08
MAY
2025

Pan que alimenta, Palabra que transforma: esperanza para todos



Pan que alimenta, Palabra que transforma: esperanza para todos
Tercera Semana de Pascua • jueves 08 de mayo de 2025
Lecturas: Hch 8, 26-40; Sal 65; Jn 6, 44-51
Año Santo Jubilar • Segundo día del Cónclave

1. El encuentro que cambia una vida

La liturgia de este jueves pascual nos presenta un relato profundamente misionero y lleno de ternura: Felipe, impulsado por el Espíritu Santo, se acerca a un funcionario etíope que lee el profeta Isaías, pero no logra comprenderlo. Con sencillez, cercanía y claridad, Felipe le explica las Escrituras y le anuncia a Jesús. Este encuentro culmina con la alegría del bautismo. El texto concluye diciendo que el etíope “siguió su camino lleno de alegría” (Hch 8,39).

Esta escena revela cómo Dios se hace presente en los caminos de quienes lo buscan sinceramente. El Espíritu actúa silenciosa pero eficazmente en los corazones abiertos. Hoy también muchos, como ese etíope, leen, preguntan, buscan sentido… ¿Nos dejamos enviar por Dios como Felipe? ¿Anunciamos a Jesús con alegría, con humildad, con disponibilidad?

2. El Pan que da vida eterna

El Evangelio según san Juan nos conduce al corazón del mensaje cristiano: Jesús es el Pan vivo bajado del cielo. Él es más que maestro, más que profeta… es el alimento que el Padre nos da para tener vida verdadera. El Señor nos dice: “El que coma de este pan vivirá para siempre”. Esta afirmación no es una metáfora poética, sino una promesa real: en la Eucaristía, Cristo se entrega entero, con su cuerpo y su sangre, para que vivamos de Él, en Él y con Él.

En este Año Santo Jubilar, se nos invita a redescubrir la centralidad de la Eucaristía. Es el gran regalo de la Pascua: el Resucitado permanece con nosotros y nos fortalece para el camino. Acercarnos al Pan de Vida es reconocer que sin Él no podemos nada, pero con Él, todo se transforma.

3. Una salvación que es para todos

El Salmo 65 proclama con fuerza: “Tu salvación, Señor, es para todos”. No hay exclusiones en el amor de Dios. En un mundo marcado por la división, el rechazo, el elitismo y el descarte, el Evangelio nos recuerda que la gracia de Dios es universal. Todos están invitados a la mesa del Reino. Todos tienen un lugar en el corazón del Padre. Esta es una noticia profundamente esperanzadora.

La historia del etíope es también un signo de apertura: un extranjero, de otra cultura, encuentra en Cristo su camino, su verdad y su vida. La Iglesia, fiel al mandato de su Señor, no puede cerrarse en sí misma, sino que debe salir, como Felipe, al encuentro de quienes la vida pone en su camino.

4. En camino hacia un nuevo Sucesor de Pedro

Hoy, mientras meditamos estas lecturas que hablan de apertura, misión y alimento espiritual, la Iglesia entera ora con fervor por los cardenales reunidos en el segundo día del Cónclave. Pedimos que el Espíritu Santo los ilumine y guíe para discernir al nuevo Sucesor de Pedro. Un Papa que sea, como Felipe, servidor de la Palabra; como Jesús, pan partido para la vida del mundo; como Pedro, roca firme y pastor del rebaño.

5. Para vivir el Año Santo Jubilar

Este tiempo de gracia y conversión que vivimos como Iglesia nos ofrece tres claves para el camino:

  • Acoge la Palabra de Dios con deseo de comprender y de vivir. Deja que alguien te la explique, como Felipe lo hizo. No camines solo.
  • Aliméntate del Pan de la Vida. Participa frecuentemente en la Eucaristía. Comulga con fe, esperanza y amor.
  • Sé instrumento del Espíritu. Deja que Dios te envíe. Hay muchos que esperan una palabra de luz, una compañía de fe, una mano fraterna.

Una Iglesia en salida, un pueblo en oración

En este Jueves de Pascua, en medio del discernimiento eclesial del nuevo Papa, la Palabra nos invita a confiar. Dios conduce la historia. Su amor es más fuerte. Su salvación llega a todos. Que nuestra oración se eleve como incienso por toda la Iglesia. Y que este tiempo jubilar nos renueve desde dentro, para caminar con alegría, como el etíope… llenos de Cristo.

“Señor Jesús, Pan vivo bajado del cielo, haznos dóciles a tu Espíritu como Felipe, y haznos hambrientos de Ti, como el etíope. Alimenta a tu Iglesia y guía con tu luz a los cardenales en el Cónclave. Amén.”

 


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