Vigésimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario
Domingo 31 de agosto de 2025
Año Jubilar: Peregrinos de la Esperanza
Lecturas:
Peregrinos humildes en camino de esperanza
Querida comunidad parroquial, este Año Jubilar de la Esperanza nos invita a redescubrir la humildad como clave de toda vida cristiana. Somos peregrinos, y como tales aprendemos que la soberbia pesa demasiado en el camino, mientras que la humildad nos permite avanzar ligeros hacia la meta que es Cristo.
En el Evangelio de este domingo, Jesús nos enseña que la verdadera grandeza no consiste en ocupar los primeros puestos, sino en abrir espacio para que todos, especialmente los más frágiles, tengan un lugar en la mesa. Y en este contexto jubilar, tanto el magisterio reciente del Papa Francisco como las palabras iluminadoras del Papa León XIV nos ayudan a comprender mejor cómo vivir hoy esta llamada del Señor.
Primera Lectura: La humildad, fuente de gracia
El libro del Eclesiástico aconseja: “Cuanto más grande seas, más humilde debes ser, y así hallarás gracia ante el Señor” (Eclo 3,19). La humildad, lejos de ser un defecto, es la fuerza que nos abre a la acción de Dios.
El Papa León XIV lo ha expresado con claridad en su primera homilía jubilar: “El hombre que se arrodilla delante de Dios nunca pierde dignidad, al contrario, la recupera.
En la humildad está la raíz de toda esperanza cristiana”. Esta visión confirma que el camino de la fe no consiste en engrandecerse, sino en dejarse sostener por el amor de Dios.
El Salmo: Dios, defensor de los pequeños
El salmo nos presenta a un Dios cercano: “Padre de huérfanos, defensor de viudas”. Esta imagen es profundamente actual. En medio de tantas crisis sociales, migraciones y desigualdades, Dios no se desentiende, sino que acompaña y libera a los pequeños.
En un reciente mensaje a los peregrinos jubilares, Papa León XIV recordó: “En nuestras ciudades y comunidades, hay viudas modernas: son los que han perdido la esperanza; hay huérfanos modernos: son los jóvenes sin horizonte. La Iglesia no puede ser indiferente a ellos, porque el Dios del Salmo 67 sigue siendo hoy Padre y defensor”.
Segunda Lectura: La meta de nuestra peregrinación
La carta a los hebreos nos invita a mirar la meta: “Se han acercado a Sión, monte de la ciudad de Dios vivo”. Somos peregrinos hacia la Jerusalén celestial, en comunión con los santos y con Cristo, Mediador de la nueva alianza.
Este horizonte escatológico es también profundamente pastoral: nos da esperanza en medio de las dificultades cotidianas. El Papa Francisco lo resume diciendo: “La esperanza cristiana es saber que no caminamos hacia la nada, sino hacia un abrazo”. Y León XIV, en continuidad, añade: “El Jubileo nos recuerda que nuestra historia no termina en un muro de incertidumbre, sino en una puerta abierta en Cristo Resucitado”.
El Evangelio: La lógica del banquete del Reino
Jesús observa cómo los invitados buscan los primeros puestos y enseña: “El que se engrandece será humillado, y el que se humilla será engrandecido” (Lc 14,11). Luego invita a abrir la mesa a quienes no pueden devolver el favor: pobres, cojos, ciegos, lisiados.
El Papa León XIV, en su discurso a las familias en este Jubileo, dijo algo muy concreto: “El banquete de la Iglesia se empobrece cuando sólo compartimos entre quienes pueden devolvernos el gesto. Nuestra misión es que cada altar, cada mesa parroquial, cada hogar cristiano, sea espacio abierto para el que no tiene con qué pagar”.
Esto nos desafía como comunidad parroquial: ¿nuestras celebraciones, encuentros y grupos son realmente incluyentes? ¿Nos abrimos a quienes llegan con heridas, limitaciones o sin medios?
Enseñanza actual para nuestra vida
Palabra que ilumina el Jubileo
La llamada de este domingo es clara: la humildad no es signo de debilidad, sino el modo de vivir en esperanza. Como Peregrinos de la Esperanza, la humildad nos hace caminar juntos, reconocer nuestras fragilidades y abrir espacio para el otro.
El Papa León XIV concluyó recientemente: “El Jubileo será fecundo si logramos transformar cada banquete de la vida diaria —en la familia, en la parroquia, en la sociedad— en una mesa abierta, donde los pobres no son invitados de ocasión, sino hermanos de siempre”.
Oración
Señor
Jesús, Maestro humilde y servidor,
enséñanos a recorrer este Año Jubilar
con un corazón sencillo y confiado.
Que no busquemos honores ni recompensas,
sino la gracia de ser tus amigos y servidores.
Haz que nuestras parroquias sean mesas abiertas,
donde brille la fraternidad y la esperanza.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Pbro. Alfredo Uzcátegui.
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