07
ENE
2025

El amor de Dios: Fuente de esperanza para el nuevo año jubilar

El amor de Dios: Fuente de esperanza para el nuevo año jubilar


Bendito el que viene en nombre del Señor. El Señor es Dios, Él nos ilumina. Sal 117,26-27


Martes después de la Epifanía del Señor
Tiempo de Navidad – Memoria de San Raimundo de Peñafort

El amor de Dios: Fuente de esperanza para el nuevo año jubilar

Hoy, la liturgia nos regala una reflexión profunda sobre el amor de Dios y su poder transformador en nuestra vida. En este tiempo de Navidad, cuando seguimos contemplando el misterio de la Encarnación, la Palabra de Dios nos invita a renovar nuestra esperanza y nuestro compromiso como peregrinos en este Año Jubilar 2025, bajo el lema Peregrinos de Esperanza.

El amor de Dios en la primera lectura

San Juan, en su primera carta (4,7-10), nos recuerda que el amor tiene su origen en Dios. “Queridos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios”. Este amor no es una idea abstracta; es un amor que se manifiesta en Jesucristo, quien fue enviado al mundo para que tengamos vida por él. La Iglesia, a través de su Magisterio, nos enseña que este amor de Dios es el fundamento de nuestra fe y nuestra esperanza. El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice: “El amor de Dios es eterno y fiel” (CIC 220). Este amor nos llama a responder amando a los demás con la misma generosidad.

La compasión de Jesús en el Evangelio

El Evangelio de San Marcos (6,34-44) nos muestra a Jesús mirando a la multitud con compasión porque “eran como ovejas sin pastor”. Este gesto de compasión se traduce en acción: Jesús alimenta a miles de personas con apenas cinco panes y dos peces. Este milagro no solo satisface el hambre física, sino que también es un signo del alimento espiritual que Jesús nos ofrece a través de su Palabra y la Eucaristía.

El Papa Francisco nos recuerda en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium que “la compasión de Jesús no es una emoción pasajera, sino una decisión activa de acercarse al sufrimiento del otro y aliviarlo” (EG 88). En este Año Jubilar, estamos llamados a imitar esta compasión siendo instrumentos de esperanza en nuestro entorno.

El Salmo 71: Una oración de esperanza universal

El Salmo responsorial de hoy proclama: “Que te adoren, Señor, todos los pueblos”. Esta visión universal nos recuerda que el amor y la salvación de Dios no tienen fronteras. En este Jubileo, como Iglesia, estamos llamados a ser testigos de esta esperanza universal, promoviendo la unidad y la paz entre las naciones y las comunidades.

 

San Raimundo de Peñafort: Un ejemplo de entrega y sabiduría

Hoy celebramos la memoria de San Raimundo de Peñafort, sacerdote de la Orden de Predicadores (Dominicos) y eximio maestro en derecho canónico. Este santo es reconocido por su profunda sabiduría y su dedicación al servicio pastoral, destacándose como confesor y maestro en la fe. Su vida nos invita a reflexionar sobre la importancia del sacramento de la Reconciliación y a ser ministros de la misericordia y la verdad.

San Raimundo de Peñafort, presbítero de la Orden de Predicadores, insigne maestro en derecho canónico, escribió de manera acertada sobre el sacramento de la penitencia. Fue elegido maestro general de la Orden y preparó la redacción de las nuevas Constituciones. Llegado a una edad avanzada, descansó en el Señor en la ciudad de Barcelona, España. († 1275)

San Raimundo es el patrono de los abogados, especialistas en derecho canónico y de las ciudades de Barcelona y Navarra en España.

El nombre Raimundo significa "protector" o "buen consejero" y tiene origen germánico, un reflejo de las virtudes que este santo encarnó a lo largo de su vida.

San Raimundo dedicó su vida a guiar a los fieles hacia la reconciliación con Dios, destacándose como confesor y pastor de almas. Su ejemplo nos inspira a redescubrir la riqueza del sacramento de la Reconciliación, especialmente en este Año Jubilar, un tiempo propicio para recibir la gracia y el perdón de Dios.

Aplicar la Palabra a nuestra vida

  1. Vivir el amor en lo cotidiano: El amor de Dios debe ser el motor de nuestras acciones diarias. Preguntémonos: ¿Cómo puedo ser signo del amor de Dios para quienes me rodean? Quizá sea a través de un gesto de generosidad, una palabra de ánimo o simplemente escuchando a quien lo necesita.
  2. Practicar la compasión: Siguiendo el ejemplo de Jesús, acerquémonos a los que sufren. En este Jubileo, hagamos un esfuerzo por ayudar a los pobres, los enfermos y los marginados. Recordemos que cada pequeña acción cuenta cuando se hace con amor.
  3. Alimentarnos del Pan de Vida: El milagro de la multiplicación de los panes nos invita a valorar la Eucaristía como el alimento que nos fortalece en nuestra peregrinación de fe. Participemos con mayor frecuencia en la Santa Misa y hagamos de la Eucaristía el centro de nuestra vida cristiana.
  4. Ser misioneros de esperanza: Como Peregrinos de Esperanza, llevemos el mensaje del Evangelio a todos los rincones de nuestra vida. En el trabajo, en la familia y en la comunidad, seamos testigos de que Dios está con nosotros y nos llama a un futuro lleno de esperanza.

 

En este tiempo de Navidad y en este Año Jubilar 2025, renovemos nuestro compromiso de vivir como verdaderos hijos de Dios, amando y sirviendo a los demás con corazón generoso. Que la compasión de Jesús, el amor del Padre y la guía del Espíritu Santo nos impulsen a ser luz en medio del mundo. Que San Raimundo de Peñafort interceda por nosotros para que podamos ser fieles en nuestra misión de construir un mundo más justo y lleno de esperanza. Que, por la intercesión de San Raimundo de Peñafort, aprendamos a ser instrumentos de reconciliación y misericordia en nuestras comunidades.

¡Que te adoren, Señor, todos los pueblos!

 

El Señor me ha enviado para anunciar a los pobres la buena nueva y proclamar la liberación a los cautivos. Lc 4,18

 


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