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MAY
2025

Mis ovejas escuchan mi voz… y yo les doy vida eterna (Jn 10,27-30)



Cuarto Domingo de Pascua – Domingo del Buen Pastor
Domingo 11 de mayo de 2025
Mis ovejas escuchan mi voz… y yo les doy vida eterna” (Jn 10,27-30)

Este Cuarto Domingo de Pascua, la Iglesia universal celebra el Domingo del Buen Pastor, una jornada profundamente significativa en el tiempo de la Pascua y, desde hace décadas, también dedicada a orar por las vocaciones sacerdotales y religiosas. Es un día para mirar a Cristo, el Pastor eterno, que conoce a sus ovejas, las llama por su nombre, las conduce y da la vida por ellas (cf. Jn 10), y es también un tiempo para renovar nuestra propia vocación bautismal, en el seguimiento fiel del Señor.

1. El Buen Pastor en medio de su pueblo

El Evangelio según san Juan nos ofrece palabras que consuelan y fortalecen: “Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco, y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano” (Jn 10,27-28). En medio de un mundo incierto, estas palabras nos llenan de esperanza. Jesús no es un pastor distante. Es cercano, compasivo, fiel. Él no nos abandona jamás, incluso cuando nosotros nos dispersamos o nos extraviamos.

El Buen Pastor no solo guía: protege, alimenta y entrega su vida. Su autoridad no es de dominio, sino de servicio, y su poder se manifiesta en el amor que se dona. Esto es lo que da sentido a nuestro caminar pascual: seguimos a un Señor que vive, que camina con nosotros y que ha vencido la muerte.

2. Un pueblo guiado por el Cordero

La visión del Apocalipsis que escuchamos hoy (Ap 7,9.14-17) nos muestra una gran multitud de todos los pueblos, vestida de blanco, que aclama al Cordero. Han pasado por la tribulación y ahora son conducidos a fuentes de agua viva. Esta imagen nos recuerda que la historia no está perdida ni a la deriva: el Resucitado es quien guía el curso de la humanidad hacia la plenitud de la vida. En este Año Santo Jubilar, se nos ofrece esta certeza: Cristo nos conduce, incluso en las noches oscuras, hacia la alegría que no pasa.

La Iglesia, como pueblo de Dios, encuentra su identidad no en la fuerza o en el número, sino en la fidelidad al Pastor que dio su vida. Somos su pueblo, ovejas de su rebaño, como proclama con gozo el Salmo 99: “El Señor es nuestro Dios y nosotros su pueblo. Aleluya”.

3. La misión que no se detiene

El libro de los Hechos de los Apóstoles (13,14.43-52) nos presenta a Pablo y Bernabé anunciando con valentía el Evangelio, incluso frente a la oposición. Esta escena es inspiradora para la Iglesia de hoy: también nosotros, en un mundo herido y muchas veces indiferente, estamos llamados a proclamar la Buena Noticia sin miedo, con gozo pascual, sabiendo que “los discípulos quedaron llenos de alegría y del Espíritu Santo”.

Este testimonio apostólico es esencial en este tiempo de gracia. La Pascua no es solo una celebración interna: es un envío. Cada fiel, cada comunidad, está invitada a salir, como los primeros discípulos, a anunciar con la vida y con las obras que Jesús está vivo y es el Buen Pastor que da sentido, esperanza y salvación.

4. Un Año Jubilar y un nuevo Papa: signos de esperanza

Vivimos este Año Santo Jubilar 2025 como un tiempo de gracia abundante. Es una invitación a cruzar la Puerta Santa de la Misericordia, a reconciliarnos con Dios y con los hermanos, a redescubrir la belleza de los sacramentos y la alegría del Evangelio. En este marco de renovación espiritual, damos gracias a Dios por la elección del nuevo Sucesor de Pedro, el Papa León XIV, elegido por el Colegio de Cardenales como el Papa número 267. Su figura es un signo de continuidad y renovación, de comunión eclesial y de confianza en la acción del Espíritu Santo.

En este nuevo capítulo de la historia de la Iglesia, oramos por él y con él, para que sea un pastor según el Corazón de Cristo: humilde, valiente, cercano, maestro de oración y servidor de los pobres. El Papa León XIV es, sin duda, un regalo providencial para esta hora de la Iglesia y de la humanidad.

5. Tres claves para vivir esta semana en el Espíritu del Buen Pastor

  • Escuchar su voz: En medio del ruido del mundo, hagamos silencio interior. Leamos el Evangelio, dejemos que su Palabra resuene en nuestro corazón. Solo quien escucha puede seguir.
  • Pertenecer al rebaño: No caminemos solos. Valoremos la comunidad cristiana, la parroquia, los grupos que nos ayudan a crecer. Ser Iglesia es un don y una responsabilidad.
  • Seguir sus pasos: Salgamos de la comodidad, sirvamos con amor, acerquémonos a quien sufre. El Buen Pastor nos envía a ser pastores unos de otros.

Tiempo de gracia, tiempo de esperanza

Queridos hermanos, este es un tiempo favorable. Cristo Resucitado nos invita a confiar, a caminar con alegría, a dejarnos pastorear por Él. No tengamos miedo. Él está con nosotros, nadie nos arrebatará de su mano. Vivamos este Año Santo Jubilar con los ojos fijos en Jesús y el corazón abierto a la acción del Espíritu. Y que el Papa León XIV, como Pedro en cada tiempo, nos confirme en la fe.

¡El Señor es nuestro Dios, y nosotros su pueblo! Aleluya.


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