Solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María: Un Día de Precepto, Un Llamado a la Esperanza
Hoy, 15 de agosto, la Iglesia universal celebra con gozo y gratitud la Solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María. Esta fiesta no es una conmemoración cualquiera: es día de precepto, lo que significa que todos los fieles católicos estamos llamados a participar en la Santa Misa, como un acto de amor y obediencia a Dios.
1. ¿Qué celebramos hoy?
La Asunción de María es una verdad de fe, definida solemnemente por el Papa Pío XII en la constitución apostólica Munificentissimus Deus (1950):
“La Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”.
Esta enseñanza se basa en la fe de la Iglesia desde los primeros siglos: María, por ser la Madre de Cristo y libre de pecado, no conoció la corrupción del sepulcro. Dios la glorificó plenamente, anticipando en ella lo que un día será el destino de todos los fieles en Cristo.
María es, en palabras del Concilio Vaticano II (Lumen Gentium 68), “signo de esperanza cierta y de consuelo para el Pueblo de Dios en camino”.
2. ¿Qué significa que sea día de precepto?
El Código de Derecho Canónico (can. 1246-1247) y el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 2181) señalan que los días de precepto son aquellos en los que es obligación grave participar en la Santa Misa y dedicar tiempo a Dios, absteniéndose de trabajos o actividades que impidan vivir la fiesta.
En Panamá —y en muchos países— esta solemnidad es día de precepto. Esto significa que:
3. ¿Y si no cumplo con el precepto?
La Iglesia enseña que faltar voluntariamente a Misa en domingo o día de precepto, sin causa grave (enfermedad, cuidado de un enfermo, imposibilidad real), es pecado grave.
El Catecismo lo dice claramente:
“Los que deliberadamente faltan a esta obligación cometen un pecado grave” (CIC 2181).
Esto no se trata solo de una norma, sino de una realidad espiritual: quien se ausenta rompe la comunión con Cristo y su Iglesia en un día en que Dios le invita especialmente a la mesa de su Palabra y de su Cuerpo.
4. ¿Por qué es importante para mí como católico?
Celebrar la Asunción no es solo honrar a María: es renovar nuestra esperanza en la vida eterna. María nos muestra que la meta de nuestra vida es el Cielo, y que vale la pena vivir en gracia, con los ojos puestos en Cristo.
En Ella vemos cumplida la promesa de Jesús:
“Y cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Jn 12,32).
María ya ha sido atraída a la gloria. Nosotros seguimos en camino, pero con la certeza de que el amor de Dios es más fuerte que la muerte.
5. Cómo vivir este día de gracia
Oración breve a la Virgen Asunta
Virgen María, Madre y Reina, que fuiste llevada al Cielo en cuerpo y alma, intercede por nosotros para que, como tú, vivamos con la mirada puesta en Dios y lleguemos un día a la gloria eterna. Amén.
En este día de precepto, no faltes a tu cita con el Señor. María nos espera junto a su Hijo en la Eucaristía para llenarnos de su alegría y su paz.
Pbro. Alfredo Uzcátegui.
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