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Alégrense los cielos y regocíjese la tierra, porque vendrá el Señor y tendrá compasión de sus pobres. Is 49,13
Martes III de Adviento: San Lázaro de Betania
"Ven, Señor, Rey de justicia y de paz"
En este camino del Adviento, nos encontramos hoy con un mensaje profundo de esperanza y promesa que nos invita a mirar hacia el futuro con los ojos de la fe. La liturgia de este día nos habla de genealogías, profecías y del cumplimiento de la promesa de salvación en Jesucristo, Rey de justicia y de paz.
1. Lecturas de la Palabra de Dios
Primera lectura: Génesis 49, 2.8-10
En el Libro del Génesis, encontramos las palabras proféticas de Jacob a sus hijos. En particular, se destaca la bendición sobre Judá:
"El cetro no se apartará de Judá, ni el bastón de mando de entre sus rodillas, hasta que venga aquel a quien pertenece, y a quien los pueblos obedecerán" (Gén 49,10).
Esta promesa se refiere a la llegada del Mesías, el Rey definitivo, descendiente de la tribu de Judá. Jesús, el Hijo de David, cumple esta profecía y se convierte en el verdadero Rey que traerá la justicia y la paz a la humanidad.
Salmo 71 (72): "Ven, Señor, rey de justicia y de paz"
El salmista proclama la necesidad de un rey justo, un rey que gobierne con equidad, que defienda a los pobres y traiga la paz. Este salmo mesiánico se cumple plenamente en Jesucristo, el Rey que no vino a ser servido, sino a servir y dar la vida por todos.
Evangelio: Mateo 1,1-17
El Evangelio de San Mateo nos presenta la genealogía de Jesús, el "hijo de David, hijo de Abraham". Esta larga lista de nombres no es casualidad; cada uno de ellos tiene un propósito en el plan salvífico de Dios. Desde Abraham, el padre de la fe, hasta José, el esposo de María, la historia nos muestra cómo Dios actúa en el tiempo y en las generaciones para cumplir su promesa de salvación.
Mateo nos enseña que Jesús es el culmen de la historia de Israel, el cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento. Él es el Mesías esperado, la luz que disipa las tinieblas y nos guía hacia el Reino de Dios.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que:
"Dios preparó a su pueblo en la esperanza de la salvación mediante las promesas hechas a Abraham y a su descendencia, anunciadas por los profetas, y esperadas por el pueblo de Israel" (CIC 64).
La genealogía de Jesús nos recuerda que nuestra fe está anclada en la historia. Dios no es un ser lejano, sino un Padre que camina con su pueblo, que entra en la humanidad para redimirla desde dentro. En Adviento, celebramos esta cercanía de Dios, que se hace Emmanuel, "Dios con nosotros".
San Juan Pablo II, en su encíclica Tertio Millennio Adveniente, nos exhorta a mirar hacia adelante con esperanza, preparando nuestros corazones para el Jubileo. El Jubileo del año 2025, que iniciaremos el 24 de diciembre de 2024, será un tiempo de gracia para renovar nuestra fe y nuestra misión como peregrinos de la esperanza.
Dios es fiel a sus promesas. En Jesús, encontramos la respuesta definitiva a nuestras esperanzas y anhelos. Él es el Rey que trae justicia y paz.
Gratitud y esperanza. Así como Dios actuó en la historia de Israel, también actúa hoy en nuestra vida. Él no nos abandona, sino que nos guía hacia un futuro lleno de esperanza.
Imaginemos a Jesús, descendiente de Abraham y David, sentado en su trono, pero no un trono de poder mundano, sino el trono de la cruz. Desde allí, Él reina con amor, ofreciendo su vida para redimir a la humanidad.
Preparémonos para el Jubileo del año 2025, viviendo este Adviento con una actitud de peregrinos de la esperanza. Podemos hacerlo de las siguientes maneras:
1. Oración: Dedicar un tiempo diario para rezar por la venida del Señor en nuestras vidas.
2. Lectura de la Palabra: Meditar la genealogía de Jesús y reconocer cómo Dios ha actuado en nuestra propia historia familiar.
3. Obras de caridad: Siguiendo el ejemplo de Jesús, Rey de justicia y de paz, ayudemos a los más necesitados, especialmente a los pobres y enfermos.
4. Participación en los sacramentos: Acerquémonos a la confesión y a la Eucaristía, recibiendo la gracia de la reconciliación y la comunión con Cristo.
4. Preparación para el Jubileo 2025: Peregrinos de la Esperanza
El Jubileo nos llama a ser "peregrinos de la esperanza" en un mundo que muchas veces parece perdido en la oscuridad. Como nos recuerda el Papa Francisco:
"La esperanza cristiana no defrauda. El Señor no nos deja solos, sino que camina con nosotros" (Papa Francisco, Audiencia General).
En este Adviento, preparémonos con alegría y esperanza, sabiendo que Jesús, el Rey de justicia y de paz, viene a renovar nuestro corazón y nuestro mundo. Sigamos caminando juntos como Iglesia, llevando luz y esperanza a quienes más lo necesitan.
Que San Lázaro de Betania, amigo de Jesús, interceda por nosotros para que podamos acoger al Señor en nuestras vidas con fe y esperanza. Que este Adviento nos ayude a ser testigos de la presencia de Cristo, el Rey que viene a reinar en nuestros corazones.
"Ven, Señor Jesús. Ven, Rey de justicia y de paz. ¡Te esperamos con esperanza!"
Sabiduría del Altísimo, que dispones todas las cosas, con fortaleza y con suavidad; ven a enseñarnos el camino de la vida.
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