Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas, y no permitas que nos derrote el enemigo. Sálvanos, Dios de Israel, de todas nuestras angustias. Sal 24,6.2.22
El Llamado a la Conversión y la Misericordia
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
En este miércoles de la primera semana de Cuaresma, nos reunimos en un espíritu de penitencia y renovación, caminando juntos hacia la Pascua. La liturgia de hoy nos invita a contemplar el poder transformador de la Palabra de Dios y la infinita misericordia del Señor, a través de las lecturas del libro del profeta Jonás y del Evangelio según San Lucas.
Jonás 3, 1-10: La Obediencia y la Conversión En la primera lectura, el profeta Jonás es enviado por segunda vez a Nínive, esta vez obedeciendo la llamada de Dios. Su predicación de arrepentimiento no es una palabra de condena, sino una invitación a la conversión que resuena con urgencia y esperanza. Sorprendentemente, los ninivitas, desde el más grande hasta el más pequeño, responden con ayuno y vestidos de cilicio, símbolos potentes de humildad y penitencia. Este pasaje nos recuerda que ningún corazón está más allá del alcance de la gracia de Dios. Incluso una ciudad entera, conocida por su corrupción, puede volverse hacia Dios cuando escucha su llamado.
Salmo 50: Un Corazón Contrito El Salmo 50 refuerza este mensaje con el verso "A un corazón contrito y humillado, oh Dios, tú no despreciarás". Este salmo es un canto profundo de arrepentimiento que nos enseña que lo que Dios desea no son sacrificios externos, sino un corazón verdaderamente arrepentido y dispuesto a la conversión.
Lucas 11,29-32: La Señal de Jonás En el Evangelio, Jesús presenta la "señal de Jonás" como un signo para esta generación. Así como Jonás se convirtió en una señal para los ninivitas, Jesús es la señal definitiva para nosotros. Él llama a una conversión aún más profunda, advirtiendo que en el juicio, los ninivitas se levantarán porque respondieron al llamado de Jonás, mientras que algo "más grande que Jonás está aquí".
Viviendo el Año Santo Jubilar En este Año Santo Jubilar, estamos llamados a redescubrir y vivir más profundamente el jubileo como un tiempo sagrado de reconciliación y gracia. Este tiempo nos invita a abrir nuestros corazones, a dejar atrás nuestro pasado y a mirar hacia un futuro lleno de esperanza. La conversión y la reconciliación que experimentamos en nuestro interior se deben reflejar en cómo tratamos a los demás y cómo vivimos nuestra fe en la comunidad.
San Gregorio de Nisa Hoy también celebramos la memoria de San Gregorio de Nisa, un gran teólogo cuyo pensamiento ayudó a moldear la doctrina de la Iglesia. San Gregorio de Nisa, uno de los Padres Capadocios y un influyente teólogo y filósofo, vivió aproximadamente entre los años 335 y 395 después de Cristo. Su memoria litúrgica se celebra el 9 de marzo en la Iglesia Católica, honrando su contribución significativa a la teología cristiana, especialmente en sus escritos sobre la espiritualidad y la mística.
Una frase célebre de San Gregorio de Nissa que resuena con nuestra reflexión cuaresmal es:
"Considera que la perfección del amor cristiano es no poner límites a la gracia: no amar a alguien hasta este punto o hasta ese momento, sino entregarse a Dios por completo."
Esta frase encapsula la esencia de su pensamiento sobre la constante evolución del alma hacia Dios, enfatizando que nuestra jornada espiritual y nuestro amor deben ser ilimitados y siempre en crecimiento, particularmente en un tiempo de renovación espiritual como la Cuaresma.
San Gregorio enseñó que la vida cristiana es un constante progreso hacia la perfección, un viaje de transformación que nunca termina. Su vida y enseñanzas pueden inspirarnos a buscar una continua renovación espiritual, especialmente en este tiempo de Cuaresma.
En conclusión, hermanos y hermanas, la Cuaresma nos ofrece la oportunidad de hacer una pausa, reconsiderar nuestro camino espiritual y profundizar en nuestra relación con Dios. Respondamos al llamado a la conversión con un corazón contrito, sabiendo que cada paso que damos hacia Dios es un paso hacia una vida renovada y llena de esperanza. Que este tiempo de Cuaresma sea para nosotros un verdadero jubileo, un tiempo para experimentar y compartir la misericordia y el amor redentor de Dios.
Que Dios les bendiga abundantemente en su caminar cuaresmal.
En Cristo, Padre Alfredo Uzcátegui.
Todavía es tiempo, dice el Señor. Arrepiéntanse de todo corazón y vuélvanse a mí, que soy compasivo y misericordioso. Jl 2,12-13
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