La verdadera familia de Jesús: vivir la Palabra y construir la Casa de Dios
Martes 23 de septiembre de 2025 – Semana XXV del Tiempo Ordinario
Hoy, la Palabra de Dios nos ilumina en este martes con un mensaje de unidad, de confianza y de esperanza. Estamos en el Mes de la Biblia, celebrando el octavo día de la novena en honor al Divino Niño Jesús, y en la memoria de San Pío de Pietrelcina, presbítero, testigo de la gracia divina y de la fuerza transformadora de la oración.
1. El Pueblo reconstruye la Casa del Señor (Esdras 6,7-8.12b.14-20)
El libro de Esdras nos presenta la reconstrucción del Templo de Jerusalén. Los israelitas regresados del destierro logran levantar de nuevo la casa de Dios, signo de identidad y de fe. El texto nos recuerda que el Señor mueve incluso el corazón de reyes y gobernantes para que se cumpla su plan de salvación. El pueblo, fiel a la Palabra, celebra la Pascua como familia reunida en torno a su Dios.
Hoy también nosotros estamos llamados a reconstruir el templo vivo de la Iglesia: no solo el de piedra, sino sobre todo el templo del corazón, la familia, la comunidad parroquial. Cada obra de misericordia, cada gesto de reconciliación, cada palabra de aliento son piedras vivas que edifican la morada de Dios en medio de su pueblo.
2. “Vayamos con alegría al encuentro del Señor” (Salmo 121)
El salmo de hoy nos invita a la alegría: “Qué alegría cuando me dijeron: ‘Vamos a la casa del Señor’”. Esta alegría nace de la certeza de que no caminamos solos. El Señor nos reúne como hermanos en una sola familia que camina hacia la paz de Jerusalén, figura de la Iglesia y de la vida eterna.
En tiempos donde abunda la división, el egoísmo y la violencia, la Iglesia proclama que la alegría verdadera se encuentra en la presencia de Dios en la comunidad, en la Eucaristía y en la Palabra que alimenta nuestro camino.
3. La verdadera familia de Jesús (Lucas 8,19-21)
El
Evangelio nos presenta a María, la Madre de Jesús, y a sus parientes que lo
buscan. Jesús responde con una enseñanza que parece dura, pero que encierra un
gran tesoro:
“Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen
en práctica.”
Aquí el Señor nos revela la nueva familia de la fe: todos los que acogen la Palabra y la viven con fidelidad se convierten en hermanos, hermanas y madre de Cristo. Esto no disminuye la grandeza de María; al contrario, la resalta, porque Ella es la primera en escuchar y obedecer la Palabra, convirtiéndose en modelo de discípula.
San Agustín decía: “María concibió primero en su corazón, al creer, y después en su seno, al dar a luz”. La maternidad de María se extiende a todos los creyentes, porque como Madre de la Iglesia nos anima a vivir la Palabra con la misma disponibilidad y confianza con que Ella dijo: “Hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1,38).
4. San Pío de Pietrelcina: testigo de la fe hecha vida
Hoy
recordamos a San Pío de Pietrelcina, sacerdote capuchino que entregó su
vida en la confesión, en la dirección espiritual y en la oración constante. Con
los estigmas de Cristo en su cuerpo, fue signo de la Pasión vivida con amor y
esperanza.
Su lema espiritual nos guía en medio de las pruebas: “Ora, espera y no te
preocupes. Dios es misericordioso y escuchará tu oración”.
San Pío nos enseña que la oración fiel y confiada abre siempre un camino nuevo de esperanza. Como él, estamos llamados a ser constructores de paz, acompañantes de los que sufren y discípulos misioneros que transmiten alegría y fortaleza en la fe.
5. El Divino Niño Jesús y el futuro de nuestra fe
En este octavo día de la novena al Divino Niño Jesús, ponemos nuestra mirada en la infancia de Cristo, que nos recuerda la sencillez y la confianza que debemos tener en Dios. El Niño nos invita a confiar sin reservas en el amor del Padre y a caminar con esperanza hacia el futuro.
En medio de tantas crisis sociales, familiares y personales, el Divino Niño nos dice hoy: “No tengas miedo, confía en mí, que yo soy tu fuerza”. Celebrar su novena es volver a lo esencial: confiar en que Dios cuida de nosotros con ternura de Padre y con amor de Hermano.
¿Soy consciente de que pertenezco a la gran familia de Dios que se edifica escuchando y viviendo la Palabra? Esta pregunta nos invita a pensar con fe y responsabilidad. Desde el corazón surge el sentir la alegría de sabernos hermanos en Cristo, llamados a caminar juntos en la esperanza. Y este gozo se hace vida cuando actuamos, realizando hoy un gesto concreto de fraternidad —una llamada, una ayuda, una palabra de ánimo— que exprese que somos verdaderamente familia de Jesús.
La Palabra de hoy nos recuerda que somos familia de Cristo cuando escuchamos y vivimos lo que Él nos enseña. La Iglesia es la gran casa donde Dios habita, y cada uno de nosotros es piedra viva de este templo espiritual. Con María, con San Pío de Pietrelcina y de la mano del Divino Niño Jesús, sigamos caminando con alegría y esperanza hacia el futuro, sabiendo que nuestra fuerza está en el Señor.
Oración:
Señor Jesús, Hijo amado del Padre y Hermano nuestro, gracias por llamarnos a ser parte de tu familia al escuchar y vivir tu Palabra. Haz que unidos en la fe caminemos con alegría, sembrando gestos de fraternidad y esperanza, para que el mundo descubra en nosotros tu amor y tu presencia. Amén.
Pbro. Alfredo Uzcátegui.
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