Ven Señor, y no tardes; ilumina lo que esconden las tinieblas y manifiéstate a todas las naciones. Ha 2,3; 1Co 4,5
Miércoles de la segunda semana de Adviento
En este tiempo de Adviento, cuando la Iglesia se encuentra en un camino de espera y esperanza, la memoria de San Dámaso I nos invita a meditar sobre el testimonio de un Papa que dedicó su vida al servicio de la Palabra de Dios, la unidad de la Iglesia y la transmisión de la fe. Unido a las lecturas de este día, encontramos un mensaje de consuelo, fortaleza y dirección hacia el futuro que nos prepara para el próximo Jubileo de 2025, el Año de los Peregrinos de la Esperanza.
Primera lectura: Isaías 40, 25-31
El profeta Isaías, en este pasaje, nos presenta un Dios incomparable en grandeza, pero cercano a nuestras necesidades humanas. Es el Señor quien da fuerza al cansado y vigor al débil. En este mensaje resplandece la esperanza: aun cuando la fatiga y el desánimo nos agoten, aquellos que esperan en el Señor "renuevan sus fuerzas, vuelan como las águilas, corren sin cansarse y caminan sin fatigarse".
La promesa de Isaías nos recuerda que el Adviento es tiempo de renovación interior, una oportunidad para volar con las alas de la fe, superar las adversidades y avanzar con paso firme hacia el encuentro con Cristo, nuestra esperanza viva.
Salmo 102: “Bendice al Señor, alma mía”
Este salmo nos invita a la alabanza y la gratitud. Dios es descrito como un Padre amoroso que perdona, sana y colma de bienes a sus hijos. En Adviento, este salmo nos anima a mirar nuestra vida y reconocer las innumerables bendiciones que Dios nos concede cada día. Al abrir nuestro corazón al Señor, nos preparamos para recibir Su gracia de manera plena en la Navidad.
Evangelio: Mateo 11, 28-30
Jesús, con un tono lleno de ternura, invita: "Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados, y yo les daré descanso". Él se presenta como el verdadero descanso del alma, el refugio seguro en medio de las tribulaciones. Su yugo, lejos de ser opresivo, es suave porque se carga con amor, y Su carga ligera porque se lleva con Su fuerza.
Este Evangelio es un bálsamo para nuestro corazón en Adviento, un llamado a soltar las preocupaciones que nos agobian y a confiar plenamente en el Señor. En el contexto del Jubileo 2025, estas palabras nos impulsan a caminar como peregrinos confiados, entregando nuestros pesares y renovando nuestra confianza en Cristo, nuestra esperanza.
San Dámaso I: Testimonio de esperanza y unidad
San Dámaso I (366-384), conocido por su amor a las Escrituras, nos dejó un legado invaluable al promover la traducción de la Biblia al latín, conocida como la Vulgata, realizada por San Jerónimo. Su trabajo incansable por la unidad de la Iglesia y su defensa de la fe contra las herejías nos inspiran a ser custodios de la verdad en un mundo que necesita luz y esperanza.
Su ejemplo nos recuerda que nuestra fe debe ser activa, que nuestra esperanza debe conducirnos a trabajar por la unidad y la paz, y que nuestra preparación para el Jubileo debe estar marcada por el compromiso con la Palabra de Dios y la comunión con nuestros hermanos.
A la luz del Magisterio y la doctrina de la Iglesia
El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que la esperanza "responde al anhelo de felicidad que Dios ha puesto en el corazón de todo hombre" (CIC 1818). En el Adviento, la Iglesia nos llama a ser testigos de esta esperanza, transmitiendo el consuelo de Cristo a un mundo herido y cansado.
El Papa Francisco, en su encíclica Evangelii Gaudium, nos anima a ser "peregrinos y evangelizadores" llenos de la alegría del Evangelio. Este llamado se hace especialmente relevante mientras nos preparamos para el Jubileo de 2025, un tiempo para fortalecer nuestra fe, renovar nuestra esperanza y actuar con caridad.
La esperanza en el Señor nunca defrauda; Él renueva nuestras fuerzas y nos conduce con amor a la vida plena.
Sentir el alivio que ofrece Jesús cuando le entregamos nuestras cargas, experimentando la paz y el consuelo que sólo Él puede dar.
En este Adviento, dedica tiempo a la oración y a la lectura de la Palabra de Dios. Haz una lista de las cargas que necesitas entregar al Señor y, en un momento de oración personal o comunitaria, entrégalas con confianza.
Preparación para el Jubileo 2025: Peregrinos de la esperanza
Este Adviento, el llamado es claro: somos peregrinos que avanzan con esperanza hacia el encuentro con Cristo. Iniciemos ya nuestra preparación para el Jubileo cultivando la oración, fortaleciendo la comunión con los demás y viviendo la caridad con generosidad.
Propuesta concreta:
Organiza un pequeño grupo en tu comunidad para reflexionar sobre las lecturas
del Adviento y planificar una actividad de servicio, como visitar enfermos,
apoyar a los necesitados o rezar juntos por la paz en el mundo.
Que este camino de Adviento, inspirado por el profeta Isaías, el salmista y el Evangelio de San Mateo, junto con el testimonio de San Dámaso I, sea para todos un tiempo de gracia, renovación y esperanza. ¡El Señor está cerca, sigamos caminando hacia Él!
Ya viene el Señor para salvar a su pueblo. Dichosos los que estén preparados para salir a su encuentro.
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