25
ABR
2025

Jesús se acercó y tomó el pan y se lo dio, y lo mismo hizo con el pescado (Jn 21,13)



VIERNES DE LA OCTAVA DE PASCUA – 25 DE ABRIL DE 2025
San Marcos Evangelista – Año Santo Jubilar de la Esperanza
Jesús se acercó y tomó el pan y se lo dio, y lo mismo hizo con el pescado (Jn 21,13)

En este luminoso Viernes de la Octava de Pascua, la liturgia nos presenta un triple testimonio de esperanza: la audacia de Pedro ante el Sanedrín, el canto confiado del salmista, y la tierna escena del Resucitado que se manifiesta a sus discípulos en la orilla del lago de Tiberíades. Todo ello, mientras vivimos el Año Santo Jubilar, y elevamos nuestras oraciones por el alma del Papa Francisco, quien será sepultado mañana en la Basílica de San Pedro.

1. Una fe que no se detiene ante la oposición (Hch 4,1-12)

El Apóstol Pedro, lleno del Espíritu Santo, proclama con firmeza que “Jesucristo es la piedra que ustedes desecharon, y que ha llegado a ser la piedra angular”. Esta proclamación no es solo una declaración teológica, sino el fundamento de una nueva humanidad redimida. En este tiempo pascual y jubilar, la Iglesia nos llama a vivir con valentía nuestra fe, especialmente cuando encontramos resistencia, incomprensión o persecución. La fuerza no nace del poder humano, sino de sabernos salvados únicamente por el Nombre de Jesús, el Resucitado.

2. El Salmo 117: El canto de la piedra angular

La liturgia entona con gozo: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular”. Este salmo, profundamente mesiánico, resuena con especial intensidad en este tiempo jubilar. Cristo, rechazado y crucificado, ha sido exaltado por el Padre como fundamento de nuestra esperanza. Vivir el Jubileo es reconocer que la misericordia ha vencido, que la muerte no tiene la última palabra, y que cada herida, si es ofrecida a Dios, puede convertirse en un canal de gracia.

3. El Resucitado nos espera en la orilla (Jn 21,1-14)

El Evangelio nos regala una de las escenas más entrañables de la Pascua: Jesús resucitado en la playa, preparando pan y pescado para sus discípulos desanimados. La pesca milagrosa nos recuerda que el fruto del apostolado solo se alcanza cuando se obedece la voz del Señor. Pero más allá del milagro, esta escena es un signo eucarístico: Cristo nos alimenta, nos reúne y nos envía. En este Año Santo Jubilar, dejemos que Jesús nos “espere en la orilla” de nuestras jornadas agotadas, y permitámosle encender nuevamente en nosotros el fuego de la misión.

4. Memoria de San Marcos Evangelista: testigo de la esperanza

Hoy celebramos la fiesta de San Marcos, autor del segundo Evangelio, discípulo de San Pedro y evangelizador de Alejandría, donde sufrió el martirio alrededor del año 68. Su símbolo es el león, signo de vigor misionero y valentía. San Marcos nos deja un testimonio vivo de fidelidad a la Palabra, de audacia apostólica, y de amor a la Iglesia naciente. Según la tradición, fue bautizado por Pedro y acompañó a Pablo en sus viajes misioneros. Su Evangelio, el más breve y directo, nos presenta a Jesús como el Hijo de Dios que actúa con poder y compasión.
Una de sus frases clave es: "El Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en el Evangelio" (Mc 1,15).

5. Vivir el Año Santo Jubilar como discípulos del Resucitado

En esta Octava de Pascua, y ante la memoria viva del Papa Francisco, quien tantas veces nos exhortó a salir a las periferias y a anunciar con alegría el Evangelio, renovemos nuestro compromiso de vivir el Jubileo con obras de misericordia, reconciliación y escucha atenta de la Palabra. El Jubileo es el tiempo propicio para reencontrarnos con Jesús que, como a Pedro, nos pregunta: “¿Me amas?”

Que San Marcos nos inspire a anunciar el Evangelio con pasión. Que el Papa Francisco, desde la Casa del Padre, interceda por la Iglesia. Y que Cristo Resucitado, piedra angular de nuestra fe, nos llene de esperanza y alegría en este camino pascual.

¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado! ¡Aleluya!
¡Vivamos como testigos de esta alegría que no pasa!

Oración final:

Señor Jesús, piedra angular de nuestra vida, que venciste la muerte y te nos das en el pan compartido, renueva en nosotros el ardor pascual. Por intercesión de San Marcos Evangelista y en memoria del Papa Francisco, suscita en tu Iglesia profetas de esperanza y discípulos valientes que vivan el Evangelio con corazón jubilar. Amén.

 


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