06
AGO
2025

“Este es mi Hijo, el Elegido: escúchenlo” (Lc 9,35). Fiesta de la Transfiguración del Señor.



Miércoles 6 de agosto de 2025
Fiesta de la Transfiguración del Señor – Semana XVIII del Tiempo Ordinario
“Este es mi Hijo, el Elegido: escúchenlo” (Lc 9,35)

Una Fiesta de Luz que nos transforma

La Iglesia celebra hoy, en medio del Tiempo Ordinario, una de las fiestas más luminosas del calendario litúrgico: la Transfiguración del Señor. Esta celebración, profundamente arraigada en la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, tiene un significado espiritual que trasciende el acontecimiento histórico narrado por los Evangelios y se convierte en una verdadera profecía de esperanza, un anticipo de nuestra propia transformación en Cristo.

En este 6 de agosto de 2025, mientras atravesamos la XVIII Semana del Tiempo Ordinario, se nos invita a detenernos en la cima del monte Tabor junto a Pedro, Santiago y Juan, y contemplar la gloria del Hijo de Dios resplandeciendo con fuerza divina. Hoy no sólo recordamos un hecho milagroso: vivimos la certeza de que nuestra humanidad está llamada a ser transfigurada por la gracia.

1. La visión profética del Hijo del Hombre (Dn 7,9-10.13-14)

El profeta Daniel nos ofrece, en la primera lectura, una visión majestuosa que anticipa la figura gloriosa del Mesías:

“Vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre… Le fue dado poder, honor y reino” (Dn 7,13-14).

Esta imagen del “Hijo del Hombre” —título que Jesús asume en su predicación— no es solo símbolo de poder, sino también de justicia, de juicio salvador y de dominio eterno. La figura del anciano, con vestidura blanca y cabellos como lana pura, representa al Dios eterno que confiere al Hijo su autoridad universal.

El Tabor es la actualización visible de esa profecía: Cristo es el Hijo eterno glorificado por el Padre ante los discípulos. El Antiguo Testamento se abre a su cumplimiento definitivo: el Reino ya está presente, aunque todavía no plenamente manifestado.

2. “Reina el Señor, alégrese la tierra” (Salmo 96)

El salmista proclama con júbilo la realeza de Dios:

“Reina el Señor, alégrese la tierra… Los montes se derriten como cera ante el Señor de toda la tierra”.

Este salmo se convierte en un himno de victoria en el contexto de la Transfiguración. La creación entera se regocija porque la gloria de Dios ha sido revelada en el rostro de Cristo. Las montañas, la luz, el fuego, la justicia… todo se convierte en signo del poder glorioso del Señor.

La alegría que canta el salmista no es euforia pasajera. Es una profunda confianza en que Dios actúa, salva y se manifiesta. Nuestra tierra —tan herida por la injusticia, la guerra, el pecado— puede alegrarse porque el Señor reina y su victoria es segura.

3. El Evangelio: una teofanía para fortalecer la fe (Lc 9,28b-36)

San Lucas nos ofrece el relato central de esta fiesta. Jesús sube al monte con tres de sus discípulos y, mientras ora, su rostro cambia, su ropa resplandece y aparecen Moisés y Elías hablando con Él. El Padre habla desde la nube:

“Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo.”

Aquí se nos revela el corazón de la Transfiguración:

  • Jesús ora: la gloria brota de su intimidad con el Padre. Toda transformación comienza en la oración.
  • Jesús se transfigura: la humanidad de Cristo refleja su divinidad. Esta es nuestra esperanza: ser semejantes a Él (cf. 1 Jn 3,2).
  • Moisés y Elías: la Ley y los Profetas reconocen en Jesús al cumplimiento pleno del plan de salvación.
  • Los discípulos tienen miedo y no comprenden, pero una nube los cubre y una voz los consuela.

El mandato “escúchenlo” es también para nosotros hoy. La fe se fortalece cuando escuchamos a Jesús, cuando acogemos su palabra, cuando caminamos en comunión con Él hacia la cruz y la gloria.

4. Los Padres de la Iglesia y la Tradición viva

San León Magno enseñaba que la Transfiguración tenía por objeto apartar del corazón de los discípulos el escándalo de la cruz. Era como una dosis anticipada de esperanza:

“Con este resplandor de su gloria, quiso quitar del corazón de los discípulos la tristeza de la pasión que iban a contemplar” (Sermón 51,3).

La liturgia oriental llama a esta fiesta “la Segunda Teofanía” (la primera siendo el Bautismo del Señor), pues el Padre se manifiesta nuevamente y confirma la identidad divina de su Hijo.

5. Nuestra esperanza futura: ser transfigurados en Cristo

San Pablo nos dice que “el Señor transformará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso como el suyo” (Flp 3,21). La Transfiguración no es sólo un episodio del pasado, es una promesa para el futuro y una tarea del presente.

Estamos llamados a vivir una vida transfigurada, iluminada por la fe, sostenida por la oración y proyectada hacia la gloria. En un mundo oscurecido por el egoísmo, la indiferencia, la violencia y el pecado, nos urge subir al monte de la oración, dejarnos iluminar por Cristo, y bajar con el rostro resplandeciente de esperanza.

6. Un camino pastoral hacia la luz

Querida comunidad parroquial, la Transfiguración del Señor nos invita a:

  • Escuchar a Jesús cada día: en la Palabra, en la Eucaristía, en los pobres.
  • Orar con confianza: la transformación comienza en el silencio del corazón.
  • Aceptar nuestras cruces: porque la gloria pasa por el sufrimiento.
  • Caminar juntos como comunidad que se deja iluminar por Cristo.
  • Dar testimonio de la esperanza que brilla más allá de toda oscuridad.

La fiesta que anticipa la gloria

Hoy celebramos la certeza de que Cristo es el Señor de la historia y el Salvador del mundo, y que su luz ya ha comenzado a transformar la humanidad. Subamos con Él al monte de la fe, para que al bajar, podamos reflejar su luz en cada rincón de nuestra parroquia, de nuestra familia y de nuestra sociedad.

Como dijo el Papa Francisco:

“La Transfiguración del Señor nos recuerda que la alegría cristiana no es una emoción pasajera, sino algo que se da al caminar con Jesús, escuchar su Palabra, seguirlo hasta la cruz y experimentar la fuerza de su resurrección.”

Que Santa María, reflejo perfecto de la gloria del Hijo, nos acompañe en este camino hacia la plena transfiguración en Cristo.

¡Feliz fiesta de la Transfiguración del Señor!
¡Cristo ha resplandecido en gloria! ¡Caminemos con Él hacia la luz!

Parroquia de Santa Ana y San Joaquín
Camino de fe, esperanza y luz.

 


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