29
AGO
2025

El Sacramento de la Unción de los Enfermos: Medicina del alma y del cuerpo



El Sacramento de la Unción de los Enfermos: Medicina del alma y del cuerpo

En medio de la fragilidad de la enfermedad y de la experiencia inevitable del sufrimiento, la Iglesia no abandona a sus hijos. Cristo, el Médico divino, dejó a su Esposa, la Iglesia, un sacramento especial para consolar, fortalecer y sanar: la Unción de los Enfermos.

Lejos de ser un rito de despedida o de muerte —como muchos equivocadamente piensan—, es un sacramento de vida, esperanza y fortaleza, que comunica la gracia del Espíritu Santo en los momentos de debilidad y prepara al cristiano para unirse más íntimamente con Cristo sufriente.

Fundamento bíblico

La Sagrada Escritura da testimonio claro de este sacramento:

  • “¿Está enfermo alguno de ustedes? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren por él y lo unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración hecha con fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados” (Santiago 5,14-15).

Desde los primeros tiempos, la comunidad cristiana entendió que la enfermedad no sólo afecta el cuerpo, sino también el espíritu, y que el enfermo necesita del consuelo y de la gracia de Dios.

Enseñanza de la Iglesia

El Catecismo de la Iglesia Católica enseña:

  • “La Unción de los Enfermos tiene como fin conferir una gracia especial al cristiano que experimenta las dificultades propias del estado de enfermedad grave o de la vejez” (CIC 1527).
  • “Con la sagrada Unción de los Enfermos y con la oración de los presbíteros, la Iglesia entera encomienda a los enfermos al Señor sufriente y glorificado, para que los alivie y los salve” (CIC 1499).

El Papa Francisco lo ha recordado muchas veces: “La Unción de los enfermos no es un sacramento sólo para los que están a punto de morir, sino para todos los que padecen una enfermedad grave. Es la presencia de Cristo que nos toca para darnos fuerza” (Audiencia general, 2014).

San Juan Pablo II, en su Carta Apostólica Salvifici Doloris, subrayó que la enfermedad y el sufrimiento adquieren sentido en Cristo: “En el sufrimiento está escondida una fuerza particular que acerca interiormente el hombre a Cristo, una gracia especial” (n. 26).

Los frutos de este sacramento

El Catecismo (CIC 1520-1523) resume los efectos principales de la Unción:

  1. La gracia de fortaleza, paz y ánimo para resistir las tentaciones y vencer el miedo a la muerte.
  2. La unión más íntima con Cristo sufriente que da sentido al dolor.
  3. El perdón de los pecados si el enfermo no pudo confesarse.
  4. La recuperación de la salud corporal, si conviene para la salvación.
  5. La preparación para el paso a la vida eterna, si es llegada la hora.

San Camilo de Lelis, patrono de los enfermos, decía: “El enfermo es el rostro de Cristo. Servirlo, consolarlo y acompañarlo es besar las llagas del Señor”.

¿Qué debe hacer la persona enferma?

El enfermo está llamado a vivir su situación con fe y esperanza. Puede:

  • Abrirse a la gracia de Dios, pidiendo el sacramento con confianza.
  • Ofrecer su dolor unido a la cruz de Cristo como oración por la Iglesia y por el mundo.
  • Preparar el corazón con la confesión sacramental, si puede, y con la comunión eucarística.
  • Mantener una actitud de confianza en el amor de Dios, sabiendo que nunca abandona.

¿Qué deben hacer los familiares de un enfermo?

La familia tiene un papel clave:

  • Acompañar con amor: la ternura y la paciencia son ya un reflejo de la caridad de Cristo.
  • Animar a la fe: recordar al enfermo que no está solo, que la Iglesia lo sostiene con su oración.
  • Facilitar el acceso a los sacramentos: avisar al párroco o a un sacerdote para que administre la Unción y, si es posible, la confesión y la comunión.
  • Crear un ambiente de oración y paz en el hogar o en el hospital, colocando un crucifijo, rezando juntos, confiando al enfermo a la Virgen María.

San Juan de Dios enseñaba: “El enfermo es el centro de nuestra casa; todo lo que hagamos debe estar orientado a su bien, tanto del cuerpo como del alma”.

¿En qué casos debo solicitar la Unción de los Enfermos?

Es recomendable pedir este sacramento:

  • Cuando una persona está en peligro por una enfermedad grave.
  • Antes de una operación de alto riesgo.
  • En el caso de ancianos cuya debilidad se acentúa, aunque no tengan una enfermedad grave.
  • Cuando un enfermo empeora, aun después de haber recibido ya la Unción.

No debe dejarse para el último momento, sino pedirse con serenidad para que el enfermo pueda participar conscientemente y recibir consuelo.

La Unción de los Enfermos es un abrazo de Cristo en la fragilidad, un sacramento que sana el corazón, fortalece la fe y abre el alma al cielo. No tengamos miedo de pedirlo ni de ofrecerlo a nuestros familiares.

Como decía Santa Teresa de Lisieux: “Todo es gracia”. Incluso en la enfermedad, Dios nos acaricia y nos sostiene con su amor”.

Bibliografía

  • Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 1499-1532.
  • Concilio Vaticano II, Sacrosanctum Concilium 73.
  • Juan Pablo II, Salvifici Doloris (1984).
  • Francisco, Audiencias Generales (2014).
  • Escritos de San Camilo de Lelis y San Juan de Dios.
  • Santa Teresa de Lisieux, Historia de un alma.

 Pbro. Alfredo Uzcátegui.


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