Que llegue hasta ti mi súplica, Señor; inclina tu oído a mi clamor. Sal 87,3
Trigésimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario: Esperanza y Confianza en el Señor
Este trigésimo segundo domingo del tiempo ordinario nos invita a reflexionar en la providencia de Dios, quien nunca abandona a los suyos, y en la importancia de vivir con un corazón generoso, humilde y confiado en Su misericordia. En este domingo especial, también recordamos las fiestas patrias de nuestra querida nación Panamá, que conmemora los 203 años del Primer Grito de Independencia en la Villa de Los Santos, un hito histórico que marcó el camino hacia la libertad y la identidad nacional.
La liturgia de hoy nos presenta lecturas que reflejan la grandeza de la fe y la entrega incondicional de aquellos que, aun en la pobreza o la dificultad, confían y ponen sus vidas en manos de Dios. El Primer Libro de los Reyes (17,10-16) narra el encuentro entre el profeta Elías y una viuda de Sarepta en tiempos de hambre. Esta mujer, que apenas tiene un poco de harina y aceite, responde generosamente a la solicitud del profeta. A cambio, recibe la promesa de que el Señor no permitirá que le falte alimento. Esta escena es un profundo testimonio de cómo Dios cuida a aquellos que confían en Él, incluso en las circunstancias más difíciles.
El Salmo 145 nos recuerda que "el Señor siempre es fiel a su palabra" y nos invita a alabar a Dios por su bondad y misericordia. El Señor, fiel a Su promesa, nunca desampara a los que le buscan. Nos llama a confiar en su providencia y a vivir en la certeza de que Él sostiene a los que caen y da pan a los hambrientos.
En la Carta a los Hebreos (9,24-28), el autor nos revela a Cristo como el Sumo Sacerdote, quien se ha ofrecido una sola vez por todos para la salvación de la humanidad. Él ha entrado en el cielo para interceder por nosotros ante el Padre, y un día regresará para llevarnos a la vida eterna. Este pasaje ilumina nuestro caminar cristiano y nos anima a esperar con esperanza su segunda venida.
Finalmente, el Evangelio de San Marcos (12,38-44) nos presenta la historia de una viuda que ofrece al templo dos moneditas, todo lo que tenía. En contraste con los ricos, que dan de lo que les sobra, esta mujer entrega lo poco que tiene con un corazón generoso. Jesús pone su mirada en ella, destacando que su ofrenda tiene un valor inmenso a los ojos de Dios, porque viene de un corazón que confía plenamente.
A la luz del Magisterio de la Iglesia
La Iglesia nos enseña que, en la economía de Dios, la verdadera riqueza no se mide en posesiones, sino en el amor y en la disposición para dar generosamente desde el corazón (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2444). El Papa Francisco nos recuerda que la generosidad se manifiesta, no tanto en la cantidad de lo que damos, sino en el sacrificio y en el amor con que se ofrece. En su mensaje para la Jornada Mundial de los Pobres, nos anima a vivir una “solidaridad concreta con los necesitados, en las cosas grandes y pequeñas”.
"La verdadera riqueza se encuentra en dar con amor lo poco que tenemos; en manos de Dios, esa generosidad se multiplica en gracia y bendiciones."
Sientan una profunda gratitud y confianza en la providencia divina, que siempre está atenta a nuestras necesidades y nos invita a participar de su bondad siendo generosos con quienes más necesitan.
Imaginen la escena del Evangelio: Jesús observa en silencio mientras los ricos dan grandes sumas, pero su mirada se dirige amorosamente a la viuda que deposita dos moneditas. Él reconoce su sacrificio y generosidad, resaltando que, aunque su donación parece pequeña, su valor es inmenso a los ojos de Dios.
Inspirados por la viuda del Evangelio, este mes de la patria, ofrezcamos un gesto concreto de amor por nuestra nación y por los que sufren. Busquemos maneras de servir en nuestra comunidad: ya sea ayudando a los más necesitados, siendo amables en el trato con los demás, o participando en actividades de solidaridad y caridad en la parroquia. De este modo, honramos la historia de nuestra patria y nos unimos como una gran familia que camina hacia Dios.
Que al celebrar las Fiestas Patrias de Panamá, recordemos los valores de entrega y sacrificio de aquellos que dieron su vida por nuestra libertad. Así como la viuda de Sarepta y la viuda del Evangelio, que nosotros también podamos vivir con fe y esperanza, confiando en que el Señor bendecirá nuestros esfuerzos y nuestra patria en su amor eterno.
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Mt 5,3
En este Evangelio aplicar a la actualidad muchos reniegan por su actual situación no tienen como solventar situaciones económicas y lo poco adquirido no lo comparten no tienen por lo tanto lo piensa otros confunden ser humildes con salir y causar lastimas solicitando limosnas con temas fuera de lo normal como enfermedades en transportes públicos ya esto causa a muchos incomodidad sin saber si sera utilizado para medicamentos, comestibles para la familia hoy día las personas estan en desesperanza otros comercian la palabra de Dios para su propio beneficio. ¿Está Dios en sus corazones?
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