28
JUN
2025

“Se alegra mi corazón en Dios, mi Salvador” (1 Sam 2)



Memoria del Inmaculado Corazón de María – sábado 28 de junio de 2025
Semana XII del Tiempo Ordinario – Año Santo Jubilar “Se alegra mi corazón en Dios, mi Salvador” (1 Sam 2)

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

Hoy, la Iglesia nos invita a contemplar con amor y devoción el Inmaculado Corazón de María, un Corazón que no solo latió físicamente junto al de su Hijo Jesús, sino que también latió espiritualmente por cada uno de nosotros. En este Año Santo Jubilar, esta memoria litúrgica adquiere un brillo especial, pues María nos enseña el camino de la alegría, de la fidelidad, del silencio que escucha y del amor que acompaña hasta el pie de la cruz.

El gozo profético de María (Isaías 61, 9-11)

La primera lectura de hoy, tomada del libro del profeta Isaías, resuena con una fuerza luminosa:

“Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios.”

Estas palabras parecen brotar directamente del alma de María. En su Inmaculado Corazón no hay sombra de pecado, por lo que toda su existencia es un canto puro de alabanza al Señor. María es esa tierra buena que el Señor ha bendecido, ese jardín que germina la salvación. Así como el profeta vislumbra un pueblo redimido que resplandece por la justicia de Dios, así María resplandece por haber dicho “sí” a Dios y haber colaborado plenamente en el plan de salvación.

Este texto profético nos recuerda que el gozo cristiano no depende de las circunstancias, sino de la certeza de que Dios está con nosotros, que Él cumple sus promesas y que su misericordia nos sostiene. En un mundo marcado por la incertidumbre y el temor, María nos anima a vivir la esperanza activa, confiando en que la historia está en manos de un Dios que no deja de amarnos.

El canto de la humilde (1 Samuel 2)

El salmo responsorial es un eco del Magnificat, el cántico de María, inspirado en esta oración de Ana. Ambas mujeres, Ana y María, supieron esperar y confiar, y cuando vieron la obra de Dios en sus vidas, respondieron con gratitud y alabanza.

“Se alegra mi corazón en Dios, mi Salvador.”

Esta exclamación puede ser el lema del Corazón Inmaculado de María. Su alegría no nace de privilegios humanos, sino de haber sido mirada por Dios con amor y elegida como Madre del Salvador. Por eso María es también madre de todos los redimidos, madre de la Iglesia, madre nuestra.

La alegría que brota del Inmaculado Corazón de María no es superficial, sino profunda, porque está anclada en la fidelidad de Dios. María nos enseña a alabar aún en el dolor, a confiar aún en la noche, a esperar aún cuando no entendemos.

María y el misterio del Corazón (Lucas 2, 41-51)

El Evangelio de hoy nos sitúa en uno de los episodios más conmovedores de la infancia de Jesús: la pérdida y el hallazgo del Niño en el Templo. Aparentemente un suceso familiar, pero profundamente revelador.

“Su madre conservaba todo esto en su corazón.”

El Inmaculado Corazón de María no es solo símbolo de ternura, sino también de profundidad. Es el lugar donde se guardan, se meditan y se comprenden los misterios de Dios, incluso cuando estos duelen.

Aquí vemos a una madre que busca con angustia, que se preocupa, que sufre. Pero también a una mujer de fe, que no reclama, no impone, sino que medita y espera. Esta actitud de María nos interpela hoy: ¿Cómo reaccionamos ante lo que no entendemos? ¿Guardamos y meditamos en el corazón o nos dejamos arrastrar por la impaciencia o la queja?

María, en su Corazón Inmaculado, nos enseña a vivir desde el centro: desde la escucha, desde el amor, desde la esperanza confiada.

Vivir el Año Santo Jubilar con el Inmaculado Corazón

Este Año Jubilar que estamos celebrando en la Iglesia nos invita a volver al corazón del Evangelio, al amor de Cristo que perdona, restaura y renueva. Y no hay mejor guía para ese camino que el Corazón Inmaculado de María.

¿Cómo vivir este Jubileo desde el Corazón de María?

  1. Confiando más en la misericordia de Dios: así como María creyó en las promesas del Señor, también nosotros podemos levantarnos y volver al Padre, confiando en su abrazo.
  2. Haciendo obras de misericordia: María visitó a Isabel, ayudó en las bodas de Caná, acompañó a Jesús hasta la cruz. Aprendamos de ella a estar presentes para quienes sufren.
  3. Adorando y orando con el corazón: María vivió adorando en el silencio de Nazaret. En este Año Jubilar, redescubramos el poder del Rosario, de la adoración eucarística, de la meditación del Evangelio.
  4. Peregrinando con sentido espiritual: Así como María peregrinó a Jerusalén, hagamos nuestras peregrinaciones jubilares con un corazón abierto a la conversión.

Una esperanza que no defrauda

Queridos fieles: el Inmaculado Corazón de María no es una devoción sentimental o lejana. Es una escuela de fe, una luz para nuestro camino, una profecía de esperanza. María nos muestra que es posible vivir una vida plena cuando se vive desde el amor a Dios y al prójimo.

Este sábado, consagrémonos a su Corazón. Pongamos bajo su manto a nuestras familias, nuestros proyectos, nuestras heridas. Y pidámosle que, como Ella, también nosotros sepamos guardar en el corazón todo lo que Dios hace en nuestras vidas.

Oración final

Inmaculado Corazón de María,
modelo de fe, amor y esperanza,
guía nuestros pasos en este Año Santo Jubilar.
Enséñanos a confiar como tú,
a servir como tú,
y a guardar en el corazón la Palabra de Dios.
Que nuestro corazón, unido al tuyo,
arda de amor por Jesús,
y lo dé a conocer con alegría al mundo.
Amén.

¡Feliz memoria del Inmaculado Corazón de María!
¡Ella nos lleva siempre al Corazón de su Hijo!

 

Pbro. A.J.U.M.


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