Santa Ana, casa de acogida y
esperanza para los migrantes
Por
el Padre Alfredo Uzcátegui. (Vicario parroquial)
Este sábado 5 de abril, en pleno Tiempo de Cuaresma, nuestra comunidad parroquial de Santa Ana vivió un momento profundamente significativo al dar inicio a una misión que responde al Evangelio y al clamor de los más vulnerables. Con la celebración de la Eucaristía presidida por el padre Quynh Hoang Van, misionero scalabriniano originario de Vietnam, y concelebrada por nuestro párroco padre Anel Sánchez y el padre Mario Geremia, sacerdote brasileño y consejero general de la Congregación Scalabriniana, se dio apertura oficial a la Pastoral de Acompañamiento Espiritual a la Familia Migrante en nuestra parroquia.
Esta misión ha sido encomendada por el arzobispo de Panamá, Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, y busca ofrecer un espacio permanente de escucha, acogida, orientación y consuelo espiritual para los hermanos migrantes. Es una obra de misericordia inspirada en la parábola del Buen Samaritano: “Tuve hambre y me diste de comer, fui forastero y me recibiste” (Mt 25,35), y que bajo la guía del padre Anel Sánchez y del vicario parroquial, padre Alfredo Uzcátegui, ahora encuentra lugar estable en el corazón del Casco Antiguo.
Para este camino, contamos con la valiosa presencia y apoyo de los misioneros scalabrinianos, quienes han consagrado su vida al servicio de los migrantes, desplazados y refugiados en todo el mundo. Su carisma es un testimonio vivo del amor de Cristo, que camina junto a los que sufren. A través de parroquias, capellanías, casas de acogida, escuelas y centros misioneros, los padres scalabrinianos se han hecho compañeros de camino de miles de migrantes, compartiendo con ellos no solo el pan, sino también la fe, la esperanza y el consuelo del Evangelio.
Con la intención de sumar a los esfuerzos existentes en el tema de las migraciones, la familia Scalabriniana busca aportar su carisma y espiritualidad para enriquecer el trabajo de la Pastoral de Movilidad Humana y del Hogar Luisa, ya activo en la atención a migrantes en Panamá. Sabemos del valioso trabajo que realizan otras congregaciones y organismos eclesiales como los claretianos, jesuitas, franciscanos, y la Red CLAMOR, junto con la Pastoral de Movilidad Humana, todos ellos comprometidos en la defensa de la dignidad de quienes caminan en busca de un futuro mejor.
Esta misión en el istmo inició oficialmente el 1 de junio de 2024, fecha significativa por coincidir con la fiesta de San Juan Bautista Scalabrini, “Padre de los Migrantes”, y el 119° aniversario de su fallecimiento.
En esta labor misionera participan con entrega y esperanza la hermana Ligia Ruiz, colombiana con 30 años de consagración como Scalabriniana, la hermana Alma Rosa Hurtado, de origen mexicano, el padre Mario Geremia, sacerdote brasileño y consejero general, y el padre Quynh Hoang Van, cuya experiencia intercultural y espíritu de servicio enriquecerán sin duda esta obra evangelizadora.
En palabras del Papa Francisco
en su encíclica Fratelli tutti:
"Todo ser humano tiene derecho a vivir con dignidad y a desarrollarse
integralmente, y ese derecho básico no puede ser negado por ningún país."
(Fratelli tutti, n. 107).
Este principio evangélico y humano sostiene nuestra misión y nos impulsa a
actuar con compasión, justicia y fraternidad.
Así, desde este mes de abril,
cada primer sábado de mes abrimos las puertas de nuestra parroquia a
partir de las 4:00 p.m., con espacios de escucha, orientación y
acompañamiento espiritual y humano para migrantes y sus familias. A las 5:00
p.m., celebramos la Santa Misa, y al finalizar, continuamos
compartiendo junto a ellos, acompañados de un equipo de voluntarios y laicos
comprometidos.
De igual forma, a las 6:00 p.m., tendremos un grupo de oración y un momento
de compartir fraterno con nuestros hermanos migrantes, fortaleciendo el
lazo espiritual y comunitario en el amor de Cristo y bajo la intercesión de la Santísima
Virgen María.
Este espacio pastoral y fraterno no es solo un servicio más. Es una llamada del Espíritu Santo para abrir nuestras puertas y corazones a quienes hoy buscan un lugar donde ser escuchados, valorados y amados como hermanos. Es una obra profundamente mariana, bajo la protección de la Virgen Madre, quien en su exilio a Egipto con José y el Niño Jesús conoce el dolor del desarraigo y la fuerza de la esperanza.
Hoy, más que nunca, Santa Ana se convierte en casa de acogida, signo del Reino de Dios en medio de la ciudad, donde los últimos y más vulnerables encuentran refugio, calor humano y consuelo espiritual. Invitamos a toda la comunidad a sumarse a esta obra de amor: orando, sirviendo, acompañando o simplemente escuchando. ¡Cristo camina con los migrantes, y nosotros con Él!
Los esperamos todos los primeros sábados del mes, desde las 4:00 p.m.. Que este encuentro sea un puente de esperanza y fraternidad, y una bendición para toda la Iglesia.
¡Bienvenidos a casa!
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