16
AGO
2025

"Yo y mi casa serviremos al Señor: fe, humildad y esperanza"



Sábado 16 de agosto de 2025 – Semana XIX del Tiempo Ordinario
Lecturas: Josué 24, 14-29; Salmo 15 (16); Mateo 19, 13-15
Memoria de San Esteban de Hungría

Un compromiso renovado con Dios

La Palabra de Dios de hoy nos sitúa en un momento clave de la historia de Israel. Josué, después de haber guiado al pueblo en la conquista de la tierra prometida, convoca a las tribus y les plantea una decisión fundamental:

“Elijan hoy a quién quieren servir” (Jos 24,15).

No es una pregunta meramente retórica, sino una invitación a renovar la alianza con Dios. Josué les recuerda las maravillas que el Señor ha hecho y les insta a rechazar los ídolos para vivir en fidelidad a la única fuente de vida y salvación.

Primera lectura: La elección de servir al Señor

En Josué 24, 14-29, encontramos tres elementos centrales:

  • Memoria agradecida: el pueblo recuerda cómo Dios lo liberó y condujo a la tierra prometida.
  • Decisión personal y comunitaria: no basta con “haber nacido” en la fe, hay que elegirla y asumirla.
  • Firmeza y perseverancia: la alianza no es un acto aislado, sino un compromiso que debe vivirse día a día.

Los Padres de la Iglesia, como San Juan Crisóstomo, subrayaban que el verdadero culto a Dios se demuestra en la coherencia de vida: “No basta proclamar con los labios, hay que servir con el corazón y las obras”.

El salmo responsorial: El Señor es nuestra herencia

El Salmo 15 (16) proclama:

“El Señor es el lote de mi heredad y mi copa”.

Este canto de confianza expresa la certeza de que solo Dios puede llenar de sentido la vida. El salmista reconoce que la verdadera seguridad no está en las riquezas, los títulos o los logros humanos, sino en permanecer unidos a Dios, nuestro bien supremo.

Evangelio: Jesús y los niños

En Mateo 19, 13-15, Jesús recibe a los niños, los bendice y afirma:

“De los que son como ellos es el Reino de los Cielos”.

En un contexto donde los pequeños eran poco valorados, Jesús rompe esquemas y nos enseña que la humildad, la sencillez y la apertura confiada son llaves para entrar en el Reino.

San Jerónimo comenta que “la inocencia de los niños es imagen de la pureza que el cristiano debe recuperar para acercarse a Dios”.

Aquí encontramos un llamado urgente para nuestras comunidades: acoger, cuidar y evangelizar a los niños, no solo con palabras, sino con testimonio de amor y respeto.

San Esteban de Hungría: un rey según el corazón de Dios

Hoy recordamos a San Esteban de Hungría (969-1038), primer rey cristiano de su nación. Fue un gobernante que entendió su autoridad como servicio. Promovió la evangelización de su pueblo, impulsó la construcción de iglesias y organizó la vida cristiana en su reino. En sus consejos a su hijo, San Emerico, le dejó una enseñanza que también es para nosotros:

“Sé humilde y manso, para que Dios te proteja y el pueblo te ame”.

Su vida nos muestra que la santidad no es solo para religiosos o sacerdotes; también los gobernantes y laicos están llamados a ser testigos del Evangelio.

Decidirse por Dios

El hilo conductor de las lecturas es claro: la fe es una elección diaria. No basta con haber creído en el pasado; cada jornada debemos reafirmar nuestra pertenencia al Señor. Esta decisión se concreta en:

  • Renunciar a los ídolos modernos: dinero absolutizado, poder sin justicia, consumismo, ideologías que niegan a Dios.
  • Vivir con corazón de niño: abiertos a la gracia, confiando en la Providencia.
  • Asumir un compromiso misionero: como Josué, como San Esteban, ser testigos de la fe en familia, en el trabajo y en la sociedad.

En un mundo marcado por la incertidumbre, el Evangelio nos recuerda que Dios siempre cumple su alianza. Si caminamos con Él, no nos faltará la luz, incluso en los días más oscuros. Como comunidad parroquial, este sábado es una oportunidad para renovar nuestra entrega:

“Yo y mi casa serviremos al Señor” (Jos 24,15).

Hoy, como parroquia, hagamos juntos el compromiso de:

  1. Participar con más frecuencia en la Eucaristía y la adoración al Santísimo.
  2. Dedicar tiempo a la catequesis y formación de nuestros niños.
  3. Ser signos de paz y reconciliación en nuestras familias.

Que el Señor nos conceda un corazón humilde y firme para servirle todos los días de nuestra vida, y que la intercesión de San Esteban de Hungría nos ayude a vivir nuestra fe con valentía y alegría.

 

 Pbro. Alfredo Uzcátegui


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