Viernes Santo de la Pasión del Señor: Contemplando el Sacrificio Redentor
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Hoy, Viernes Santo, nos sumergimos en el misterio más profundo de nuestra fe: la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo. En este día sagrado, la Iglesia nos invita a reflexionar, a adorar y a ofrecer. A través de las Escrituras y de la liturgia, contemplamos el amor inmenso de Dios, que se entrega totalmente por nosotros en la cruz.
La Profecía Cumplida: Isaías 52,13-53,12
La lectura del profeta Isaías nos presenta el "Siervo Sufriente", cuya pasión y muerte redentora fueron profetizadas siglos antes de que sucedieran. Este pasaje, lleno de dolor pero también de esperanza, describe la manera en que el Siervo tomará sobre sí nuestras enfermedades y dolores, siendo "traspasado por nuestras rebeldías y molido por nuestros pecados". En su sufrimiento, encontramos la clave de nuestra redención.
La profecía de Isaías no solo anticipa el sacrificio de Jesús, sino que también nos muestra que el sufrimiento tiene un propósito redentor. En este Año Santo jubilar, redescubramos la capacidad del sacrificio de transformar y renovar. El sacrificio de Cristo nos abre un camino hacia la reconciliación y la paz verdadera, invitándonos a seguir sus pasos en la entrega y el servicio.
El Clamor Confiado: Salmo 30
"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Estas palabras, pronunciadas por Jesús en sus últimos momentos en la cruz, expresan una confianza total en el Padre. Este salmo nos enseña a mantener la fe incluso en los momentos de mayor tribulación, sabiendo que Dios está con nosotros en todas nuestras angustias. En este año jubilar, hagamos de esta entrega un modelo para nuestra propia vida espiritual, aprendiendo a confiar plenamente en Dios y a entregarle todas nuestras preocupaciones y sufrimientos.
La Grandeza del Sumo Sacerdote: Hebreos 4,14-16; 5,7-9
La carta a los Hebreos nos recuerda que tenemos un Sumo Sacerdote compasivo y misericordioso, que conoce nuestras debilidades porque él mismo fue probado en todo, excepto en el pecado. Jesús, en su oración y súplica con lágrimas, mostró su completa humanidad y su obediencia al Padre. Durante este Viernes Santo, y en todo el Año Santo, acerquémonos con confianza al trono de la gracia, para recibir misericordia y hallar la gracia que necesitamos.
La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo: Juan 18,1-19,42
La narración de la Pasión según san Juan es intensa y profundamente espiritual. Nos muestra no solo el sufrimiento físico de Jesús, sino también su soberanía y control sobre todos los acontecimientos. Jesús no es una víctima pasiva; él entrega su vida conscientemente. "Nadie me la quita, yo la doy voluntariamente", nos dice. En cada palabra y en cada acto, Jesús revela su divinidad y su misión salvífica.
Viviendo el Viernes Santo en el Año Santo
Este Viernes Santo, en el contexto del Año Santo jubilar, es una oportunidad para profundizar en nuestro compromiso con Cristo y con su Iglesia. Participemos en la Oración Universal, donde intercedemos por las necesidades de toda la humanidad, mostrando la universalidad y la misericordia de la Iglesia. En la adoración de la Santa Cruz, veneramos el instrumento de nuestra salvación, y en la colecta para los lugares sagrados, nos unimos material y espiritualmente con Tierra Santa, renovando nuestro compromiso con la Iglesia universal y con los cristianos en la tierra de Jesús.
En este Viernes Santo, mientras contemplamos el sacrificio de Cristo, recordemos que cada acto de sufrimiento y amor tiene el poder de transformar. Este es un día de silencio, de oración y de reflexión profunda, pero también de esperanza, porque sabemos que la historia no termina en la cruz; la resurrección está próxima.
Que este Viernes Santo nos inspire a todos a vivir con más fe, esperanza y caridad, llevando la luz de Cristo a todos los rincones de nuestro mundo.
En Cristo crucificado y resucitado,
P. Alfredo Uzcátegui (Vp).
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