18
SEP
2025

La misericordia de Cristo abre caminos nuevos: fe, perdón y vocación en el Jueves Eucarístico



La misericordia de Cristo abre caminos nuevos: fe, perdón y vocación en el Jueves Eucarístico

Semana XXIV del Tiempo Ordinario

Jueves 18 de septiembre de 2025

“Tu fe te ha salvado, vete en paz” (Lc 7,50)

Hoy la Palabra de Dios nos ofrece un mensaje profundamente alentador que ilumina nuestro camino en este tiempo ordinario, dentro del Mes de la Biblia, en el que nos dejamos guiar por la riqueza de las Sagradas Escrituras. Este jueves, además, como cada semana, es Jueves Eucarístico, día en que nos unimos de manera especial a la oración por las vocaciones sacerdotales y religiosas. Celebramos también la memoria de San José de Cupertino, testigo humilde de la gracia de Dios y patrono de los estudiantes, cuya vida nos recuerda que la santidad no depende de grandes talentos humanos, sino de la docilidad al Espíritu Santo.

1. La exhortación de San Pablo a Timoteo

En la Primera Carta a Timoteo (4,12-16), San Pablo invita a su discípulo a no dejarse intimidar por su juventud: “Que nadie te menosprecie por ser joven; al contrario, da ejemplo a los creyentes con tu palabra, tu conducta, tu amor, tu fe y tu pureza”.
El Apóstol señala que la verdadera autoridad en la Iglesia no proviene de títulos humanos, sino de la coherencia de vida y de la fidelidad al don recibido en la ordenación. Para todos nosotros, esta palabra es un recordatorio de que Dios nos llama a ser testigos auténticos en nuestro ambiente: en la familia, en la escuela, en el trabajo, en la comunidad.

San Juan Crisóstomo decía que el pastor es “luz en medio del pueblo” y que no se le mide por su edad, sino por su fidelidad al Evangelio. Así, también los jóvenes son hoy una esperanza para la Iglesia cuando, con valentía, viven la fe y la anuncian con alegría.

2. El salmo que nos fortalece

El Salmo 110 proclama: “Los mandamientos del Señor son dignos de confianza”. En medio de la incertidumbre del mundo, esta es nuestra roca firme. La Palabra de Dios no pasa, no engaña, no defrauda. Nos recuerda que la fe no se sostiene en emociones pasajeras, sino en la seguridad de que Dios es fiel y cumple sus promesas.

El creyente que escucha la Palabra y la pone en práctica se convierte, como decía San Agustín, en “evangelio vivo”, en carta escrita por el Espíritu Santo en el corazón de los hombres.

 

 

3. El Evangelio: el perdón que restaura

El Evangelio según San Lucas (7,36-50) nos presenta a Jesús en la casa de un fariseo, acogiendo a una mujer considerada pecadora por la sociedad. Mientras algunos la juzgan, Cristo reconoce en sus lágrimas y en su gesto de amor una fe viva: “Tus pecados quedan perdonados… Tu fe te ha salvado, vete en paz”.

Este pasaje es un canto a la misericordia de Dios. El Papa Francisco lo recuerda con frecuencia: nadie está demasiado lejos del amor de Cristo. Para Él no hay vidas descartadas ni corazones demasiado manchados; al contrario, la debilidad y el arrepentimiento sincero se convierten en la puerta por donde entra su gracia.

Hoy Jesús también nos mira a nosotros, conociendo nuestras fragilidades, y nos dice: “Levántate, confía, yo hago nuevas todas las cosas” (cf. Ap 21,5). Ese es el poder sanador de la fe que transforma la tristeza en esperanza.

4. San José de Cupertino: la humildad que eleva

La memoria de San José de Cupertino (1603-1663) nos inspira hoy. Fue un fraile franciscano, de inteligencia limitada y de carácter frágil, pero con una vida marcada por la oración y la humildad. Dios lo colmó con dones extraordinarios, como éxtasis místicos y levitaciones, que asombraban a sus contemporáneos. Sin embargo, su verdadera grandeza estuvo en su sencillez y docilidad a Dios.

En él aprendemos que lo que agrada al Señor no son nuestras capacidades brillantes, sino el corazón abierto que se deja guiar por el Espíritu. Su vida anima especialmente a los jóvenes, a los estudiantes y a quienes sienten miedo de no ser suficientes: Dios puede hacer maravillas incluso en nuestra debilidad.

5. Vivir este Jueves Eucarístico

El jueves es día de adoración eucarística. Al acercarnos al altar y postrarnos ante el Señor, pedimos de manera especial por nuevas vocaciones sacerdotales y religiosas, para que nunca falten quienes anuncien el Evangelio y celebren los sacramentos.

La Eucaristía es la escuela de la confianza y de la esperanza. Ante Jesús Sacramentado podemos repetir con fe: “Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo” (Jn 21,17). Allí aprendemos que nuestra vida tiene valor y que nuestra misión en la Iglesia no depende de la perfección, sino de la entrega sincera.

La Palabra de hoy nos deja tres certezas:

  1. Dios llama a todos, incluso a los jóvenes y a los pequeños, a ser testigos valientes.
  2. La misericordia de Cristo siempre es más fuerte que nuestro pecado.
  3. En la Eucaristía encontramos la fuerza para caminar y para responder al llamado de Dios.

Que María, Madre de la Iglesia, nos ayude a vivir con un corazón abierto como el de la mujer del Evangelio, con la fidelidad de Timoteo y con la humildad de San José de Cupertino.

La misericordia de Cristo siempre abre caminos nuevos, y esta certeza nos llena de una confianza agradecida en el perdón que sana y levanta; por eso, hoy estamos llamados a dedicar un momento de oración ante el Santísimo Sacramento, pidiendo al Señor vocaciones santas y un corazón humilde y disponible para cumplir su voluntad.


Pbro. Alfredo Uzcátegui.


Escribir un comentario

No se aceptan los comentarios ajenos al tema, sin sentido, repetidos o que contengan publicidad o spam. Tampoco comentarios insultantes, blasfemos o que inciten a la violencia, discriminación o a cualesquiera otros actos contrarios a la legislación española, así como aquéllos que contengan ataques o insultos a los otros comentaristas.

Página web desarrollada con el sistema de Ecclesiared

Aviso legal | Política de privacidad | Política de cookies