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SEP
2025

Exaltación de la Santa Cruz. La Cruz, signo de amor y victoria



Exaltación de la Santa Cruz

Domingo 14 de septiembre de 2025

la Cruz, signo de amor y victoria

Hoy la Iglesia celebra con solemnidad la Exaltación de la Santa Cruz, memoria viva del misterio central de nuestra fe. La Cruz, que a primera vista fue signo de tormento y muerte, se convierte en el árbol de la vida y en el trono glorioso donde Cristo nos regala la salvación. En ella se manifiesta la paradoja cristiana: del sufrimiento brota esperanza, de la humillación nace la gloria, de la entrega surge la vida eterna.

El papa san Juan Pablo II decía: “En la Cruz está el centro de la historia del hombre y de cada hombre. En ella se manifiesta el amor de Dios en su forma más plena y radical.”

Primera Lectura: Números 21, 4-9

El pueblo de Israel, cansado y rebelde en el desierto, experimenta el castigo de las serpientes venenosas. Sin embargo, Dios no los abandona: les concede una señal de salvación, la serpiente de bronce levantada por Moisés, que al ser mirada con fe devolvía la vida. Esta imagen es figura profética de Cristo, quien sería levantado en la Cruz para que todos los que lo miren con fe tengan vida eterna.

Salmo 77 (78): Tú eres, Señor, nuestro refugio

El salmo nos recuerda la fidelidad de Dios en medio de la infidelidad del pueblo. Aunque Israel olvidó las maravillas del Señor, Dios nunca dejó de guiarlo con misericordia. La Cruz es precisamente la confirmación de ese amor inquebrantable: un refugio seguro, un puerto de esperanza en medio de la tormenta.

Segunda Lectura: Filipenses 2, 6-11

San Pablo nos presenta el himno cristológico: Cristo, siendo Dios, se anonadó hasta la muerte en Cruz, y por ello el Padre lo exaltó sobre todo nombre. La humildad y la obediencia de Jesús se convierten en camino de salvación y en modelo para todos nosotros. La exaltación de la Cruz nos invita a contemplar no solo el sufrimiento de Cristo, sino también su gloria futura, promesa de nuestra propia resurrección.

Evangelio: Juan 3, 13-17

Jesús mismo nos explica el sentido de su misión: así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, el Hijo del Hombre debía ser levantado en la Cruz para que todo el que crea tenga vida eterna. Y añade la frase que resume el Evangelio: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único.” La Cruz no es castigo, es don; no es derrota, es victoria; no es desesperanza, es certeza de amor.

Enseñanza de los Padres de la Iglesia

San Andrés de Creta decía: “La Cruz es exaltada, y el mundo es liberado; la Cruz resplandece, y las tinieblas son disipadas.”
San Juan Crisóstomo afirmaba: “No digas que la Cruz es desgracia; es redención, victoria, triunfo y salvación.”

La Tradición de la Iglesia siempre ha visto en la Cruz no un objeto de veneración material, sino el misterio de amor redentor que debemos abrazar con fe.

Hoy, al mirar la Cruz, estamos invitados a ver más allá del dolor:

  • En nuestras cruces diarias —la enfermedad, los problemas familiares, la soledad— Cristo camina con nosotros.
  • La Cruz nos enseña que no hay sufrimiento estéril si se une al sacrificio de Jesús.
  • En la Cruz descubrimos la grandeza del amor: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn 15,13).

El futuro se ilumina porque sabemos que después del Viernes Santo siempre llega el Domingo de Resurrección. La Cruz nos garantiza que ninguna oscuridad es definitiva, que ninguna derrota es eterna, que el amor de Dios es más fuerte que la muerte.

Mes de la Biblia

Estamos en el mes de la Biblia, tiempo en el que la Iglesia nos invita a redescubrir la Palabra de Dios como luz para nuestro caminar. La Cruz y la Biblia se iluminan mutuamente: en las Escrituras entendemos el sentido profundo del madero de la salvación, y al mirar la Cruz comprendemos que toda la Palabra converge en Cristo crucificado y resucitado. Que este mes sea ocasión para abrir cada día la Biblia, orarla y dejar que ella nos conduzca al amor que se desborda desde la Cruz.

La Cruz es el camino seguro hacia la vida nueva en Cristo, y al contemplarla nace en nosotros un profundo sentimiento de gratitud y confianza, porque el amor de Dios nunca se cansa de salvarnos; por eso, en este mes de la Biblia, estamos llamados a mirar cada día la Cruz de Cristo y a responder con un gesto concreto de amor: reconciliarnos con alguien, consolar a un enfermo o compartir con un necesitado.

La Exaltación de la Santa Cruz no es un recuerdo lejano, es una llamada actual: levantar la mirada hacia Cristo para descubrir que el amor ha vencido y vencerá siempre. Al adorar la Cruz, decimos con fe: “Victoria, Tú reinarás; oh Cruz, Tú nos salvarás.”

Oración de Consagración a la Santa Cruz

Señor Jesús,
que por amor entregaste tu vida en la Cruz
para salvarnos del pecado y de la muerte,
hoy me consagro a tu Santa Cruz,
signo de victoria y esperanza.

Que nunca me avergüence de llevarla,
que siempre la contemple con fe,
y que al abrazar mis propias cruces diarias
sepa unirlas a la tuya para dar fruto de vida.

Oh Santa Cruz de Cristo,
sé mi fuerza en la prueba,
mi refugio en la tormenta
y mi camino hacia la resurrección.

Amén.


Pbro. Alfredo Uzcátegui.


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