"El Pan de Vida y la
esperanza que renace"
Con fe viva, en el inicio del Cónclave y en el camino del Año Santo Jubilar
Hoy, en el corazón de la Iglesia, se vive una jornada profundamente significativa. Mientras en Roma los cardenales han iniciado el Cónclave para discernir, bajo la acción del Espíritu Santo, al nuevo Sucesor de Pedro número 267, la Palabra de Dios nos habla de esperanza en medio de la prueba, de misión en medio de la dispersión, y de vida que vence la muerte.
1. La persecución que se convierte en misión (Hechos 8,1-8)
La lectura de los Hechos de los Apóstoles nos muestra un momento doloroso: la muerte de Esteban y la posterior persecución que obliga a los cristianos a dispersarse. Sin embargo, ese aparente fracaso se convierte en una nueva oportunidad: “los que se habían dispersado iban de un lugar a otro anunciando la Palabra”. Entre ellos, Felipe anuncia a Cristo en Samaría, y el gozo estalla allí donde antes había dolor.
En esta escena contemplamos una enseñanza luminosa: cuando todo parece perdido, el Señor abre caminos nuevos. También hoy la Iglesia atraviesa desafíos: persecuciones, indiferencia, crisis de fe. Pero Dios no ha dejado de actuar. Y lo hace a través de nosotros, sus hijos, cuando nos decidimos a anunciarlo sin miedo.
2. Jesús, Pan de Vida y garantía de resurrección (Juan 6,35-40)
El Evangelio nos conduce al corazón del mensaje pascual: Jesús es el Pan de Vida, y quien cree en Él tiene la vida eterna. En un mundo hambriento de sentido, fatigado por tantas promesas vacías, Cristo se presenta como el único alimento que sacia el alma y abre las puertas de la esperanza: “El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás”.
Además, nos ofrece una certeza firme: “Esta es la voluntad del Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en Él, tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día”. Esta promesa da consistencia a nuestra fe. No caminamos hacia la nada, sino hacia la plenitud de la vida con Dios.
3. Las obras del Señor son admirables (Salmo 65)
En este contexto, el Salmo nos invita a la alabanza: “Aclama al Señor, tierra entera; las obras del Señor son admirables”. Hoy más que nunca, cuando el mundo parece dominado por el caos y la desesperanza, la Iglesia está llamada a ser testigo de las maravillas de Dios. Y cada fiel puede ser un instrumento de esa obra admirable.
4. Vivir el Año Santo Jubilar en clave de esperanza
Este Año Santo Jubilar es un tiempo de gracia para renovar nuestra fe, vivir con esperanza y salir con valentía a evangelizar. Estamos llamados a redescubrir la belleza de los sacramentos, la riqueza del perdón, y la fuerza de la oración. Visitar los templos jubilares, vivir las indulgencias, reconciliarnos con Dios y con los hermanos: todo esto nos prepara para vivir como discípulos misioneros del Resucitado.
5. Una oración por el nuevo Papa
Hoy, mientras se reúne el Colegio Cardenalicio en la Capilla Sixtina, oremos con fe y unidad. El mundo necesita un Papa que escuche al Espíritu, que confirme a sus hermanos en la fe, y que camine junto a los hombres y mujeres de este tiempo con ternura, firmeza y valentía evangélica.
Que el Espíritu Santo inspire a los cardenales y que, como Pedro en Galilea, el nuevo Papa pueda escuchar de Jesús: “Apacienta mis ovejas”.
Pensamiento del día
“No tengas miedo de las tormentas. A menudo, es allí donde Dios hace germinar las semillas de una misión nueva”.
Acción jubilar sugerida
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