Martes, 3 de junio de 2025 – Séptima Semana de Pascua
Memoria obligatoria de San Carlos Lwanga y compañeros mártires
Lecturas: Hechos 20, 17-27 • Salmo 67 • Juan 17, 1-11a
Todo lo que el Padre me ha dado, vendrá a mí (Jn 17,9)
Una palabra de esperanza en el camino del Año Santo Jubilar
En este martes de la séptima semana de Pascua, la liturgia nos introduce en la profundidad del corazón de Cristo que se entrega en oración al Padre por sus discípulos, en el Evangelio según san Juan. Jesús, sabiendo que su hora ha llegado, eleva sus ojos al cielo y pronuncia lo que conocemos como la "oración sacerdotal", un testamento espiritual de unidad, fidelidad y misión.
Jesús ora por los suyos. Esta oración no nace del temor ante la cruz inminente, sino del amor: un amor que no se repliega sobre sí mismo, sino que se proyecta hacia los suyos. Él pide al Padre: “Guárdalos en tu nombre, a los que me diste, para que sean uno, como nosotros” (Jn 17,11a). En medio de nuestras divisiones, dudas y debilidades, esta súplica de Jesús resuena con fuerza. No estamos solos. Jesús ora por nosotros. Él es el intercesor eterno ante el Padre. Y este Año Santo Jubilar nos invita precisamente a redescubrir el gozo de esta unidad, la fuerza de sabernos en comunión con Dios y con su Iglesia.
San Pablo: servidor fiel hasta el final
En la primera lectura (Hch 20,17-27), san Pablo, desde Mileto, se despide de los presbíteros de Éfeso con una conmovedora declaración de entrega. No presume de méritos, sino que confiesa haber servido al Señor “con toda humildad, en medio de lágrimas y pruebas” (Hch 20,19). Pablo no ha guardado nada para sí; ha proclamado el Evangelio con fidelidad. Es un verdadero "peregrino de la esperanza", expresión tan central en este Año Jubilar 2025.
En su despedida, Pablo nos recuerda que la vida cristiana es un camino de donación total: “No estimo en nada mi vida, con tal de que termine mi carrera y cumpla el encargo que me dio el Señor Jesús: anunciar el Evangelio de la gracia de Dios” (v.24). ¡Qué gran lección para nuestras familias, parroquias y comunidades! En una sociedad marcada por el individualismo y la comodidad, el testimonio de Pablo nos impulsa a vivir con generosidad y sentido de misión.
Salmo 67: Una invitación a cantar con esperanza
El salmista nos llama con fuerza: “Reyes de la tierra, canten al Señor”. Es un canto de alabanza universal, una sinfonía que une a toda la creación. En este mes de la familia en Panamá y mes del Sagrado Corazón de Jesús, este salmo resuena como una invitación a que nuestras familias, en su diversidad y belleza, se conviertan en coros vivos que alaban al Señor con obras de misericordia, gestos de reconciliación y compromiso social.
Testigos hasta el martirio: San Carlos Lwanga y sus compañeros
Hoy recordamos a San Carlos Lwanga y a sus compañeros mártires de Uganda, jóvenes laicos y catequistas que ofrecieron su vida en el siglo XIX por fidelidad a Cristo y a la moral cristiana, en medio de una persecución brutal. Ellos, como tantos otros testigos, nos recuerdan que el Evangelio vale más que la propia vida. Su sangre, como la de tantos mártires de ayer y de hoy, es semilla de una Iglesia viva, joven, y valiente.
San Carlos Lwanga y sus compañeros murieron en medio del fuego, pero no con odio, sino con perdón. Su vida fue un canto de amor radical, y su testimonio nos interpela en este Año Jubilar a renovar la alegría de pertenecer a Cristo, aún en contextos difíciles.
Una palabra para el corazón
En este tiempo pascual, el Espíritu del Resucitado nos conduce hacia Pentecostés. Caminamos, como los discípulos, entre promesas y pruebas, pero sostenidos por la oración de Jesús y el testimonio de los santos. Hoy, más que nunca, estamos llamados a ser custodios de la fe, constructores de unidad, y testigos de esperanza.
Pensamiento para meditar
“La esperanza cristiana no es
optimismo ingenuo; es certeza de que Dios cumple sus promesas, incluso cuando
todo parece oscuro.”
(Cf. Spe Salvi, n. 2; Papa Benedicto XVI)
Oración final
Señor Jesús, tú que oraste por tus discípulos y los enviaste al mundo con la fuerza del Espíritu, enséñanos a vivir unidos, fieles y disponibles para tu misión. Que, como san Pablo, podamos decir: “No estimo mi vida si no es para anunciar el Evangelio”. Que, como san Carlos Lwanga, sepamos dar testimonio valiente de tu amor. En este Año Santo Jubilar, haznos peregrinos de esperanza en medio del mundo. Amén.
Compromiso del día (Año Santo Jubilar)
Hoy visitaré al menos una persona que se sienta sola o alejada de la comunidad para llevarle una palabra de aliento, como signo de unidad y esperanza.
Parroquia de Santa Ana y San
Joaquín
¡Peregrinos de esperanza, en camino hacia el Jubileo!
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