08
JUL
2025

Esperanza que sana, fe que transforma, misión que construye el Reino



Martes 8 de julio de 2025 – Semana 14 del Tiempo Ordinario
Año Santo Jubilar – Mes dedicado a la Preciosísima Sangre de nuestro Señor Jesucristo
Memoria de los santos esposos Áquila y Prisca

“Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores a su mies” (Mt 9,38)
Esperanza que sana, fe que transforma, misión que construye el Reino

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

Hoy, en este martes de la decimocuarta semana del Tiempo Ordinario, la Palabra de Dios nos propone un itinerario de transformación interior desde tres escenas que se cruzan providencialmente: el combate de Jacob con Dios (Gn 32,22-32), la súplica confiada del salmista (Sal 16), y la misericordiosa mirada de Jesús ante una multitud cansada y abatida (Mt 9,32-38). Esta liturgia, vivida en el marco del Año Santo Jubilar y del mes de julio dedicado a la Preciosa Sangre de Cristo, nos impulsa a reavivar la esperanza, fortalecer la fe y renovar el compromiso con la misión de la Iglesia.

1. El combate interior que bendice: Jacob, herido pero bendecido

En el Libro del Génesis, Jacob lucha toda la noche con un misterioso adversario, que es Dios mismo. Este combate nocturno se convierte en un símbolo de nuestras propias luchas interiores: con nuestras culpas, miedos, inseguridades y decisiones. Jacob no huye. Se aferra a Dios y le dice: “No te soltaré hasta que me bendigas”. Y Dios lo bendice dándole un nuevo nombre: Israel, “el que lucha con Dios”.

Este pasaje nos recuerda que muchas veces las heridas de nuestra vida pueden convertirse en el lugar donde Dios nos bendice. En este Año Jubilar, estamos llamados a no ocultar nuestras debilidades, sino a presentarlas con humildad ante el Señor, que puede transformar nuestra noche en amanecer, nuestras heridas en fuente de vida.

2. La súplica del corazón: Señor, escucha nuestro clamor

El Salmo 16 expresa con claridad el grito del justo: “Señor, escucha mi súplica, atiende a mi clamor”. Es una oración confiada, no desesperada. Es el clamor de quien se sabe escuchado, de quien se acerca al Señor con la certeza de que su amor no abandona.

En este mes de la Sangre de Cristo, esta súplica cobra un sentido aún más profundo: la Sangre derramada por Jesús nos abre un camino directo al corazón del Padre. En cada Eucaristía, el sacrificio de amor de Cristo se actualiza para nuestra salvación. ¡Qué mayor prueba de que nuestra oración no cae en el vacío!

3. Jesús, pastor compasivo: la misión comienza con la mirada

En el Evangelio de Mateo, Jesús se conmueve profundamente ante las multitudes “abatidas y cansadas, como ovejas sin pastor”. Y actúa: sana, libera, enseña. Pero también hace un llamado: “Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores a su mies”.

Este pasaje nos invita a redescubrir la urgencia de la misión. El Señor no busca solo voluntarios; busca corazones apasionados por anunciar el Reino, por curar las heridas de los que sufren y por alimentar con esperanza a los que han perdido el rumbo.

En este Año Santo, ¿quiénes necesitan hoy nuestra mirada compasiva? ¿A quiénes nos está enviando el Señor? ¿Qué corazones están esperando nuestra palabra, nuestro consuelo, nuestro testimonio?

4. Los santos esposos Áquila y Prisca: testigos de un amor misionero

Hoy también celebramos a los santos Áquila y Prisca, esposos judíos convertidos al cristianismo, colaboradores cercanos de san Pablo, mencionados con gratitud en la carta a los Romanos: “Saluden a Prisca y Áquila, colaboradores míos en Cristo Jesús, que expusieron su vida por mí” (Rom 16,3-4).

Ellos nos enseñan que el hogar puede ser un santuario misionero, una escuela de discipulado, un espacio donde el Evangelio se encarna en lo cotidiano. En este mes también dedicado a la Sangre de Cristo, recordamos que la entrega de los esposos cristianos en la vida diaria, en la fidelidad, en el servicio mutuo y en la hospitalidad, es también una forma de derramar la sangre por amor.

Caminar con esperanza en este Año Jubilar

Querida comunidad, el Señor nos llama a levantarnos, como Jacob, después de cada lucha. Nos invita a orar con confianza, como el salmista. Nos impulsa a mirar con compasión y actuar con amor, como Él. Y nos pone como modelo a un matrimonio santo que convirtió su casa en iglesia doméstica.

Que este martes de la semana 14 sea un día para renovar la fe, fortalecer la esperanza y reavivar la misión. Que la Sangre de Cristo nos purifique, nos sane y nos impulse a ser testigos de un amor que no se cansa de luchar, de orar y de servir.

Pensamiento del día:

“Aunque camines herido, si es Dios quien te ha tocado, esa herida será tu bendición.”

Sentimiento a cultivar:

Confianza en medio de la lucha. El amor de Dios nunca abandona.

Acción concreta:

Haz una oración especial hoy por los misioneros, los sacerdotes y por las familias que, como Áquila y Prisca, viven y anuncian el Evangelio en medio del mundo.

Santa Prisca y San Áquila, intercedan por nuestras familias y comunidades.
Señor Jesús, por tu Preciosísima Sangre, sánanos, transfórmanos y envíanos. Amén.

 

Pbro. Alfredo Uzcátegui.


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