01
FEB
2025

FE Y ESPERANZA EN EL CAMINO: UNA LLAMADA A LA CONFIANZA EN DIOS

FE Y ESPERANZA EN EL CAMINO: UNA LLAMADA A LA CONFIANZA EN DIOS


FE Y ESPERANZA EN EL CAMINO: UNA LLAMADA A LA CONFIANZA EN DIOS

Sábado de la Tercera Semana del Tiempo Ordinario
Santa Brígida de Kildare

En este 1 de febrero de 2025, la Iglesia nos invita a meditar sobre la fe y la confianza en Dios, temas fundamentales en nuestra peregrinación cristiana y claves para vivir plenamente el Año Santo Jubilar bajo el lema "Peregrinos de Esperanza". La Palabra de Dios hoy nos interpela a confiar en las promesas divinas, a caminar con valentía y a reconocer la presencia de Dios en medio de las tormentas de la vida.

La fe: certeza de lo que se espera

La primera lectura, tomada de la Carta a los hebreos (11,1-2.8-19), nos presenta una definición magistral de la fe: "La fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve". Esta afirmación nos abre a una realidad que trasciende lo inmediato. Abraham es el modelo de aquel que creyó contra toda esperanza. Dejándolo todo, confió en la promesa de Dios y emprendió un camino sin saber a dónde lo llevaría, sostenido únicamente por la certeza de la fidelidad divina. En este Año Santo, también nosotros estamos llamados a ser "peregrinos de esperanza", a confiar en Dios aun cuando el futuro parezca incierto. Nuestra fe nos impulsa a seguir adelante, convencidos de que Dios nos guía y nos sostiene.

El cántico de Zacarías: un himno de alabanza y liberación

El Salmo responsorial de hoy es tomado del Cántico de Zacarías (Lucas 1), donde proclamamos: "Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo". Este canto es un himno de acción de gracias que reconoce la obra salvífica de Dios a lo largo de la historia. Nos recuerda que Dios nunca abandona a su pueblo, sino que siempre actúa en favor de la salvación. Este Año Santo es una ocasión para redescubrir esta verdad: Dios ha visitado nuestras vidas y sigue actuando en nuestra historia. A través de la Eucaristía, la oración y las obras de misericordia, experimentamos la cercanía del Señor y su acción redentora.

Jesús calma la tormenta: la confianza en medio de la prueba

El Evangelio según San Marcos (4,35-41) nos presenta la escena de la tempestad calmada. Los discípulos, aterrados por el viento y las olas, claman a Jesús: "Maestro, ¿no te importa que perezcamos?". Esta pregunta refleja la angustia que a veces sentimos cuando enfrentamos pruebas, sufrimientos o incertidumbre. Sin embargo, Jesús se levanta y calma el mar con una palabra, reprochando a sus discípulos su falta de fe: "¿Por qué tienen miedo? ¿Aún no tienen fe?".

Este relato nos recuerda que, aunque enfrentemos dificultades, Jesús está con nosotros en la barca de nuestra vida. En el Año Jubilar, se nos invita a renovar nuestra confianza en Cristo, a reconocer su presencia en nuestras dificultades y a abandonarnos en sus manos con la certeza de que Él tiene el poder de transformar nuestras tempestades en paz.

Vivir el Año Santo: una peregrinación de fe y esperanza

El Jubileo 2025 es una oportunidad única para renovar nuestra fe y nuestra esperanza. Como "Peregrinos de Esperanza", estamos llamados a vivir este tiempo como un camino de conversión, reconciliación y renovación espiritual. Algunas claves para vivirlo plenamente son:

  1. Peregrinación y reconciliación: Participar en las peregrinaciones jubilares, buscando en el sacramento de la reconciliación la paz y el perdón de Dios.
  2. Oración y Eucaristía: Fortalecer nuestra vida de oración y participar con mayor fervor en la Eucaristía, fuente y cumbre de nuestra fe.
  3. Obras de misericordia: En un mundo herido por la indiferencia y el egoísmo, estamos llamados a ser testigos de la misericordia de Dios a través de gestos concretos de amor y servicio.
  4. Anuncio y testimonio: Compartir nuestra fe con alegría, recordando que la esperanza cristiana no es una ilusión, sino una certeza fundamentada en la victoria de Cristo sobre la muerte.

No tengan miedo, confíen en el Señor

Hoy, la Palabra de Dios nos anima a confiar en Él con un corazón firme y esperanzado. En este Año Santo, no dejemos que el miedo o la incertidumbre nos paralicen. Cristo nos llama a cruzar con Él al otro lado, a superar nuestras tormentas con la certeza de su amor y su presencia. Como Abraham, sigamos adelante con fe. Como Zacarías, alabemos a Dios por sus maravillas. Y como los discípulos, aprendamos a confiar plenamente en Jesús, quien tiene el poder de calmar cualquier tempestad.

¡No tengan miedo! El Señor camina con nosotros. Seamos verdaderos peregrinos de esperanza y testigos de la fidelidad de Dios. 

 


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