09
JUL
2025

¿Qué es eso de “Misa de Sanación”?



¿Qué es eso de “Misa de Sanación”?

Una reflexión doctrinal y pastoral sobre el carácter sanador de toda Eucaristía

En muchos contextos eclesiales y pastorales se ha vuelto común hablar de “Misa de Sanación”, como si se tratara de una modalidad especial o diferenciada dentro del Santo Sacrificio de la Misa. Esta expresión, aunque cargada de buena intención pastoral, puede generar confusión entre los fieles y empobrecer la comprensión del misterio eucarístico. ¿Acaso hay “Misas que sanan” y otras que no? ¿Qué dice la Iglesia al respecto?

1. Toda Misa es fuente de sanación

La Sagrada Eucaristía es el Sacrificio redentor de Cristo, actualización del misterio pascual: su pasión, muerte y resurrección. En ella, Cristo se entrega al Padre por nosotros y se nos da como alimento de vida eterna. La Presencia real de Cristo en la Eucaristía es ya en sí misma sanadora: “Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades” (Mt 8,17; cf. Is 53,4).

San Juan Pablo II lo expresó con fuerza en su encíclica Ecclesia de Eucharistia (n. 5):

“La Iglesia vive de la Eucaristía. Este misterio contiene en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia. [...] La Eucaristía edifica la Iglesia, y la Iglesia hace la Eucaristía.”

La Eucaristía sana el alma y, si es voluntad de Dios, también el cuerpo. Pero esta sanación ocurre en la medida en que participamos dignamente, con fe, arrepentimiento, apertura y perseverancia. No es un “acto mágico” ni un evento extraordinario separado del misterio central de la fe. Toda Misa es una Misa de sanación.

2. La tendencia a clasificar misas: un riesgo pastoral

En la práctica pastoral, algunos fieles buscan exclusivamente “misas de sanación”, entendidas como celebraciones con oraciones especiales, imposición de manos o testimonios. Si bien estos elementos pueden ser válidos dentro de un contexto litúrgico bien discernido, no deben oscurecer el hecho fundamental de que la Misa misma ya es el mayor acto sanador.

Esta clasificación puede llevar a errores doctrinales, como pensar que hay “misas comunes” y otras “más poderosas” o “milagrosas”, como si la eficacia de la gracia dependiera del ambiente emocional, de ciertos cantos, de un predicador carismático o del número de asistentes. La gracia de Dios no depende de lo sensible, sino de la acción objetiva del Espíritu Santo en los sacramentos.

3. La Eucaristía y los efectos de sanación espiritual y corporal

El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que:

“La Eucaristía no puede unirnos a Cristo sin purificarnos al mismo tiempo de los pecados cometidos” (CIC 1393).

Y también:

“La comunión del Cuerpo y la Sangre de Cristo acrecienta la unión del comulgante con el Señor, perdona los pecados veniales y preserva de pecados graves” (CIC 1416).

Esto es verdadera sanación. Además, en la historia de la Iglesia, muchos santos han testimoniado curaciones físicas o psíquicas vinculadas a la adoración eucarística o a la Santa Misa. Pero estas gracias no constituyen el centro del misterio: la mayor sanación es la salvación del alma y la comunión con Dios.

4. ¿Y qué hacer con las llamadas "Misas de Sanación"?

No se trata de suprimir toda iniciativa pastoral que busque abrir el corazón de los fieles a la acción sanadora de Dios. Lo que se necesita es discernimiento pastoral y formación teológica. Si se celebran Misas con énfasis en la sanación, deben mantenerse dentro del marco litúrgico aprobado, respetando la centralidad del sacrificio eucarístico y evitando sincretismos o emocionalismos.

Es válido que se integren oraciones por los enfermos, súplicas especiales, momentos de adoración o bendición con el Santísimo, pero siempre desde la verdad litúrgica y sacramental de la Misa.

Como recuerda el Directorio sobre la piedad popular y la liturgia (n. 17), es importante:

“Evitar separar o contraponer la piedad popular de la liturgia, y cuidar que no se introduzcan elementos impropios o equívocos.”

5. Un llamado a sacerdotes y agentes de pastoral

Queridos hermanos en el ministerio, no fomentemos sin querer una falsa teología de la Eucaristía al promover o aceptar la clasificación de las Misas. Toda Misa tiene poder sanador, porque en ella actúa el mismo Cristo. Nuestra tarea es educar en la fe, formar la conciencia litúrgica del Pueblo de Dios, y ayudar a vivir cada Eucaristía con una apertura total al misterio del amor divino.

6. La Misa es la medicina del alma

Dice San Ignacio de Antioquía:

“La Eucaristía es medicina de inmortalidad, antídoto contra la muerte, y remedio para vivir en Dios por Jesucristo.”

Volvamos al centro: Cristo en la Eucaristía es el Médico de las almas y cuerpos, y la Santa Misa es el sacramento que nos sana desde lo profundo, aunque no siempre como nosotros esperamos.

Formemos a nuestros fieles en esta verdad y vivamos cada Eucaristía como lo que es: el encuentro transformador con el Amor que nos sana y salva.

Para reflexionar:

¿Acudo a la Eucaristía como quien se acerca al manantial de la vida, o como quien busca un “evento especial”? ¿Busco a Cristo o busco milagros?


Pbro. Alfredo Uzcátegui.


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