18
JUL
2025

“Misericordia quiero, y no sacrificios”



“Misericordia quiero, y no sacrificios”

Semana XV del Tiempo Ordinario – Año Santo Jubilar – Mes de la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo
Parroquia de Santa Ana y San Joaquín

Palabra de Dios:

Primera lectura: Éxodo 11,10–12,14
Salmo: Salmo 115 (116): "Cumpliré mis promesas al Señor, en presencia de todo el pueblo."

Evangelio: Mateo 12,1–8

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

En este viernes 18 de julio, en el corazón del Año Santo Jubilar de la Esperanza y en el Mes de la Preciosa Sangre de Cristo, la liturgia nos presenta un mensaje de profunda liberación, misericordia y cumplimiento de promesas. Como peregrinos que avanzamos en la fe, nos dejamos guiar por la Palabra viva de Dios que hoy nos invita a recordar que la libertad no es sólo un hecho histórico, sino un don espiritual que se actualiza en cada Eucaristía.

Este día, además, celebramos a San Arnulfo de Metz, obispo del siglo VII, cuya vida fue testimonio de firmeza ante la injusticia y fidelidad al Evangelio. Nacido en el año 582, San Arnulfo dejó las comodidades del mundo para abrazar el Evangelio con humildad y radicalidad. Su ejemplo es luz para los pastores y fieles de todos los tiempos.

Primera lectura: El inicio del Éxodo y la Pascua que libera

En Éxodo 11,10–12,14, el Señor anuncia a Moisés y Aarón la décima y última plaga: la muerte de los primogénitos. Pero junto con la tragedia que caerá sobre Egipto, Dios instituye la Pascua del Señor, una celebración que será memoria perpetua para el pueblo de Israel. Esta Pascua será el paso de la esclavitud a la libertad, de la muerte a la vida. Dios no olvida su promesa: rescatará a su pueblo con brazo fuerte.

¿Qué nos dice hoy esta lectura?

Nos recuerda que Dios interviene en la historia, en momentos de dolor, cuando todo parece perdido. Él no se olvida de su pueblo ni de sus promesas. La Pascua cristiana encuentra su plenitud en Jesús, Cordero inmolado, cuya sangre —la Preciosa Sangre— nos redime, nos protege y nos da acceso a la libertad definitiva.

Salmo 115: Cumpliré mis promesas al Señor

Este salmo es un canto de gratitud. El salmista reconoce que ha sido librado de la muerte, que Dios ha escuchado su súplica y que no puede quedarse callado: debe cumplir lo prometido, debe alabar públicamente a su Señor.

En el contexto del Año Jubilar, este salmo nos llama a la coherencia de vida. Si hemos recibido la gracia de ser liberados por Cristo, no podemos vivir como si no hubiese pasado nada. Es hora de cumplir las promesas, renovar nuestra consagración bautismal, vivir la fe con autenticidad y compartirla con alegría.

Evangelio: "Misericordia quiero, y no sacrificios"

El Evangelio según san Mateo (12,1–8) narra cómo los discípulos de Jesús, al pasar por un campo, arrancan espigas para comer. Los fariseos lo consideran un acto contrario al descanso sabático. Jesús responde con firmeza: el Hijo del Hombre es Señor del sábado, y lo más importante para Dios no es el cumplimiento frío de la ley, sino la misericordia vivida con el corazón.

¿Qué significa esto para nosotros hoy?

En muchas ocasiones, podemos caer en una fe rígida, legalista, sin compasión. Jesús nos enseña que la ley encuentra su plenitud en el amor. No basta con cumplir normas externas; es necesario tener un corazón como el suyo: misericordioso, atento al sufrimiento, generoso en el perdón.

En este Año de Gracia Jubilar, se nos invita a abrir los ojos a los más necesitados, a vivir una espiritualidad de comunión, a pasar del sacrificio al servicio, del rito al compromiso concreto con el prójimo.

El Mes de la Preciosa Sangre: redención que transforma

Celebrar este mes con especial devoción a la Preciosa Sangre de Cristo es reconocer que la redención no es un concepto teológico abstracto, sino un acto de amor que toca nuestra historia, sana nuestras heridas y nos hace nuevos.

La Sangre derramada por Cristo en la cruz es el cumplimiento perfecto de la Pascua. Él es el verdadero Cordero que quita el pecado del mundo. Cada Eucaristía es un memorial vivo de esta entrega.

Que esta devoción nos impulse a:

  • Ofrecer nuestros sufrimientos unidos a la Cruz de Cristo.
  • Perdonar y reconciliarnos con quienes nos han herido.
  • Amar hasta dar la vida, como Jesús y como San Arnulfo.

San Arnulfo de Metz: pastor, ermitaño y testigo de esperanza

San Arnulfo nació en el año 582 en la región de Austrasia, hoy parte de Francia. Fue un noble franco al servicio de la corte del rey Teodoberto II, pero escuchó el llamado de Dios y se retiró a la vida eclesiástica. Fue ordenado sacerdote y nombrado obispo de Metz en el año 614.

Como obispo, promovió la reforma eclesial, la caridad y la fidelidad doctrinal. Luego de años de servicio pastoral, se retiró como ermitaño a las montañas de los Vosgos, donde vivió en penitencia y oración hasta su muerte alrededor del año 640.

Su vida fue un puente entre el poder político y la santidad personal. Fue padre de San Ansegiso, y antepasado de los Carolingios. Su ejemplo nos recuerda que la vocación al poder solo es legítima si se vive desde la fe y al servicio del bien común.

Para vivir este Año Santo Jubilar:

  1. Peregrina hacia una iglesia jubilar o lugar sagrado. Cada paso puede ser una oración.
  2. Participa con fervor de la Santa Misa, especialmente en días feriales como este viernes.
  3. Haz un acto concreto de misericordia: visitar a un enfermo, reconciliarte con alguien, dar limosna a quien sufre.
  4. Confiesa tus pecados y ofrece tu vida a Cristo, dejando que su Sangre te purifique.
  5. Celebra la memoria de los santos con alegría, aprendiendo de su ejemplo.

Un pensamiento de esperanza

Cristo no vino a anular la ley, sino a darle plenitud desde el amor. Su Sangre preciosa no clama venganza, sino redención. Su Pascua no es pasado, es presente y futuro. Su misericordia transforma y libera.

Frase para meditar

"No hay mayor amor que dar la vida por los amigos." (Juan 15,13)

Oración final

Señor Jesús, Cordero Pascual,
que con tu Sangre nos has redimido,
haznos vivir cada día como testigos de tu misericordia.
Líbranos del juicio severo,
y danos un corazón compasivo.
Que, como San Arnulfo de Metz,
vivamos la fe con valentía y humildad,
y sepamos retirarnos al silencio cuando tu voz nos llame.
Amén.

Parroquia de Santa Ana y San Joaquín
18 de julio de 2025
Mes de la Preciosa Sangre de Cristo
Camina, cree, ama. ¡Cristo vive!
¡Feliz Año Santo Jubilar de la Esperanza!


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