PARROQUIA DE SANTA ANA Y SAN
JOAQUÍN
Semana XVI del Tiempo Ordinario – martes 22 de julio de 2025
Fiesta de Santa María Magdalena
Año Santo Jubilar • Mes dedicado a la Preciosa Sangre de Nuestro Señor
Jesucristo
María Magdalena: Discípula del Resucitado y testigo del Amor que renueva
“He visto al Señor” (Jn 20,18)
Hoy la Iglesia universal celebra con alegría y esperanza la Fiesta de Santa María Magdalena, testigo privilegiada de la Resurrección, discípula fervorosa del Señor y primera anunciadora del triunfo de la vida sobre la muerte. Esta mujer, que amó profundamente a Jesús y experimentó en su carne y espíritu la fuerza transformadora de la misericordia, es presentada como modelo para todos los creyentes que desean vivir un encuentro personal y renovador con el Resucitado.
En este contexto litúrgico y espiritual del Año Santo Jubilar, y en este mes de julio consagrado a la Preciosa Sangre de Cristo, contemplamos a María Magdalena como una figura que nos invita a una vida redimida, reconciliada y misionera.
Primera Lectura: “El que está en Cristo es una nueva criatura”
(2 Corintios 5,14-17)
San Pablo nos recuerda hoy una verdad esencial: el amor de Cristo nos apremia. Ese amor, que ha sido derramado hasta la última gota de sangre en la cruz, transforma nuestra historia rota en posibilidad de gracia. La sangre de Cristo no solo limpia, sino que hace nuevas todas las cosas.
María Magdalena fue ejemplo de esta novedad. Ella, liberada de siete demonios (cf. Lc 8,2), pasó de las sombras del pecado al resplandor de la gracia, de la tristeza del pasado a la misión del presente. La experiencia del amor de Jesús la convirtió en criatura nueva, en discípula, en testigo. ¿No es esto lo que el Señor quiere también para nosotros en este tiempo de gracia jubilar?
Salmo 62: “Señor, mi alma tiene sed de ti”
Este hermoso salmo resuena como un eco del corazón de María Magdalena: un alma sedienta que ha encontrado en Jesús la fuente de agua viva. Su búsqueda no fue superficial; fue total, intensa, perseverante.
También nosotros, en medio del ruido del mundo, estamos llamados a redescubrir esta sed de Dios, esta urgencia de encontrar al Señor no en ideas ni emociones pasajeras, sino en una relación viva y personal. El Jubileo es una oportunidad para despertar el deseo profundo del alma, para buscar al Señor donde verdaderamente se deja encontrar: en la Eucaristía, en la Palabra, en los sacramentos, en el rostro de los hermanos.
Evangelio (Juan 20,1-2.11-18): “¡María!” – “¡Rabbuní!”
El Evangelio de hoy es uno de los pasajes más conmovedores de toda la Escritura. Nos presenta a María Magdalena llorando junto al sepulcro vacío, buscándolo, esperando verlo, sin saber que Él ya la estaba mirando.
Cuando Jesús pronuncia su nombre, María, toda su vida cobra sentido. Es la voz del Buen Pastor que llama a su oveja por su nombre. Y su respuesta, Rabbuní (Maestro), nos revela una fe emocionada, íntima, una certeza de amor que no se borra.
María Magdalena se convierte así en la apóstol de los apóstoles, como la llamó Santo Tomás de Aquino. Fue la primera enviada por el Resucitado para anunciar la Buena Noticia a los discípulos: “He visto al Señor”. Y ese anuncio sigue siendo actual, sigue encendiendo fuegos nuevos en los corazones de los que se encuentran con Cristo vivo.
Un Camino para Vivir el Año Jubilar
En este Año Santo de gracia y reconciliación, la figura de Santa María Magdalena nos ofrece un camino concreto para vivir intensamente este tiempo de renovación espiritual:
María Magdalena y la Preciosa Sangre de Cristo
El mes de julio está consagrado a la Preciosa Sangre de Jesús, signo de amor total, precio de nuestra redención. María Magdalena, al pie de la cruz, contempló ese misterio con sus propios ojos (cf. Jn 19,25). Ella entendió que cada gota de sangre derramada hablaba de amor y perdón.
Imitemos su actitud reverente y agradecida. En cada Eucaristía, al recibir el Cuerpo y la Sangre del Señor, renovamos ese mismo encuentro. Que la Preciosa Sangre de Cristo limpie nuestro corazón, nos devuelva la alegría de vivir y nos impulse a ser testigos de esperanza.
Una discípula para nuestro tiempo
Santa María Magdalena no fue solo una mujer del pasado, sino una testigo vigente para nuestro tiempo. En un mundo herido, confundido y muchas veces frío, su figura nos recuerda que el amor de Cristo es capaz de renovar todas las cosas, de sanar las heridas más profundas y de transformar el llanto en misión.
Hoy, en esta Fiesta y en este Año Santo, escuchemos también nosotros nuestro nombre en los labios del Resucitado y respondamos con fe, esperanza y entrega: ¡Rabbuní!
Propósito para hoy:
Haz una visita al Santísimo Sacramento. Preséntale tu historia, tus lágrimas,
tus búsquedas. Dile con confianza: “Señor, mi alma tiene sed de ti”. Pídele
la gracia de escuchar tu nombre en su voz.
Oración final:
Señor Jesús,
tú que miraste a María Magdalena con ternura y le diste un nuevo corazón,
míranos también a nosotros con compasión.
Haznos nuevos en tu amor.
Derrama sobre tu Iglesia la fuerza vivificadora de tu Sangre preciosa,
y envíanos como testigos de tu resurrección.
Amén.
Parroquia Santa Ana y San Joaquín
Fiesta de Santa María Magdalena – Año Jubilar 2025
“¡He visto al Señor!” (Jn 20,18)
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