Vigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario
Domingo
7 de septiembre de 2025
Lecturas: Sabiduría 9,13-18; Salmo 89; Filemón 9b-10.12-17; Lucas
14,25-33
La Sabiduría que viene de lo alto
El Libro de la Sabiduría nos recuerda hoy nuestra pequeñez: “¿Quién puede conocer los designios de Dios, o imaginar lo que quiere el Señor?” (Sab 9,13). El ser humano, limitado y frágil, tiende a confiar en sus propias fuerzas. Sin embargo, la Palabra nos enseña que sólo con la luz del Espíritu Santo podemos discernir lo que agrada a Dios. San Agustín comentaba que el corazón humano está inquieto hasta que descansa en el Señor, porque sólo Él puede orientar nuestros pasos y dar sentido a nuestras decisiones.
Esta primera lectura nos invita a cultivar la virtud de la humildad: reconocer que no tenemos todas las respuestas y que necesitamos dejarnos guiar por Dios. En un mundo que presume autosuficiencia, esta actitud es contracultural, pero profundamente liberadora.
“Tú eres, Señor, nuestro refugio”
El salmo 89 expresa la experiencia del pueblo que, en medio de su fragilidad, encuentra en Dios su seguridad: “Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato”. La sabiduría consiste en vivir conscientes de la brevedad de la vida y en orientarla hacia lo eterno.
Hoy podemos preguntarnos: ¿qué lugar ocupa el Señor en nuestros proyectos? ¿Estamos construyendo sobre arena o sobre roca firme? El refugio que nunca falla es el amor de Dios, y en Él encontramos consuelo y fuerza para caminar.
Una comunidad que acoge y transforma
La segunda lectura, de la carta de San Pablo a Filemón, es un tesoro de ternura y de enseñanza eclesial. Pablo pide a Filemón que reciba a Onésimo, su esclavo, ya no como siervo, sino como hermano en Cristo. Aquí se revela la novedad del Evangelio: en Cristo caen las barreras sociales, económicas y culturales, y surge una fraternidad nueva.
Los Padres de la Iglesia vieron en este pasaje la semilla de la verdadera libertad cristiana. San Juan Crisóstomo comentaba que el Evangelio no destruye con violencia las estructuras, sino que las transforma desde dentro, con la fuerza del amor. Este mensaje es actual: en nuestras comunidades estamos llamados a tratarnos como hermanos, superando prejuicios, divisiones y exclusiones.
Seguir a Cristo con decisión
El Evangelio de Lucas nos presenta palabras exigentes de Jesús: “El que no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío” (Lc 14,27). Seguir a Cristo implica libertad interior, renuncia a los apegos desordenados y disponibilidad para ponerlo en el centro de nuestra vida.
Jesús no nos pide despreciar a nuestra familia o nuestros bienes, sino que nos invita a amarlos en el orden justo, sin que ocupen el lugar de Dios. San Gregorio Magno decía: “Quien ama de verdad a Dios, incluso lo que posee en el mundo lo usa para servirle mejor.”
El discípulo es aquel que aprende a calcular el costo, como quien construye una torre o libra una batalla. Pero no se trata de un cálculo de miedo, sino de confianza: Cristo mismo nos da la fuerza para llevar la cruz y nos asegura la victoria.
Un mensaje de esperanza para hoy
La Palabra de este domingo no es una carga, sino un llamado a la libertad. El futuro del cristiano no se apoya en sus limitaciones, sino en la gracia de Dios que lo capacita para amar, servir y perseverar.
En una sociedad marcada por la superficialidad y el miedo al sacrificio, el Evangelio nos invita a mirar más alto, a confiar en la sabiduría divina, a construir comunidades fraternas y a abrazar la cruz como camino de vida plena.
La santidad de los jóvenes: Carlo y Pier Giorgio
Este domingo queda grabado en la historia de la Iglesia con un signo de esperanza para todos, especialmente para los jóvenes. Hoy, en la mañana, en la Plaza de San Pedro, el Papa León XIV canonizó a Carlo Acutis y a Pier Giorgio Frassatti. En su homilía, el Santo Padre recordó que Carlo y Pier Giorgio vivieron el Evangelio en la vida ordinaria: Carlo con su amor profundo a la Eucaristía, su sencillez y creatividad en el mundo digital; Pier Giorgio con su pasión por la montaña, su alegría entre los amigos y su compromiso radical con los pobres y marginados.
La presencia de los padres y hermanos de Carlo en la ceremonia fue un signo de cómo la santidad nace también en el calor de la familia cristiana, donde se aprende a rezar, a servir y a poner a Cristo en el centro. Hoy la Iglesia proclama que la santidad es posible, es actual y es joven. Carlo y Pier Giorgio son faros que nos señalan que vale la pena seguir a Jesús con alegría, valentía y esperanza.
Quien pone a Cristo en el centro nunca pierde, porque Él es la verdadera roca que sostiene toda existencia.” Con esta certeza brota en nosotros un sentimiento de confianza serena: Dios es nuestro refugio y nunca nos abandona. Por eso, esta semana estamos llamados a un gesto concreto de renuncia y de amor: dedicar tiempo a alguien necesitado, reconciliarnos con quien está distante o compartir con generosidad nuestros bienes.
Extracto de la homilía del Papa León XIV en la canonización de Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati:
“Queridos amigos, los santos Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis son una invitación para todos nosotros, especialmente para los jóvenes, a no malgastar la vida, sino a orientarla hacia lo alto y hacer de ella una obra maestra. Nos animan con sus propias palabras: ‘No yo, sino Dios’, como solía decir Carlo. Y Pier Giorgio: ‘Si tienes a Dios en el centro de todas tus acciones, entonces llegarás a la meta’. Esta es la fórmula simple pero vencedora de su santidad. Es también el tipo de testimonio que estamos llamados a seguir, para disfrutar la vida en plenitud y encontrarnos con el Señor en la fiesta del cielo.”
Pbro. Alfredo Uzcátegui.
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