Te alabaré entre las naciones, Señor, y anunciaré tu nombre a mis hermanos. Sal 17,50; 21,23
Memoria de San Juan de Capistrano, presbítero: Un Mensaje de Esperanza y Servicio
El 23 de octubre celebramos la memoria de San Juan de Capistrano, un presbítero valiente que vivió en el siglo XV y dejó un legado de fe y defensa incansable de la verdad. Fue un hombre de gran celo apostólico, conocido por su predicación poderosa y su servicio como líder militar en la defensa del cristianismo. Hoy, reflexionamos sobre su vida, las enseñanzas del apóstol Pablo en su carta a los Efesios (Efesios 3,2-12), el Salmo 12, y el Evangelio según San Lucas 12,39-48, para extraer lecciones que nos inspiran hacia el futuro.
San Juan de Capistrano: Fe, Predicación y Defensa del Evangelio
San Juan de Capistrano nació en 1386 en Italia y se distinguió como un predicador intrépido. Su vida es testimonio del poder de la Palabra de Dios en tiempos de crisis. En un momento histórico de divisiones y herejías, Juan viajó por Europa promoviendo la reforma moral y doctrinal dentro de la Iglesia y predicando a grandes multitudes. Se le conoce, especialmente, por haber dirigido las fuerzas cristianas en la defensa de Belgrado en 1456 contra el Imperio Otomano, logrando una victoria crucial que salvaguardó la cristiandad en Europa. Esta acción lo convirtió en un símbolo del servicio valiente, dispuesto a luchar por la fe hasta el final. Sus palabras resonaban con esperanza, como una luz en medio de las dificultades, algo que también encontramos en los textos bíblicos de hoy.
De la carta de San Pablo a los Efesios 3, 2-12: El Misterio Revelado a Todos los Pueblos
En la segunda lectura de la liturgia de hoy, el apóstol Pablo nos presenta un misterio que ha sido revelado a él para compartir con todas las naciones: "Los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Cristo Jesús mediante el Evangelio" (Efesios 3,6). Pablo se ve a sí mismo como un instrumento humilde de la gracia de Dios, enviado para proclamar el mensaje universal de salvación en Cristo. Este pasaje nos recuerda la amplitud de la misión de la Iglesia: no se limita a un pueblo o a un grupo específico, sino que está abierta a todos los que deseen recibir la Buena Nueva.
A la luz del Magisterio de la Iglesia, este pasaje subraya la misión evangelizadora de la Iglesia. En la encíclica "Evangelii Gaudium", el Papa Francisco nos recuerda que "todos estamos llamados a ser discípulos misioneros" (EG 120). Así como San Juan de Capistrano asumió esta misión con celo, se nos invita a anunciar la riqueza insondable de Cristo, especialmente en un mundo que necesita esperanza.
El Salmo 12: "El Señor es mi Dios y Salvador"
El Salmo responsorial de hoy expresa una confianza inquebrantable en la salvación de Dios: "Confío en tu misericordia, Señor, y me alegra tu salvación". Estas palabras encuentran eco en la vida de San Juan de Capistrano, quien, a pesar de las dificultades y las amenazas externas, nunca perdió la confianza en el Señor. Su vida de oración constante y dedicación a la predicación muestra que, cuando confiamos en Dios, podemos enfrentar cualquier adversidad con esperanza y alegría. Este Salmo nos invita a hacer lo mismo: confiar en que, aunque el mundo nos presente desafíos, el Señor siempre es nuestro Salvador y protector.
Evangelio según San Lucas 12, 39-48: Fidelidad en el Servicio
El Evangelio de San Lucas nos ofrece una advertencia: debemos estar vigilantes y ser fieles administradores de los dones que Dios nos ha confiado. Jesús dice: "A quien mucho se le dio, mucho se le exigirá" (Lucas 12,48). Esta enseñanza se relaciona directamente con el llamado a ser fieles en nuestras responsabilidades, ya sea en el ministerio, la vida familiar, o el trabajo. La vigilancia no solo implica estar atentos, sino también ser responsables con el don del Evangelio, tal como lo fue San Juan de Capistrano, quien usó su vida y su talento para servir a la Iglesia.
A la luz de la doctrina de la Iglesia, esta parábola destaca la importancia del servicio generoso y fiel. El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC 2447) nos enseña que las obras de misericordia son una expresión concreta de nuestra responsabilidad como seguidores de Cristo. Debemos preguntarnos: ¿Cómo estoy siendo administrador de los dones que Dios me ha dado? ¿Estoy siendo fiel a mi vocación de anunciar el Evangelio con mi vida?
La misión que Dios me ha confiado es un regalo que debo administrar con fidelidad y entrega. Como San Pablo y San Juan de Capistrano, estoy llamado a ser testigo del Evangelio en mi vida diaria, compartiendo con los demás la riqueza de la gracia de Cristo.
Siento una profunda gratitud por los dones que Dios me ha dado y una renovada determinación de utilizarlos para servir a los demás. Así como San Juan de Capistrano no temió predicar y luchar por la fe, yo también quiero ser un instrumento de esperanza y servicio.
Visualizo a San Juan de Capistrano, predicando ante una multitud, con el fuego del Espíritu Santo en su corazón, inspirado por la misión de Cristo. Su valentía y determinación me animan a ser igualmente valiente en mi fe.
Hoy me comprometo a vivir mi vocación de manera más plena. Buscaré oportunidades concretas para servir a los demás, ya sea a través de una obra de misericordia o siendo testigo del Evangelio en mi entorno. Además, dedicaré tiempo a la oración, pidiendo a San Juan de Capistrano que me guíe en mi misión de ser un fiel administrador de los dones de Dios.
San Juan de Capistrano nos recuerda que la vida cristiana es una llamada a la fidelidad y al servicio. Inspirados por su ejemplo, y por las enseñanzas de San Pablo y del Evangelio de Lucas, estamos invitados a vivir con esperanza, compartiendo los dones que Dios nos ha confiado y siendo siempre vigilantes y fieles en nuestra misión de llevar el mensaje del Evangelio al mundo.
Que hoy, a la luz del legado de este gran santo, podamos redescubrir nuestra vocación como discípulos misioneros, confiando siempre en la misericordia de Dios y esforzándonos por ser fieles administradores de Su gracia.
Estén preparados, porque no saben a qué hora va a venir el Hijo del hombre. Mt 24, 42.44
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