Septiembre, Mes de la Biblia: Una invitación a dejar que la Palabra de Dios transforme nuestra vida
Cada mes de septiembre, la Iglesia nos invita a dedicar un tiempo especial a redescubrir el valor de la Sagrada Escritura. No se trata de un mes cualquiera: es una oportunidad privilegiada para acercarnos a la Palabra de Dios, aprender a amarla más y dejar que ella ilumine nuestro caminar diario. El motivo de esta elección está vinculado con la fiesta de San Jerónimo (30 de septiembre), el gran traductor de la Biblia al latín, quien repetía con fuerza: «Desconocer la Escritura es desconocer a Cristo».
¿Por qué leer la Palabra de Dios cada día?
La Biblia no es un simple libro antiguo ni una colección de historias del pasado. Es la voz de Dios viva y actual, que nos habla hoy. Al abrir sus páginas, descubrimos que allí encontramos consuelo, corrección, esperanza, orientación y fortaleza. Leer la Biblia cada día es como encender una lámpara en medio de la oscuridad: nos ayuda a discernir lo que es bueno, a encontrar fuerzas en las pruebas y a renovar la alegría de la fe.
San Pablo nos recuerda: «Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para educar en la justicia» (2 Tim 3,16). Por eso, acercarnos a la Biblia no es solo un acto de estudio, sino sobre todo un encuentro personal con el Señor.
¿Qué ganamos y qué perdemos?
En otras palabras: con la Biblia ganamos vida; sin ella, nos exponemos al vacío.
Sugerencias para vivir este mes de septiembre
Recomendaciones prácticas
Septiembre es un regalo: un mes para reencontrarnos con la Palabra de Dios y renovar la certeza de que ella es camino, verdad y vida. Al leer la Biblia cada día, descubrimos que Dios no se cansa de hablarnos, que nos espera con amor y que desea guiarnos hacia la plenitud.
Este mes de la Biblia no es solo un calendario en el año litúrgico, sino una oportunidad para dejar que la voz de Dios habite en nosotros, nos transforme y nos envíe como testigos al mundo.
Que este septiembre no sea solo “el mes de la Biblia”, sino el inicio de una relación más viva, cotidiana y constante con la Palabra que da vida.
Pbro. Alfredo Uzcátegui.
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