Semana XXII del Tiempo Ordinario – Miércoles 3 de septiembre de 2025
La Palabra que da fruto, el amor que sostiene y el servicio que sana
En el marco de la liturgia de la Semana XXII del Tiempo Ordinario, la Iglesia nos invita a una lectura teológica de singular densidad: la apertura de la carta a los Colosenses (1,1-8), el salmo responsorial tomado del Salmo 51 y el relato evangélico según san Lucas (4,38-44). Estos textos confluyen en una hermenéutica de la esperanza, que se ve enriquecida por la memoria litúrgica de San Gregorio Magno, papa y doctor de la Iglesia, cuya vida constituye una síntesis paradigmática de contemplación y acción pastoral.
La Palabra en Colosas: fecundidad misionera
El himno paulino a la comunidad de Colosas nos remite a una eclesiología en gestación, donde la gratitud del Apóstol subraya la eficacia de la Palabra como semilla (sperma) que crece y fructifica más allá de los confines inmediatos de la predicación. Desde la perspectiva exegética, este pasaje se inscribe en la dinámica misionera de la Iglesia primitiva, en la cual la fe y la caridad, animadas por la esperanza escatológica, constituyen el núcleo de la existencia cristiana. La teología magisterial posterior no ha cesado de subrayar que la Palabra, cuando es acogida en la fe, se convierte en principio transformador de culturas y sociedades.
El Salmo 51: confianza radical
La proclamación “Confío para siempre en el amor de Dios” se presenta como leitmotiv espiritual que atraviesa la experiencia orante de Israel y encuentra su plenitud en Cristo. La confianza, entendida no como mero sentimiento psicológico, sino como adhesión ontológica al Dios fiel, constituye el fundamento de toda espiritualidad cristiana. San Agustín, comentando los salmos, subraya que la confianza se arraiga en la memoria de las obras divinas y en la certeza de la promesa. En este sentido, el salmo se convierte en escuela de abandono confiado en la providencia.
El Evangelio: Cristo que cura y envía
El relato lucano describe a Jesús como médico del cuerpo y del alma, revelando en la curación de la suegra de Pedro la gratuidad y eficacia de su poder salvífico. La reacción inmediata de servicio de la mujer curada manifiesta que la verdadera sanación conduce a la diakonía. La narración se expande hacia una multitud de enfermos y oprimidos que encuentran liberación en el Señor, mostrando así la universalidad de su misión. Finalmente, la retirada de Jesús a la oración con el Padre recalca la primacía de la comunión trinitaria como fuente y horizonte de toda acción pastoral.
San Gregorio Magno: modelo de servicio
El Papa Gregorio (540-604) constituye un punto de referencia ineludible en la tradición patrística. Su autodefinición como Servus servorum Dei no fue un mero título honorífico, sino la expresión de una espiritualidad profundamente enraizada en el misterio de la kénosis de Cristo. Su labor de reforma litúrgica, su empeño por la misión evangelizadora y su teología pastoral de fuerte acento práctico lo convierten en figura paradigmática para la Iglesia de todos los tiempos.
La convergencia de los textos litúrgicos y la memoria de San Gregorio Magno ofrece un horizonte de esperanza que orienta la praxis cristiana:
La Palabra divina es principio transformador y horizonte escatológico, fuente de seguridad y paz enraizadas en la fidelidad inmutable de Dios. Ejercer el servicio pastoral y comunitario es expresión de una esperanza que no defrauda.
Que, inspirados por San Gregorio Magno, podamos conjugar contemplación y acción, humildad y autoridad, tradición y creatividad pastoral, al servicio del Evangelio que sigue siendo fuente inagotable de esperanza para la Iglesia y el mundo contemporáneo.
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