18
AGO
2025

El Libro de los Jueces: Juzgar y Juicio a la luz de la Biblia



El Libro de los Jueces: Juzgar y Juicio a la luz de la Biblia

El Libro de los Jueces forma parte de los llamados Libros Históricos del Antiguo Testamento (Josué, Jueces, Rut, Samuel, Reyes, Crónicas, Esdras, Nehemías). Se sitúa en el período comprendido entre la muerte de Josué y el inicio de la monarquía en Israel (aproximadamente entre los siglos XII y XI a.C.). Es una etapa de transición, donde el pueblo de Israel todavía no tiene reyes, sino que es guiado por jueces levantados por Dios.

El texto refleja una estructura cíclica: el pueblo peca alejándose de la Ley, Dios permite la opresión por enemigos, Israel clama, y el Señor suscita un juez que lo libera. Una vez fallece el juez, el ciclo vuelve a comenzar (cf. Jue 2,11-19).

El Juez según la Biblia

En la mentalidad actual, un juez es un magistrado que dicta sentencias. En la Biblia, el término juez (hebreo: shofet) tiene un sentido mucho más amplio.

  • Guía carismático: no era un funcionario de un tribunal, sino un hombre o mujer escogido por Dios para guiar al pueblo en tiempos de crisis.
  • Liberador y caudillo militar: conducía a Israel en la lucha contra los enemigos (ejemplo: Gedeón, Sansón).
  • Mediador de la Alianza: recordaba al pueblo la fidelidad a la Ley de Moisés y al Dios que los había liberado de Egipto.

En este sentido, los jueces eran más cercanos a líderes carismáticos y pastores del pueblo que a jueces jurídicos en el sentido moderno. Su autoridad provenía directamente de Dios, no de una institución humana.

Juzgar y Juicio en la Biblia

La palabra juicio en la Escritura no se limita a tribunales humanos. Tiene tres dimensiones:

  1. Dimensión legal: resolver conflictos y aplicar la justicia según la Ley (cf. Dt 16,18-20).
  2. Dimensión moral y espiritual: juzgar implica discernir entre el bien y el mal, la fidelidad o la infidelidad a la Alianza (cf. Miq 6,8).
  3. Dimensión escatológica: el juicio definitivo pertenece a Dios, quien juzgará a las naciones y a cada persona según sus obras (cf. Sal 96,10.13; Mt 25,31-46).

El juez humano participa de la misión de Dios, que es el verdadero Juez del mundo. Por eso, el pueblo pedía jueces que actuaran con rectitud: «Juzgaréis con justicia a vuestro prójimo» (Lev 19,15).

Relación con los Mandamientos

El Decálogo (Ex 20,1-17; Dt 5,6-22) es la base del discernimiento moral de Israel. El juez, al juzgar, debía recordar y aplicar los Mandamientos:

  • Proteger la vida (No matarás).
  • Salvaguardar la familia y la fidelidad (No cometerás adulterio).
  • Respetar los bienes (No robarás).
  • Evitar la mentira y la injusticia en los juicios (No darás falso testimonio).

El ejercicio de juzgar no era solo administrativo, sino una aplicación práctica de la Ley de Dios a la vida del pueblo.

Relación con la Ley de Moisés

La Torá (Ley de Moisés) es el marco jurídico, moral y religioso dentro del cual actuaban los jueces.

  • El juez debía ser fiel a la Ley, porque en ella estaba contenida la voluntad de Dios (cf. Dt 17,8-13).
  • Juzgar significaba recordar la Alianza y conducir al pueblo a la fidelidad.
  • Los jueces no dictaban nuevas leyes, sino que aplicaban la Ley de Moisés en situaciones concretas, especialmente frente a la idolatría y la injusticia social.

En este sentido, los jueces eran guardianes de la Alianza y custodios de la justicia divina.

Relación con los Profetas

Los profetas que vendrán después asumen una misión similar a la de los jueces:

  • Denunciar la idolatría y la injusticia (cf. Is 1,17; Jer 22,3).
  • Recordar al pueblo su vocación de santidad.
  • Anunciar el juicio de Dios sobre los opresores y sobre quienes se apartan de la Ley.

Mientras que los jueces actuaban sobre todo en el plano militar y jurídico, los profetas profundizarán la dimensión espiritual y ética del juicio. Ambos ministerios se complementan en la historia de la salvación.

Enseñanza para hoy

El Libro de los Jueces nos recuerda que:

  • Dios es el verdadero Juez de la historia, y sus juicios son justos y rectos.
  • La autoridad humana, incluida la judicial y política, debe ejercerse en fidelidad a la Ley de Dios y con servicio al bien común.
  • El juicio no es solo condena: es también discernimiento, corrección y camino hacia la conversión.
  • Jesús llevará a plenitud esta misión: Él es el Juez justo y misericordioso (cf. Jn 5,22; 2 Tim 4,8).

El Libro de los Jueces nos enseña que juzgar es un servicio a la vida y a la justicia según la Ley de Dios. Los Mandamientos, la Ley de Moisés y los Profetas encuentran en la figura del juez un punto de unión: la misión de custodiar la fidelidad del pueblo a la Alianza.

Hoy, la Iglesia continúa este llamado, recordando que el juicio último pertenece a Cristo, quien vendrá a juzgar a vivos y muertos, no para destruir, sino para dar vida y establecer la justicia definitiva de Dios.

 Pbro. Alfredo Uzcátegui.


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