01
AGO
2025

La Fiesta que Dios sueña para su Pueblo



Viernes, 1 de agosto de 2025 – XVII Semana del Tiempo Ordinario
Levítico 23, 1.4-11.15; Salmo 80; Mateo 13, 54-58
San Alfonso María de Ligorio – Jubileo de los Jóvenes en Roma

La Fiesta que Dios sueña para su Pueblo

Hoy, primero de agosto, la Iglesia celebra con gozo la memoria de San Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia, gran pastor, predicador incansable del amor divino y defensor de los más sencillos. Coincide este día con la celebración del Jubileo de los Jóvenes en Roma, que se extiende del 28 de julio al 3 de agosto. Y desde la liturgia de la Palabra, el Señor nos ofrece un mensaje claro: ¡la fe se alimenta de memoria, se vive en comunidad y se proyecta hacia el futuro con esperanza!

1. “Estas son las fiestas del Señor” (Lv 23, 4)

En la primera lectura tomada del Libro del Levítico, Dios entrega al pueblo una estructura sagrada para celebrar el tiempo. No se trata solo de un calendario, sino de una pedagogía espiritual. Las fiestas, los tiempos santos, las peregrinaciones y las ofrendas eran un modo de marcar la vida con la presencia de Dios, de recordar su paso salvador por la historia y renovar su alianza.

El Señor quiere un pueblo que celebre. No por evasión ni por simple tradición, sino porque la fiesta es expresión de la fe agradecida, de la confianza en que Dios conduce la historia. Cada año, cada ciclo, cada celebración es un retorno a lo esencial: Dios nos ha liberado, nos ha dado vida, y camina con nosotros.

Hoy, como entonces, los tiempos litúrgicos, las solemnidades, las ferias y los domingos no son rutina, sino espacios de gracia donde el cielo toca la tierra. Por eso, la Eucaristía dominical, la adoración, la reconciliación, los jubileos y los sacramentos, son actuales formas de vivir aquellas “fiestas del Señor” que dieron identidad y esperanza a Israel.

2. “Aclamemos al Señor, nuestra fuerza” (Salmo 80)

El salmo de hoy es un canto de confianza. Cuando el pueblo recuerda los prodigios de Dios y alaba su nombre, renueva su fuerza interior. ¿No nos sucede igual? ¿Cuántas veces, en medio de la rutina, el cansancio o las pruebas, al alabar a Dios sentimos nuevo aliento?

Hoy el mundo necesita jóvenes y adultos que celebren la vida, no por escapar del dolor, sino por abrazar con fe el Misterio. La alabanza sana, une, libera. El alma que canta a Dios en medio de la prueba, da testimonio. En estos días del Jubileo Juvenil en Roma, los muchachos del mundo entero están aclamando al Señor con alegría. ¡Qué bello ejemplo para nuestras parroquias!

3. “¿No es este el hijo del carpintero?” (Mt 13, 55)

El Evangelio de Mateo nos introduce en una escena desconcertante: Jesús vuelve a su tierra, y en lugar de encontrar acogida y fe, encuentra sospecha, rechazo y cerrazón. Sus paisanos no pueden creer que de alguien tan “normal” pueda venir algo divino.

Es el escándalo de lo cotidiano: Dios se nos presenta en lo sencillo, en lo ordinario, en lo humano, pero nos cuesta reconocerlo. A veces también nosotros reducimos al Señor a nuestros prejuicios. Le exigimos signos espectaculares, milagros vistosos, respuestas a nuestra medida, y olvidamos que Él actúa con discreción, como levadura en la masa, como semilla en la tierra.

Jesús no pudo hacer allí muchos milagros, “a causa de su falta de fe”. Esta frase nos interroga: ¿cuántas veces hemos limitado la acción de Dios por nuestra incredulidad o por nuestra mirada superficial de la realidad? La fe no consiste en entenderlo todo, sino en abrir el corazón a lo que Dios quiere hacer.

4. San Alfonso: el pastor que creyó en la ternura de Dios

San Alfonso María de Ligorio fue un hombre de ciencia, abogado brillante, que abandonó el prestigio para seguir a Cristo y anunciar el Evangelio a los pobres. En él se unieron la doctrina sólida y la cercanía pastoral, el amor por la verdad y la compasión por los pecadores.

Fundador de los Redentoristas, dedicó su vida a evangelizar en los lugares más olvidados. Nos dejó obras de gran profundidad espiritual, como sus meditaciones sobre la Pasión, la devoción al Santísimo Sacramento y a María, y una moral que pone el acento en la misericordia de Dios más que en el temor humano.

San Alfonso nos enseña a no temer predicar con alegría la ternura del corazón de Jesús, especialmente a los jóvenes y a los que se sienten lejos. Hoy más que nunca, hace falta su estilo evangelizador: claro, valiente, cercano, profundamente humano y totalmente enraizado en la gracia.

5. Un camino hacia el futuro: jóvenes jubilosos, Iglesia en salida

El Jubileo de los Jóvenes en Roma es signo de una Iglesia que no envejece, porque su alma es joven. Miles de muchachos de todo el mundo están viviendo esta semana como una experiencia de gracia, de perdón, de renovación vocacional y de envío misionero. ¡Qué esperanza para la Iglesia!

Que nuestras comunidades parroquiales también vivan en clave de jubileo: tiempo de fiesta, de reconciliación, de volver al Señor y de mirar hacia adelante con esperanza. No tengamos miedo de acoger a Jesús, aunque venga disfrazado de vecino, de pobre, de niño inquieto o de joven inquieto.

Pensamiento del día

“Quien reza se salva; quien no reza se condena” (San Alfonso María de Ligorio).

Una oración para hoy

Señor Jesús,
Tú que pasaste por tu tierra sin ser comprendido,
ayúdanos a reconocerte en lo cotidiano,
a no despreciar tu presencia escondida en lo simple.
Haz de nuestra parroquia una comunidad viva y festiva,
que celebre tus obras con fe alegre
y contagie esperanza a los jóvenes y a todos los corazones.
Amén.

Un compromiso para esta semana

Participa con conciencia en la Eucaristía dominical. Acoge con alegría la liturgia como el lugar donde Dios sigue hablándonos hoy, y comparte tu fe con algún joven. Anímalo a descubrir que Jesús vale más que todo lo que el mundo ofrece.


Pbro. Alfredo Uzcátegui.

 


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