La Hora de la Misericordia

El Apostolado de la Misericordia: Una invitación a vivir la fe en acción

En el corazón de nuestra parroquia late un llamado especial que brota del mismo Corazón de Jesús: el apostolado de la Misericordia. Esta misión, sencilla pero profunda, nos invita a ser instrumentos vivos del amor de Dios para el mundo, especialmente hacia quienes más sufren, quienes más necesitan consuelo, y quienes esperan una mano tendida.

¿Qué significa vivir la fe desde la misericordia? Significa dejarse transformar por el amor de Cristo, y salir al encuentro de los demás con el mismo espíritu que movió a Jesús a sanar, perdonar, alimentar, consolar y levantar a los caídos. La misericordia no es un sentimiento pasajero; es una manera de vivir, una opción diaria de acercarnos a los hermanos y hermanas con el corazón de Cristo.

La fuerza de la oración diaria a las 3:00 p.m. Cada tarde, a las 3:00 p.m., hora de la gran Misericordia, nos reunimos en el templo parroquial para rezar juntos la Corona de la Divina Misericordia. A esa hora, recordamos la pasión de Cristo, su entrega por amor, y abrimos nuestro corazón a su gracia transformadora. Es un momento poderoso de intercesión por el mundo entero, por los pecadores, por los agonizantes, por las almas del purgatorio, por nuestras familias y comunidades.

La oración a la Divina Misericordia es, en sí misma, un acto de apostolado: suplicamos la misericordia de Dios para todos y nos dejamos modelar interiormente para ser reflejo de su infinita compasión.

Una invitación abierta a todos Hoy te extendemos una invitación concreta: únete al Apostolado de la Misericordia de nuestra parroquia. No necesitas más que un corazón dispuesto a amar y a servir. Tu presencia en la oración diaria, tu deseo de crecer en la fe, tu compromiso con obras de misericordia espirituales y corporales, son los ladrillos con los cuales Jesús edifica su Reino de amor.

¿Qué implica formar parte?

  • Participar en la oración diaria de la Coronilla a las 3:00 p.m.
  • Ofrecer pequeños gestos de amor y servicio en la vida diaria.
  • Difundir el mensaje de la Divina Misericordia en tu familia, trabajo y entorno.
  • Cultivar un corazón que perdona, que espera y que ama, siguiendo el ejemplo de Jesús Misericordioso.

Misericordiosos como el Padre En este Año Santo Jubilar, el apostolado de la Misericordia es un camino privilegiado para vivir plenamente nuestra vocación cristiana. Como nos recuerda el Evangelio: “Sean misericordiosos, como el Padre es misericordioso” (Lc 6,36).

¡Te esperamos cada día en el templo parroquial! Y más aún: te esperamos en el corazón mismo de esta misión que transforma vidas, una vida, un corazón, una oración a la vez.

¡Jesús, en Ti confío!

 

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