“La fuerza del amor que vence toda montaña”
Sábado 9 de agosto de 2025 –
Semana XVIII del Tiempo Ordinario
Memoria de Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), Virgen y Mártir
Lecturas:
Deuteronomio 6, 4-13
Salmo 17 (Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza)
Mateo 17, 14-20
1. Un mandamiento que lo cambia todo
En la primera lectura, Moisés transmite a Israel el núcleo de la fe:
“Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (Dt 6,4-5).
Aquí se condensa toda la Ley y los Profetas. No se trata de un amor a medias ni de un compromiso intermitente, sino de un amor total que abraza toda la vida. Como señalan los Padres de la Iglesia, este mandamiento es la llave que abre la puerta a todas las demás virtudes: si amamos a Dios así, la obediencia no es pesada, el servicio es gozoso y la entrega es libre.
2. El amor que se hace fuerza
El salmo responsorial nos invita a proclamar:
“Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza” (Sal 17,2).
El amor verdadero no es un sentimiento frágil, sino una fuerza que sostiene, impulsa y vence las adversidades. Santa Teresa Benedicta de la Cruz entendió esto profundamente: buscó la verdad incansablemente, y al encontrarla en Cristo, amó hasta entregar su vida en el martirio. Su fuerza no provenía de sí misma, sino de Aquel a quien amaba con todo su ser.
3. Fe que mueve montañas
En el Evangelio, Jesús responde a la súplica de un padre desesperado por su hijo enfermo. Después de sanar al niño, enseña a sus discípulos:
“Si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: ‘Trasládate de aquí allá’, y se trasladaría; y nada les sería imposible” (Mt 17,20).
La “montaña” simboliza todo obstáculo que parece inamovible: problemas personales, heridas del corazón, divisiones familiares, miedos, pecados que se repiten. Jesús nos asegura que la fe, aunque pequeña pero auténtica, tiene un poder transformador cuando está unida al amor a Dios.
San Agustín decía que la fe es como las raíces, y el amor como los frutos: sin raíces no hay fruto, y sin fruto las raíces no cumplen su propósito. Fe y amor, vividos juntos, nos convierten en testigos de esperanza.
4. La enseñanza de Santa Teresa Benedicta de la Cruz
Edith Stein, filósofa brillante y mujer de intensa búsqueda interior, descubrió en Cristo la plenitud de la verdad. Como carmelita descalza, vivió el mandamiento del amor total a Dios y al prójimo. Su martirio en Auschwitz no fue una derrota, sino la victoria de la fe que confía y ama hasta el extremo. Ella nos enseña que la unión con Cristo es la verdadera libertad y que ninguna oscuridad puede apagar la luz del amor divino.
5. Camino para hoy
En este sábado, la Palabra y el testimonio de Santa Teresa Benedicta nos invitan a tres compromisos concretos:
Señor Jesús, danos un amor que te abrace con todo el corazón, toda el alma y todas las fuerzas. Aumenta nuestra fe para que, aunque pequeña, sea firme y movida por el amor. Que, como Santa Teresa Benedicta de la Cruz, vivamos en la verdad y permanezcamos fieles hasta el final. Amén.
Para meditar:
“Acepta nada como verdad que carezca de amor, y acepta nada como amor que carezca de verdad” – Santa Teresa Benedicta de la Cruz.
´Pbro. Alfredo Uzcátegui.
Página web desarrollada con el sistema de Ecclesiared