Lunes 11 de agosto de 2025 – XIX Semana del Tiempo Ordinario
Memoria de Santa Clara de Asís, virgen
Lecturas:
Deuteronomio 10, 12-22
Salmo 147: “Glorifica al Señor, Jerusalén”
Mateo 17, 22-27
1. La Palabra que ilumina nuestro camino
En la primera lectura, Moisés recuerda al pueblo lo que el Señor pide: “Teme al Señor, tu Dios, sigue todos sus caminos, ámalo, sírvele con todo tu corazón y con toda tu alma” (Dt 10,12). No es una carga, sino una invitación amorosa a vivir en comunión con Dios. El texto nos recuerda que todo le pertenece: el cielo, la tierra y todos los pueblos, pero Él eligió, con un amor gratuito, a Israel como su pueblo.
El salmo 147 nos invita a la alabanza: “Glorifica al Señor, Jerusalén”. Dios protege, bendice y fortalece a su pueblo, no por méritos humanos, sino por su amor fiel.
En el Evangelio, Jesús anuncia nuevamente su Pasión y Resurrección. Los discípulos quedan entristecidos, sin comprender del todo que la cruz no es el final, sino el paso a la vida. Luego, con un gesto lleno de pedagogía y libertad interior, Jesús paga el impuesto del templo de manera milagrosa, enseñando que, aunque como Hijo no estaba obligado, se somete por amor para no ser motivo de tropiezo.
2. Enseñanzas para nuestra vida
3. Santa Clara de Asís: una vida de pobreza y luz
Hoy celebramos a Santa Clara de Asís (1193-1253), discípula y amiga de San Francisco. Renunció a una vida acomodada para abrazar la pobreza evangélica y fundar la Orden de las Hermanas Pobres (Clarisas). Su fe era tan firme que, en una ocasión, con solo elevar la custodia con el Santísimo Sacramento, ahuyentó a los soldados sarracenos que amenazaban su convento.
Santa Clara nos enseña:
En un mundo que mide el valor de las personas por lo que poseen o aparentan, la Palabra de hoy y el testimonio de Santa Clara nos invitan a centrar nuestra vida en lo esencial: Dios y su Reino.
El amor y el servicio son la verdadera riqueza del cristiano. Y, como Jesús, podemos renunciar a ciertos “derechos” por el bien de la comunión y la paz.
Pensamiento para el día:
“El alma que ama a Dios no se cansa nunca de alabarlo” (Santa Clara de Asís).
Propósito:
Hoy haré un acto concreto de servicio o renuncia voluntaria, no por obligación, sino por amor a Cristo y para dar buen testimonio.
Oración:
Señor, dame un corazón libre para amarte y servirte con alegría. Que, siguiendo el ejemplo de Santa Clara, viva en sencillez y confianza, sabiendo que Tú eres mi verdadera riqueza. Amén.
Pbro. Alfredo Uzcátegui
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