12
AGO
2025

“No temas, el Señor va contigo”



“No temas, el Señor va contigo”

Martes XIX del Tiempo Ordinario – 12 de agosto de 2025
Lecturas: Dt 31,1-8; Dt 32; Mt 18,1-5.10.12-14
Memoria de Santa Juana de Chantal, religiosa

Hoy, la Palabra de Dios nos pone frente a dos imágenes luminosas: la del líder que confía el futuro a Dios y la de Jesús que abraza a un niño como modelo de entrada en el Reino. En medio de nuestras incertidumbres, la liturgia de este día nos recuerda que no caminamos solos: el Señor es quien va delante de nosotros, nos precede y nos sostiene.

Primera lectura: Moisés, el líder que entrega con fe

En Deuteronomio 31,1-8, Moisés se dirige al pueblo de Israel en un momento clave: él no será quien los conduzca a la Tierra Prometida; su misión está cumplida y Josué será su sucesor. Sin embargo, lejos de dejar un mensaje de tristeza o miedo, Moisés pronuncia un mandato de esperanza:

“Sean fuertes y valientes… No teman ni se asusten, porque el Señor tu Dios va contigo; no te dejará ni te abandonará” (Dt 31,6).

Aquí encontramos una enseñanza para todo cristiano: ninguna misión depende solo de nosotros. Los proyectos de Dios son más grandes que una sola persona y su fidelidad trasciende generaciones. El mismo Señor que guio a Moisés guiará a Josué, y el mismo Señor que estuvo con nuestros padres en la fe estará con nosotros y con quienes vendrán después.

Salmo: Bendecir en medio del camino

El Salmo deuteronómico 32 nos hace mirar hacia atrás y recordar las obras del Señor. El pueblo bendice porque Dios ha sido fiel, incluso cuando ellos se han extraviado. Bendecir al Señor no es solo pronunciar palabras bonitas; es reconocer su presencia constante y su amor que educa, corrige y salva.

Evangelio: El más pequeño en el Reino

En Mateo 18,1-5.10.12-14, los discípulos preguntan quién es el más grande en el Reino de los Cielos. Jesús rompe sus expectativas humanas: pone a un niño en medio de ellos y declara que hay que hacerse como él para entrar en el Reino.

En la cultura bíblica, un niño representaba a la persona más indefensa y dependiente. Jesús nos invita a recuperar la sencillez, la humildad, la confianza total en Dios. No se trata de ser infantiles, sino de vivir como verdaderos hijos que saben que el Padre cuida de todo.

La segunda parte del Evangelio nos recuerda la parábola de la oveja perdida: el Buen Pastor no se conforma con el rebaño seguro; su corazón está en quien se ha alejado, y su alegría se multiplica al encontrarlo. Esto nos revela que la misión de la Iglesia es siempre inclusiva, buscadora, misericordiosa.

Santa Juana de Chantal: una mujer de fe y esperanza

Hoy la Iglesia recuerda a Santa Juana Francisca de Chantal (1572-1641), fundadora de la Orden de la Visitación junto a San Francisco de Sales. Viuda y madre, vivió profundas pruebas personales: la muerte de su esposo, la oposición familiar a su vocación, enfermedades y pérdidas. Sin embargo, supo responder con fe madura, transformando el dolor en servicio.

Su vida nos enseña que la santidad florece cuando la confianza en Dios supera las heridas del pasado, y que cada etapa de la vida puede convertirse en ocasión de entrega.

Enseñanza para hoy

Las tres voces que hoy escuchamos —Moisés, Jesús y Santa Juana— nos invitan a un mismo movimiento espiritual:

  1. Confiar en el Dios que no abandona (Dt 31,8).
  2. Hacernos pequeños para entrar en el Reino (Mt 18,3).
  3. Transformar las pruebas en oportunidades de amor (vida de Santa Juana).

En un mundo que valora la autosuficiencia y la fuerza exterior, el Evangelio nos propone el camino opuesto: reconocer nuestra necesidad de Dios y dejarnos conducir por Él, con el corazón abierto a todos, especialmente a los más pequeños y frágiles.

Palabra que da esperanza

No importa si la etapa de la vida que vives es de liderazgo activo o de entrega de la posta a otros, de alegría o de pérdida, de certeza o de confusión. El Señor, que es el mismo ayer, hoy y siempre (Hb 13,8), va delante de ti y prepara tu camino. Su promesa es firme: “No te dejará ni te abandonará”.

Propósito para la semana

Haz un acto concreto de confianza en Dios. Puede ser una oración breve al comenzar el día, una decisión tomada desde la fe, o el paso valiente de retomar un camino que habías dejado por miedo. Y recuerda: la verdadera grandeza en el Reino es vivir con un corazón de hijo.

 

Oración:

Señor, haz mi corazón sencillo y confiado como el de un niño. Que no tema las transiciones ni los cambios, porque sé que Tú vas delante de mí. Ayúdame a bendecirte siempre y a buscar a quien se ha perdido, para alegrar contigo el cielo. Amén.

 

 Pbro. Alfredo Uzcátegui.


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