da la vida (Sal 42,3). En Cristo, la puerta de la esperanza se abre para todos
Lunes de la Cuarta Semana de Pascua – 12 de mayo de 2025
Año Santo Jubilar – Memoria de los Santos Nereo, Aquileo y Pancracio, mártires
Jubileo de las Iglesias Orientales en Roma

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

En este lunes de la cuarta semana del Tiempo Pascual, las lecturas que nos ofrece la liturgia son un verdadero manantial de esperanza para nuestra vida personal y comunitaria, en este camino de conversión y renovación que nos propone el Año Santo Jubilar 2025. Hoy, al celebrar además la memoria de los mártires Nereo, Aquileo y Pancracio, y unidos espiritualmente al Jubileo de las Iglesias Orientales en Roma, la Palabra de Dios nos llama a ensanchar el corazón y a abrirnos a la acción sorprendente del Espíritu.

1. El Espíritu rompe fronteras: una Iglesia sin exclusiones

Hechos de los Apóstoles 11,1-18

El episodio que relata Pedro ante la comunidad de Jerusalén marca un momento decisivo en la historia de la Iglesia naciente: la inclusión de los paganos en el plan de salvación. Dios mismo se encarga de mostrar a Pedro, a través de una visión y una experiencia concreta en casa de Cornelio, que "Dios no hace acepción de personas", y que el Espíritu Santo puede descender sobre todos, incluso antes del bautismo.

Este acontecimiento nos recuerda que la Iglesia no es un club cerrado, ni un reducto de “puros”, sino el espacio abierto por Cristo Resucitado para todos los que, con corazón sincero, buscan a Dios. En tiempos de polarización y exclusiones, esta palabra es una luz profética: ¡No pongamos límites a la gracia de Dios!

En el contexto del Año Santo Jubilar, este pasaje nos impulsa a vivir una Iglesia en salida, hospitalaria, dialogante, samaritana, capaz de abrir puertas y no levantar muros. ¡Cuántas veces, también hoy, el Espíritu nos sorprende con conversiones, encuentros y caminos nuevos en la vida de nuestros pueblos!

2. “Estoy sediento del Dios que da la vida”

Salmos 41 y 42

El salmista expresa con belleza y hondura la sed espiritual del ser humano: “Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío”. Esta sed nos conecta con lo más verdadero de nuestra condición de criaturas: hemos sido hechos para Dios, y nuestro corazón está inquieto hasta que no descansa en Él (cf. San Agustín).

En este tiempo pascual, resuena con fuerza la certeza de que esa sed no queda sin respuesta: Cristo Resucitado es la fuente que sacia, el agua viva que brota para vida eterna. En el Año Santo, estamos invitados a peregrinar hacia esa fuente a través de los sacramentos, especialmente la Eucaristía y la Reconciliación, y a renovar nuestro deseo profundo de Dios.

Este salmo, además, nos une al sufrimiento de muchos hermanos perseguidos por la fe, como los mártires que hoy recordamos. Ellos, en medio de la prueba, mantenían encendida esa sed de Dios. Su ejemplo nos alienta a vivir nuestra fe con autenticidad y alegría.

3. Cristo, la Puerta: entrar para tener vida en abundancia

Evangelio según San Juan 10,1-10

Jesús se presenta hoy como la puerta de las ovejas. No es un ladrón ni un extraño, sino el verdadero pastor que da la vida por su rebaño. Él no viene a condenar, sino a salvar; no viene a imponer, sino a proponer el camino de la vida plena: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”.

¡Qué palabra más hermosa en este tiempo pascual y jubilar! Cristo no es obstáculo, sino acceso. En un mundo donde se cierran tantas puertas (de trabajo, de oportunidades, de perdón…), Jesús sigue abriendo caminos nuevos de esperanza. En su nombre, también nosotros estamos llamados a ser puertas abiertas para los demás: puertas de misericordia, de escucha, de consuelo, de acompañamiento.

Este Evangelio nos interpela como Iglesia: ¿somos realmente esa puerta abierta que conduce a Cristo? ¿Ofrecemos vida y no cargas pesadas? ¿Nuestros templos, nuestros corazones, nuestros grupos pastorales, nuestras decisiones… son puertas que abren o barreras que excluyen?

4. Vivir este día en clave jubilar

En este Año Santo Jubilar 2025, marcado por el lema “Peregrinos de esperanza”, la liturgia de hoy nos invita a:

  • Reconocer con humildad que Dios actúa más allá de nuestros esquemas. Como Pedro, debemos estar abiertos a la acción del Espíritu que renueva la Iglesia en cada época.
  • Avivar nuestra sed de Dios, dedicando tiempo a la oración, a la adoración eucarística, a la lectura orante de la Palabra, y peregrinando a los lugares jubilares.
  • Dejar que Cristo sea nuestra puerta, entrando por Él en la vida nueva del Evangelio, y siendo también nosotros “puertas abiertas” a los demás, especialmente a los más alejados o heridos.

5. Testigos hasta el martirio: Nereo, Aquileo y Pancracio

Celebramos hoy a estos mártires romanos del siglo III, testigos del amor de Cristo hasta derramar su sangre. San Pancracio, joven de apenas 14 años, nos recuerda que la santidad no tiene edad ni fronteras. Ellos nos alientan a vivir nuestra fe con valentía, incluso en contextos adversos. Su memoria, junto al Jubileo de las Iglesias Orientales, nos une al testimonio de tantos cristianos que hoy siguen sufriendo persecución por causa de su fe.

En este lunes pascual y jubilar, escuchamos el llamado de Jesús a entrar por la puerta de la vida: Él nos espera con los brazos abiertos. Que como Pedro sepamos dejarnos sorprender por el Espíritu. Que, como el salmista, mantengamos viva la sed de Dios. Y que, como los mártires, vivamos nuestra fe con audacia, alegría y fidelidad.

“Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10).


Oración Final

Señor Jesús,
Buen Pastor y puerta de la vida,
en este tiempo de Pascua y en este Año Santo Jubilar,
te damos gracias porque nos llamas por nuestro nombre
y nos invitas a entrar en tu corazón lleno de misericordia.

Abre nuestros ojos para reconocer tu presencia
en los caminos inesperados,
en las personas distintas,
en quienes vienen de lejos buscando tu luz.

Renueva en nosotros la sed de tu Palabra
y la alegría de ser tus discípulos.
Haznos Iglesia en salida, sin miedo y sin barreras,
puerta abierta para todos,
comunidad viva que celebra, escucha, sirve y ama.

Por intercesión de los santos mártires Nereo, Aquileo y Pancracio,
danos fortaleza en la prueba, fidelidad en la fe,
y corazón misionero para anunciarte con gozo.

Amén.


¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya!


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