Bendice, alma mía, al Señor, y no te olvides de sus beneficios, pues él perdona todas tus culpas. Aal 102,2-3
Peregrinos de Esperanza: Un Llamado a la Misericordia y la Humildad
Hoy, en este sábado del año 2025, nos encontramos en un momento de gracia dentro del Año Santo Jubilar, un tiempo privilegiado para la reflexión y el crecimiento espiritual. La liturgia de la palabra nos presenta tres textos que, aunque surgidos en tiempos y contextos diferentes, se entrelazan magistralmente para ofrecernos un mensaje de esperanza y conversión: Hosea 6:1-6, Salmo 50 y Lucas 18:9-14.
Volvamos a Dios: La Invitación de Oseas
El profeta Oseas, en un contexto de gran aflicción y apostasía, nos invita a retornar a Dios con un corazón renovado. "Volvamos al Señor; Él nos ha desgarrado, pero nos curará" (Oseas 6:1). Este llamado es un recordatorio de que, sin importar cuán profunda sea nuestra caída, la posibilidad de redención está siempre presente. En este Año Jubilar, somos llamados a ser peregrinos de esperanza, redescubriendo el camino hacia Dios, que es rico en misericordia y siempre dispuesto a perdonar.
Misericordia, No Sacrificios
El Salmo 50 profundiza esta llamada a la conversión interna más allá de las prácticas externas: "Misericordia quiero, no sacrificios" (Salmo 50:16). En este versículo, Dios nos aclara que lo que busca es un corazón contrito y humilde, que reconozca sus faltas y se abra genuinamente a la gracia divina. Este mensaje es esencial para nosotros hoy, peregrinos en este mundo, llamados a vivir no solo de ritos externos, sino de una transformación profunda que nos alinee más estrechamente con el corazón de Cristo.
Un Ejemplo de Humildad
En el Evangelio de Lucas, Jesús nos presenta la parábola del fariseo y el publicano (Lucas 18:9-14), donde se contrastan dos actitudes en la oración: la arrogancia autojustificadora del fariseo y la humildad del publicano. "El publicano, en cambio, ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: 'Dios, ten compasión de mí, que soy pecador'" (Lucas 18:13). Este relato nos enseña que la verdadera justificación ante Dios surge de un corazón que reconoce su necesidad de la misericordia divina.
Vivir el Año Santo Jubilar como Peregrinos de Esperanza
En este Año Jubilar, somos invitados a realizar un verdadero peregrinaje espiritual que refleje estas lecturas. ¿Cómo podemos, entonces, ser verdaderos peregrinos de esperanza?
Como peregrinos en este mundo, recordemos que nuestro destino final es la casa del Padre, donde se encuentran la verdadera paz y alegría. Este Año Santo nos ofrece una oportunidad única para avanzar en ese camino, revitalizados por la esperanza que nace de la fe en un Dios que nunca se cansa de ofrecer su misericordia y su amor incondicional.
Que este camino jubilar nos lleve a una renovación personal y comunitaria, haciendo de cada uno de nosotros verdaderos peregrinos de esperanza, testigos de la luz de Cristo en el mundo.
Hagámosle caso al Señor que nos dice: "No endurezcan su corazón". Sal 94,8
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