17
NOV
2024

En el Camino de la Esperanza: Viviendo el Amor de Dios hacia la Eternidad

En el Camino de la Esperanza: Viviendo el Amor de Dios hacia la Eternidad


Yo tengo designios de paz, no de aflicción, dice el Señor. Ustedes me invocarán y yo los escucharé y los libraré de la esclavitud donde quiera que se encuentren. Jr 29, 11.12.14


Un llamado de esperanza y renovación en Cristo


En este penúltimo domingo del Tiempo Ordinario, las lecturas nos invitan a reflexionar sobre el final de los tiempos desde una perspectiva de fe y esperanza. El libro del profeta Daniel (12,1-3) nos presenta una visión apocalíptica de los últimos días, anunciando la protección de Dios sobre su pueblo y la resurrección de los justos. El Salmo 15 nos invita a confiar en el Señor como guía del camino de la vida: “Enséñanos, Señor, el camino de la vida”. La carta a los Hebreos (10,11-14.18) reafirma la suficiencia del sacrificio de Cristo como garantía de nuestra redención. Finalmente, el Evangelio según San Marcos (13,24-32) narra el discurso escatológico de Jesús, donde resuena la promesa de su venida gloriosa.


1. Libro del profeta Daniel 12,1-3

   Escrita durante el período de persecución bajo el rey Antíoco IV (siglo II a.C.), esta profecía ofrecía esperanza al pueblo judío en tiempos de tribulación. Habla de un futuro glorioso donde los justos resplandecerán como estrellas en el cielo, señalando la primera mención explícita de la resurrección en el Antiguo Testamento.


2. Salmo 15 

   Este salmo refleja una confianza inquebrantable en Dios, quien no abandona a sus fieles ni siquiera ante la muerte. Es una declaración de fe en la vida eterna que encuentra eco en el mensaje cristiano.


3. Carta a los Hebreos 10,11-14.18  

   Este pasaje, escrito hacia finales del siglo I d.C., destaca el carácter definitivo del sacrificio de Cristo, que supera los sacrificios repetidos de la Antigua Alianza. Nos recuerda que Cristo es el sumo sacerdote que nos lleva a la perfección.


4. Evangelio según san Marcos 13,24-32

   En este discurso, pronunciado antes de la Pasión, Jesús prepara a sus discípulos para el juicio final, pero con la certeza de que su palabra permanecerá para siempre. La imagen del Hijo del Hombre viniendo con gran poder y gloria inspira esperanza, no temor.


El Catecismo de la Iglesia Católica (CEC, 1042-1050) nos enseña que el juicio final es una revelación del sentido último de la historia y de la providencia divina. No es un evento para temer, sino un momento de plenitud en el que Dios restaurará su creación. La Iglesia también nos invita a vivir con espíritu de vigilancia activa (CEC, 672), comprometidos en la construcción del Reino de Dios aquí y ahora, especialmente mediante obras de caridad y justicia.


En este contexto, la VIII Jornada Mundial de los Pobres, bajo el lema "La oración del pobre sube hasta Dios" (cf. Sirácida 21,5), nos recuerda que la esperanza cristiana no es individualista, sino comunitaria. Nuestro compromiso con los más vulnerables es una expresión concreta de nuestra espera activa del Reino.


En este mes de noviembre, mientras celebramos nuestra identidad nacional, somos llamados a ser ciudadanos comprometidos con los valores del Evangelio: justicia, solidaridad y paz. Como cristianos panameños, estamos llamados a edificar una patria más justa y fraterna, donde la dignidad humana sea respetada.


   “La esperanza cristiana no se basa en la incertidumbre del futuro, sino en la certeza del amor de Dios que nos espera más allá de la historia”.

   Dejemos que la promesa de Cristo avive en nosotros un sentimiento de confianza profunda en que su victoria sobre el mal ya ha comenzado en nuestras vidas.

   Imaginemos al Hijo del Hombre viniendo en las nubes con poder y gloria, como una luz que ilumina todos los rincones de la tierra y que abraza a cada ser humano con su misericordia infinita.

   En este domingo, comprometámonos a una acción concreta: ayudemos a alguien necesitado, ya sea con nuestro tiempo, recursos o palabras. Esto puede incluir participar activamente en la Jornada Mundial de los Pobres o en iniciativas parroquiales que promuevan la caridad.


El Trigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario nos recuerda que la historia tiene un final glorioso en Cristo. No se trata de predecir fechas o temer el juicio, sino de vivir con la certeza de que somos parte del plan redentor de Dios. En palabras del Papa Francisco: “No nos cansemos de hacer el bien, pues a su tiempo cosecharemos” (Ga 6,9). Que este mensaje de esperanza nos inspire a vivir con un corazón agradecido y generoso.


Que María, Reina de la Paz, interceda por nuestra patria y nuestras familias, y que San Daniel, profeta de la esperanza, nos anime a caminar siempre hacia Cristo. ¡Amén!


Velen y oren, para que puedan presentarse sin temor ante el Hijo del Hombre. Lc 21,36


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