Los santos de Dios vivieron en el amor fraterno, por el mandato del Señor y las leyes paternas, porque solamente uno fue su espíritu y una su fe.
San Josafat, obispo y mártir: Ejemplo de unidad y servicio en el Señor
En la memoria de San Josafat, obispo y mártir, reflexionamos sobre su vida como un llamado a la unidad y a la fidelidad en la fe. San Josafat nació en el seno de la Iglesia Ortodoxa en el año 1580 en Ucrania, pero abrazó la Iglesia Católica buscando unir las diferencias que existían entre cristianos de Oriente y Occidente. Fue nombrado obispo de Vítebsk y más tarde arzobispo de Pólotsk, destacándose por su dedicación a la reconciliación entre las iglesias y su firmeza en la fe, incluso ante la persecución. Finalmente, en 1623, fue asesinado por quienes se oponían a la unidad que promovía, siendo un mártir de la comunión y del amor fraterno.
De la Carta del apóstol San Pablo a Tito 2,1-8
San Pablo en su carta a Tito, capítulo 2, nos exhorta a que cada persona actúe de manera ejemplar y enseñe la sana doctrina. Nos recuerda la importancia de vivir en integridad, siendo modelos de sobriedad y paciencia. Las enseñanzas del apóstol nos llaman a un amor concreto, vivido en nuestras acciones diarias y en la fidelidad a nuestra fe. Así, se nos invita a enseñar con rectitud, evitando divisiones y poniendo siempre la caridad como eje central de nuestro actuar.
San Josafat vivió estas enseñanzas: como obispo, trabajó incansablemente para unir a su pueblo, para enseñar con palabras claras y para guiar a sus fieles en la verdadera doctrina. Fue un pastor que, como San Pablo, entendía que el amor se debía vivir con humildad y servicio, reconociendo que la división sólo debilita el testimonio cristiano.
Salmo 36: “Dios es nuestro Salvador”
El Salmo 36 proclama que Dios es nuestro refugio y Salvador. En momentos de tribulación y dificultad, como los que enfrentó San Josafat, podemos encontrar en el Señor nuestro amparo y fortaleza. Él nos sostiene y nos guía por el camino de la justicia, incluso cuando todo parece desmoronarse a nuestro alrededor. San Josafat confió en el Señor hasta el final, creyendo que, aunque los conflictos lo rodeaban, Dios estaba de su lado. Este salmo nos anima a no desfallecer en la esperanza, sino a confiar siempre en el amor y en la justicia de Dios, pues Él es fiel y nunca nos abandona.
Evangelio según San Lucas 17,7-10
El Evangelio de Lucas nos ofrece la parábola del siervo, enseñándonos que, como servidores de Dios, debemos cumplir con nuestras tareas sin buscar recompensas inmediatas. San Josafat entendió esta enseñanza en su vida: trabajó por la Iglesia y por la unidad sin esperar reconocimientos, enfrentando incluso peligros mortales. Este texto nos invita a servir con humildad, recordando que nuestro llamado es a seguir a Cristo hasta el final, sin buscar la aprobación del mundo sino la satisfacción de ser instrumentos de Su paz y amor.
El Concilio Vaticano II en su decreto Unitatis Redintegratio sobre el ecumenismo, recuerda que la unidad es uno de los principales deseos de Cristo para su Iglesia. La vida de San Josafat es una muestra de este anhelo, ya que trabajó incansablemente por la reconciliación y la comunión. La Iglesia Católica sigue promoviendo la unidad entre los cristianos, inspirada en la labor y el sacrificio de San Josafat, reconociendo que, al construir la comunión, damos un testimonio más fuerte de Cristo al mundo.
"Dios es nuestra fuerza y nuestro refugio; quienes se acercan a Él no serán defraudados."
Gratitud por la fe que nos ha sido entregada y el deseo de preservarla y defenderla, como lo hizo San Josafat.
Un rebaño disperso que, al ver a su pastor, encuentra de nuevo el camino y se reúne, simbolizando la labor de San Josafat al unir a su pueblo bajo la misma fe.
Hoy, recordando a San Josafat, procuremos construir unidad en nuestras familias, comunidades y parroquias. Se nos invita a orar y trabajar por la paz y la reconciliación, especialmente con aquellos que tienen opiniones diferentes. Dialoguemos con caridad, valorando la fe que nos une y fortaleciendo nuestros vínculos como hijos e hijas de Dios.
San Josafat nos dejó un legado de valor, fidelidad y servicio. Su vida es un llamado a defender la unidad en la Iglesia, a vivir con humildad y a entregar nuestra vida al servicio de los demás. Al imitar su ejemplo, aprendemos a superar las divisiones y a ser constructores de paz. Busquemos, pues, ser defensores de la unidad, actuando con amor y respetando las diferencias con caridad y diálogo, siempre enfocados en la salvación que el Señor nos ofrece.
Que la intercesión de San Josafat nos impulse a ser instrumentos de reconciliación y paz en nuestras comunidades.
El que me ama cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra morada, dice el Señor. Jn 14,23
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