Lunes 15 de septiembre de 2025 — Semana XXIV del Tiempo Ordinario
Memoria de la Bienaventurada Virgen María de los Dolores – Jubileo de la
Consolación
Queridos hermanos en Cristo:
Hoy la liturgia nos invita a contemplar el misterio profundo del dolor y de la esperanza a través de la figura de la Virgen María, la Madre Dolorosa, cuya memoria celebramos en este día. Ella, al pie de la Cruz, se convierte en modelo de fe inquebrantable, de amor sin reservas y de consuelo para todos los que sufren.
La Palabra que ilumina nuestro caminar
La Carta a los hebreos (5,7-9) nos recuerda que Cristo, “a gritos y con lágrimas”, ofreció súplicas al Padre y, aprendiendo obediencia a través del sufrimiento, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen. Este pasaje nos abre un horizonte de esperanza: el dolor no es la última palabra, sino que, en Cristo, se transforma en fuente de vida y redención.
El Salmo 30 proclama con fuerza: “Señor, por tu amor tan grande, ponme a salvo”. La confianza del salmista se hace oración de cada creyente que, en medio de la prueba, sabe que Dios es roca firme, refugio y liberación.
El Evangelio según san Lucas (2,33-35) nos presenta a Simeón anunciando a María que una espada le atravesará el alma. Esta profecía revela que el camino de María estará íntimamente unido al de su Hijo, compartiendo sus dolores para ser también Madre de consuelo para toda la humanidad.
María, Madre de los Dolores, Madre de la Esperanza
La Iglesia, al venerar a la Virgen de los Dolores, no se queda en la contemplación de una Madre que sufre, sino que reconoce en ella a la Mujer fuerte, la nueva Eva que permanece fiel cuando todos huyen, la discípula perfecta que, unida a la cruz, se convierte en Madre de la Iglesia.
Los Padres de la Iglesia, como san Bernardo de Claraval, nos recuerdan que “el martirio de la Virgen se consumó en el corazón, pues la espada no tocó la carne, sino que traspasó su espíritu”. María sufrió con Jesús y por Jesús, pero nunca perdió la esperanza. Por eso, en ella se cumple la bienaventuranza: “Dichosa tú que has creído”.
En este Jubileo de la Consolación, la memoria de María Dolorosa cobra un sentido profundo: así como Ella permaneció firme en medio del dolor, la Iglesia está llamada hoy a ser presencia de consuelo en un mundo marcado por guerras, divisiones, injusticias y soledades. María nos enseña a transformar el sufrimiento en ofrenda, el llanto en oración y la cruz en camino de vida nueva.
Un mensaje de esperanza para el futuro
Contemplar a la Virgen de los Dolores no es invitarnos al pesimismo, sino a la confianza. Ella nos muestra que la verdadera fortaleza nace de la unión con Cristo. María nos enseña a no desesperar en la prueba, a no rendirnos ante la injusticia, a mantener viva la esperanza incluso cuando el horizonte parece oscuro.
Hoy, cada familia, cada joven, cada anciano que atraviesa momentos de dolor puede mirar a María y encontrar en ella una Madre que comprende, que acompaña y que señala a Jesús como único camino de salvación.
Para nuestra vida cristiana
Oración final
Virgen María, Madre Dolorosa, que al pie de la Cruz permaneciste firme en la fe y llena de esperanza, enséñanos a vivir nuestros sufrimientos unidos a tu Hijo Jesús. Consuela nuestras lágrimas, fortalece nuestra esperanza y haz de nosotros instrumentos de paz y de consuelo en medio del mundo. Amén.
Invitación pastoral
En este día en que celebramos a la Virgen María de los Dolores, invitamos a toda la comunidad parroquial a rezar el Rosario de los Siete Dolores de María, ya sea en familia o en comunidad, como signo concreto de unión con nuestra Madre Dolorosa. Esta oración nos ayudará a meditar los momentos más difíciles de la vida de María y a aprender de Ella la paciencia, la fortaleza y la esperanza que nacen de la cruz.
Rosario de los Siete Dolores de la Santísima Virgen María
(Para rezar en familia o en comunidad durante el Jubileo de la Consolación)
Cómo rezarlo
Los Siete Dolores de María
1. Profecía de Simeón (Lc 2,34-35)
"Este niño será signo de contradicción... y a ti misma una espada te atravesará el alma."
2. Huida a Egipto (Mt 2,13-15)
"José tomó al niño y a su madre de noche y huyó a Egipto."
3. Pérdida del Niño Jesús en el Templo (Lc 2,41-50)
"¿No sabían que debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?"
4. Encuentro con Jesús en el camino del Calvario (Lc 23,27-31)
"Una gran multitud le seguía, incluso mujeres que se lamentaban por Él."
5. María al pie de la Cruz (Jn 19,25-27)
"Junto a la cruz de Jesús estaba su Madre."
6. María recibe el cuerpo de Jesús en sus brazos (Lc 23,55-56)
"José de Arimatea bajó el cuerpo y lo entregó a su Madre."
7. Sepultura de Jesús (Lc 23,55-56)
"Vieron el sepulcro y cómo había sido colocado el cuerpo."
Oración final
Oh Virgen Dolorosa, Madre de la Iglesia, enséñanos a unir nuestros sufrimientos a los de tu Hijo, y haznos portadores de consuelo y esperanza para nuestros hermanos. Amén.
Promesa de la Virgen a quienes lo recen con fe
Según la tradición, la Virgen María concede gracias especiales de conversión, fortaleza en las pruebas y perseverancia final a quienes mediten con devoción sus Siete Dolores.
Pbro. Alfredo Uzcátegui.
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