27
ABR
2025

La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo” (Jn 20,21)



Segundo Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia – 27 de abril de 2025
“La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo” (Jn 20,21)

Un Domingo de Misericordia y Esperanza: Celebrar la vida, el perdón y la misión

Querida comunidad parroquial:

Hoy, en este Segundo Domingo de Pascua, también llamado Domingo de la Divina Misericordia, resplandece ante nosotros una de las revelaciones más profundas del Corazón de Cristo: su Misericordia sin límites. Instituido por san Juan Pablo II en el año 2000, este día es una invitación abierta a mirar de frente al Resucitado y dejarnos transformar por su perdón, por su paz, por su envío.

En este Año Santo Jubilar 2025, esta celebración adquiere un brillo especial, pues en la historia de la salvación, la Misericordia de Dios no es un episodio, sino su estilo constante. Cristo Resucitado viene a nosotros con las llagas de la cruz resplandecientes de gloria, para mostrarnos que el amor es más fuerte que el pecado, y que la vida es más fuerte que la muerte.

Lecturas que nos abren al misterio de la Misericordia

  • Hechos 5,12-16: Nos presenta a una Iglesia naciente que es signo de sanación, de comunión y de atracción para quienes buscan el bien. La comunidad cristiana es llamada a ser testigo visible de la Misericordia operante de Dios.
  • Salmo 117: Nos hace repetir con fuerza: “La Misericordia del Señor es eterna, Aleluya”. Este es el canto que brota del corazón del que ha sido tocado por la compasión de Dios.
  • Apocalipsis 1,9-19: Juan, el discípulo amado, nos comparte su visión del Resucitado glorioso, “parecido a un hijo de hombre”, que le toca y le dice: “No temas. Yo soy el primero y el último, el que vive”. La Misericordia no solo nos consuela, sino que nos lanza con valentía hacia adelante.
  • Juan 20,19-31: Es el Evangelio que contiene una de las escenas más entrañables: Jesús resucitado se presenta en medio de sus discípulos, les concede la paz, sopla sobre ellos el Espíritu Santo y les confía el poder de perdonar los pecados. Es aquí donde Tomás, al tocar las llagas gloriosas, pronuncia la gran confesión de fe: “Señor mío y Dios mío”.

Tres claves para vivir este domingo con esperanza

1. La Misericordia como identidad cristiana
El Señor resucitado no se aparece con reproches, sino con paz. No señala las negaciones ni las huidas, sino que otorga el perdón y da una nueva misión. En un mundo herido por el juicio y la indiferencia, el cristiano está llamado a ser rostro visible de la Misericordia del Padre, especialmente hacia los más heridos.

2. Tocar las llagas de Cristo hoy
Como Tomás, estamos llamados a tocar las llagas de Jesús presentes en los cuerpos de los pobres, de los enfermos, de los migrantes, de los excluidos. La fe no es solo afirmación de ideas, sino experiencia viva con el Crucificado Resucitado.

3. Una Iglesia misionera de puertas abiertas
Como nos lo recuerda el Jubileo de la Esperanza, este tiempo es para ser enviados con alegría y audacia. El Espíritu que sopla sobre los discípulos nos impulsa a salir sin miedo a anunciar que el amor de Dios todo lo puede renovar.

Orando con esperanza por el alma del Papa Francisco

Este año, nuestra vivencia del Domingo de la Divina Misericordia tiene un tono especial de oración y recogimiento. Ayer, 26 de abril, en la Plaza de San Pedro, fue celebrada la Misa Exequial por el Papa Francisco, quien fue incansable heraldo de la Misericordia. Su pontificado, marcado por las palabras “Dios no se cansa de perdonar”, nos deja el legado de una Iglesia en salida, fraterna y cercana a los descartados. Encomendamos su alma a la Misericordia divina que él tanto predicó y vivió.

En el Año Santo Jubilar: cruzar la Puerta de la Misericordia

Recordemos que este Jubileo es un tiempo propicio para recibir indulgencias, acercarnos al sacramento de la Reconciliación, participar en la Eucaristía y realizar obras de misericordia. Abramos el corazón a este regalo del cielo. No hay pecado que Dios no quiera perdonar, no hay herida que su amor no pueda sanar.

Frase para meditar durante la semana:
“La Misericordia es el nombre de Dios. Cada vez que la vivimos, el mundo cambia un poco y nuestro corazón también” — Papa Francisco

Que María, Madre de la Misericordia, y san Juan Pablo II, apóstol de este día, intercedan por nosotros. Vivamos con alegría este domingo pascual, sabiendo que Cristo está vivo y que su Misericordia es para siempre. Aleluya.


Escribir un comentario

No se aceptan los comentarios ajenos al tema, sin sentido, repetidos o que contengan publicidad o spam. Tampoco comentarios insultantes, blasfemos o que inciten a la violencia, discriminación o a cualesquiera otros actos contrarios a la legislación española, así como aquéllos que contengan ataques o insultos a los otros comentaristas.

Página web desarrollada con el sistema de Ecclesiared

Aviso legal | Política de privacidad | Política de cookies