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ENE
2025

La semilla cayó en tierra buena y dio fruto

La semilla cayó en tierra buena y dio fruto


El Reino de los cielos se parece a un poco de levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina, y toda la masa acabó por fermentar. Mt 13,33

Sembradores de Esperanza en el Camino del Jubileo
miércoles de la III Semana del Tiempo Ordinario
San Pedro Nolasco, Santos Papías y Mauro

El Evangelio de hoy nos presenta la hermosa y desafiante Parábola del Sembrador (Mc 4,1-20), una enseñanza de Jesús que nos invita a examinar nuestra disposición para recibir y dar fruto con su Palabra. En este camino del Jubileo 2025, Peregrinos de Esperanza, esta reflexión cobra una relevancia especial: ¿Cómo estamos preparando nuestro corazón para acoger la semilla de Dios?

La Palabra que transforma y da vida

La primera lectura de la Carta a los Hebreos (10,11-18) nos recuerda que Jesucristo es el Sumo Sacerdote eterno, quien con un solo sacrificio ha redimido a la humanidad. Ya no es necesario repetir los sacrificios del Antiguo Testamento, porque en él tenemos el perdón definitivo. Su misericordia nos renueva y nos impulsa a caminar con esperanza, sabiendo que Dios ha grabado su ley en nuestro corazón y nos ha hecho partícipes de su amor.

Este sacrificio perfecto de Cristo se actualiza en cada celebración de la Eucaristía, donde su entrega en la cruz se hace presente de manera real y eficaz. La Misa es el centro de nuestra vida cristiana, porque en ella recibimos la fuerza para vivir como verdaderos discípulos, siendo testigos de la esperanza que brota de su amor inagotable. En la Eucaristía, Cristo nos alimenta y nos envía a ser fermento de su Reino en el mundo.

El Salmo 109 proclama con firmeza: "Tú eres sacerdote para siempre". Cristo, el Sacerdote eterno, nos llama a vivir en la certeza de que su presencia nos acompaña siempre, fortaleciendo nuestra fe y enviándonos como testigos de su Reino.

La semilla en nuestra vida: ¿qué tipo de tierra somos?

Jesús nos habla hoy del sembrador que lanza la semilla. Algunas caen en el camino, otras en terreno pedregoso, otras entre espinos y algunas en tierra fértil. Esta imagen es una invitación a revisar nuestra vida:

  • El camino: Cuando la Palabra llega, pero no la comprendemos ni dejamos que transforme nuestra vida.
  • El terreno pedregoso: Cuando recibimos el mensaje con alegría, pero sin raíces profundas, y cualquier dificultad nos aparta de él.
  • Entre espinos: Cuando las preocupaciones del mundo y el engaño de las riquezas ahogan la fe y no la dejamos crecer.
  • Tierra fértil: Cuando acogemos la Palabra con corazón abierto, permitimos que transforme nuestra vida y damos fruto abundante.

En este año jubilar, estamos llamados a ser tierra fértil, a dejar que la semilla de Dios crezca en nosotros y a compartirla con los demás. La esperanza cristiana no es pasiva; nos impulsa a ser sembradores de amor, justicia y paz.

San Pedro Nolasco: un testimonio de entrega y liberación

Hoy también celebramos a San Pedro Nolasco, fundador de la Orden de la Merced, quien dedicó su vida a la liberación de los cristianos cautivos. Su ejemplo nos recuerda que la fe no es solo una experiencia personal, sino una misión de servicio. Él fue un verdadero Peregrino de Esperanza, llevando luz a quienes vivían en la oscuridad de la esclavitud. En nuestros días, también hay muchas formas de cautiverio: la desesperanza, la indiferencia, la injusticia. Como San Pedro Nolasco, estamos llamados a ser instrumentos de liberación y esperanza.

Vivir el Jubileo como Sembradores de Esperanza

El Jubileo 2025 nos invita a ser Peregrinos de Esperanza, a renovar nuestra fe y a comprometernos con la misión de la Iglesia. Algunas claves para vivirlo son:

  1. Abrir nuestro corazón a la Palabra de Dios, permitiendo que transforme nuestra vida.
  2. Ser testigos de la misericordia, llevando el perdón y la reconciliación a nuestro entorno.
  3. Comprometernos con la justicia y la caridad, ayudando a los más necesitados.
  4. Fortalecer la vida sacramental, especialmente la Eucaristía y la Confesión.
  5. Caminar con alegría, confiando en que Dios hace nuevas todas las cosas.

Queridos hermanos, hoy el Señor nos llama a ser tierra fértil, a recibir su Palabra con corazón abierto y a dar frutos de esperanza en nuestro mundo. Que la Virgen María, modelo de fe y entrega, nos acompañe en este camino jubilar y nos ayude a ser verdaderos sembradores del Reino.

¡Sigamos adelante, como verdaderos Peregrinos de Esperanza!

 

La semilla es la Palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre.

 


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