El Santísimo Nombre de Jesús:
Fuente de Esperanza y Salvación
Tiempo de Navidad – 3 de enero de 2025
Hoy celebramos con gozo el Santísimo Nombre de Jesús, un nombre que resuena en nuestros corazones como fuente de esperanza, redención y amor eterno. En arameo, Jesús se dice Yeshúa, que significa "Dios salva". Este nombre no es solo una palabra, sino una proclamación de la misión divina de nuestro Salvador: reconciliarnos con el Padre y darnos vida en abundancia.
Reflexión sobre la Palabra de Dios
En la primera lectura, tomada de la Primera Carta del apóstol San Juan (2,29–3,6), se nos recuerda que todo el que practica la justicia ha nacido de Dios. Este pasaje nos invita a contemplar la grandeza de ser hijos de Dios, un privilegio que no es mérito nuestro, sino un regalo inmerecido de su infinita misericordia. Ser hijos de Dios implica vivir en la gracia, alejándonos del pecado, para reflejar en nuestras vidas la santidad de aquel que nos ha llamado.
El salmo responsorial, el Salmo 97, nos invita a aclamar con júbilo al Señor. Su justicia, amor y fidelidad se manifiestan en toda la tierra. Este canto nos recuerda que nuestro Dios es digno de alabanza y adoración, porque su amor es eterno y su salvación está al alcance de todos los que lo buscan con corazón sincero.
Finalmente, en el Evangelio según San Juan (1,29–34), Juan el Bautista nos señala al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Este título nos remite al sacrificio de Cristo en la cruz, un sacrificio que se actualiza en cada Eucaristía. En el altar, Jesús se nos presenta nuevamente como el Cordero inmolado, ofreciéndose por nuestra salvación.
El Nombre que Salva y Sana
El nombre de Yeshúa no solo proclama que Dios salva, sino que también nos invita a experimentar esa salvación en nuestra vida cotidiana. Cada vez que pronunciamos el nombre de Jesús con fe, invocamos su presencia viva y transformadora. Es un nombre que sana nuestras heridas, fortalece nuestras almas y nos llena de esperanza en medio de las dificultades.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que el nombre de Jesús es el único que contiene la presencia que significa. Cuando decimos "Jesús", lo invocamos a Él mismo, quien está presente y actúa en nuestras vidas.
El Cordero de Dios en la Eucaristía
En cada Santa Misa, el sacerdote eleva la Hostia consagrada y proclama: "Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". En ese momento, somos invitados a reconocer a Jesús presente en la Eucaristía, a adorarlo con reverencia y a corresponder a su amor infinito.
Recibir al Señor en la comunión no es un acto rutinario; es un encuentro profundo con el Dios vivo. Para ello, es esencial estar en gracia de Dios, habiendo confesado nuestros pecados si fuese necesario, para que nuestro corazón sea un lugar digno donde Jesús pueda habitar.
Llamados a Vivir en la Luz de Cristo
Hoy, al contemplar el Santísimo Nombre de Jesús, somos llamados a renovar nuestro compromiso de vivir como hijos de Dios, practicando la justicia, la caridad y la humildad. Que cada día de este nuevo año sea una oportunidad para crecer en santidad, siguiendo las huellas del Cordero de Dios.
Confiemos nuestras vidas y nuestras almas a Jesús, poniendo en sus manos nuestras alegrías, preocupaciones y esperanzas. Que al invocar su nombre, experimentemos la paz que solo Él puede dar y nos convirtamos en testigos de su amor en el mundo.
Oración Final
Señor Jesús, Yeshúa, Cordero de Dios, enséñanos a reconocerte en cada Eucaristía, a adorarte con todo nuestro corazón y a recibirte dignamente en la comunión. Haznos instrumentos de tu amor y de tu paz, para que, viviendo en tu gracia, podamos reflejar tu luz en el mundo. Amén.
¡Feliz fiesta del Santísimo Nombre de Jesús!
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