Semana XXI del Tiempo Ordinario
Viernes
29 de agosto de 2025
Martirio de San Juan Bautista
La Palabra de Dios ilumina nuestro caminar
Las lecturas de hoy nos ofrecen un mensaje profundo de fidelidad, esperanza y testimonio en medio de las pruebas. El profeta Jeremías escucha de parte del Señor: “Tú cíñete los lomos, ponte en pie y diles todo lo que yo te mande” (Jer 1,17). Es una invitación a la valentía, a no callar frente a la injusticia ni el pecado, aunque el corazón tiemble y los poderosos se incomoden. Jeremías fue llamado a ser profeta de la verdad, sostenido por la promesa de Dios: “Ellos pelearán contra ti, pero no te vencerán, porque yo estoy contigo para librarte” (Jer 1,19).
El salmo responsorial, tomado del Salmo 70, es una súplica confiada: “Proclamaré, Señor, tu misericordia”. En los labios de un creyente, esta oración se convierte en fortaleza, especialmente cuando la vida presenta oposición o persecución. No es un grito de desesperación, sino de esperanza en un Dios que nunca abandona a los suyos.
El Evangelio (Mc 6,17-29) nos conduce al drama del martirio de San Juan Bautista. Juan no buscó agradar a los hombres, sino ser fiel a Dios. Su denuncia contra Herodes le costó la vida, pero su testimonio quedó inscrito en la historia de la fe como un ejemplo de coherencia y valentía. San Beda el Venerable decía que Juan murió por Cristo, aunque aún no hubiera muerto Cristo en la cruz, porque entregó su vida defendiendo la verdad del Evangelio en germen.
El martirio de San Juan Bautista: una luz de esperanza
El martirio no es derrota, sino triunfo en la lógica del Reino de Dios. Juan, precursor de Cristo, con su sangre señala al Cordero que quita el pecado del mundo. Su muerte, injusta y cruel, es semilla de esperanza, porque anticipa la victoria de Jesús sobre el pecado y la muerte. San Agustín predicaba que en Juan se refleja la figura de todos los que, por fidelidad a Dios, se convierten en testigos firmes de la verdad.
Hoy la Iglesia nos invita a mirar a Juan como modelo de discípulo que no se acomoda a las modas ni a la presión social, sino que permanece firme en su misión. Su vida nos recuerda que la fidelidad al Evangelio puede incomodar, pero siempre es fecunda.
Reflexión para nuestro tiempo
Vivimos en una sociedad que muchas veces relativiza la verdad y confunde la libertad con el libertinaje. El testimonio de Juan el Bautista resuena con fuerza: ¡vale más perder la vida antes que perder la verdad! La coherencia cristiana no es opcional; es la esencia de nuestra fe.
El mensaje de Jeremías nos recuerda que Dios no abandona a quienes le son fieles. Él fortalece nuestras debilidades y convierte nuestra fragilidad en ocasión de gracia. El salmo nos invita a proclamar con confianza su misericordia, aún en los momentos de prueba.
Frente al miedo, la persecución o las dificultades, la Palabra de hoy nos da esperanza: Dios está con nosotros, sostiene nuestra voz y nos da la fuerza para permanecer firmes. La vida de San Juan Bautista nos enseña que el amor a Dios es más fuerte que cualquier amenaza, y que la verdad siempre florece, aunque parezca apagada.
Hoy, como comunidad, estamos llamados a:
El martirio de San Juan Bautista no es un recuerdo lejano, sino una llamada actual. Nos recuerda que el seguimiento de Cristo exige valentía, pero que esa valentía siempre está sostenida por la misericordia y la fidelidad de Dios.
Que hoy podamos hacer nuestras las palabras del salmista: “Tú, Señor, eres mi esperanza, mi seguridad desde mi juventud” (Sal 70,5). Y que, como Juan el Bautista, vivamos con la certeza de que la verdad de Cristo nos hace libres y nos conduce a la vida eterna.
Pbro. Alfredo Uzcátegui.
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