Eres Justo Señor, y rectos son tus mandamientos; muéstrate bondadoso con tu siervo. Sal 118, 137-124
Domingo XXIII del Tiempo Ordinario:
La Palabra que Sana y Transforma
Lecturas:
- Primera Lectura: Isaías 35, 4-7
- Salmo: 145 (146), 7-10
- Segunda Lectura: Santiago 2, 1-5
- Evangelio: Marcos 7, 31-37
El vigésimo tercer domingo del Tiempo Ordinario nos presenta una serie de lecturas que resaltan la promesa de Dios de liberar y restaurar a su pueblo. Estas palabras, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, convergen en una enseñanza central: el poder sanador de Dios que transforma tanto el corazón como el cuerpo, y la llamada a no discriminar ni excluir, sino a vivir con fe y justicia.
Primera Lectura: Libro del Profeta Isaías 35, 4-7
El profeta Isaías dirige sus palabras a un pueblo que vive en angustia y miedo: "Digan a los de corazón apocado: ‘¡Ánimo! No teman. He aquí que su Dios viene en persona’". Esta promesa es una visión de esperanza y restauración. Isaías profetiza una era de liberación en la que los ciegos verán, los sordos oirán, los cojos saltarán y los mudos cantarán de alegría. Dios se manifiesta como el Salvador que no solo trae justicia, sino también sanación y renovación. Estos milagros son un signo del reino de Dios en el cual la vida, la plenitud y la alegría reemplazan el sufrimiento.
La Iglesia Católica enseña que las profecías de Isaías encuentran su cumplimiento pleno en Jesucristo, quien es el Mesías esperado. El Catecismo de la Iglesia Católica (CEC 713) afirma que Cristo cumple las profecías que anuncian la venida del Salvador. Él es el rostro visible del Dios que salva y restaura, cumpliendo la promesa de Isaías.
Salmo 145 (146): 7-10
El salmista alaba a Dios por ser fiel a sus promesas, quien "hace justicia a los oprimidos" y "da pan a los hambrientos". Este salmo resalta el carácter misericordioso de Dios, que no se olvida de los pobres, los cautivos y los débiles. Es un himno de confianza en el poder liberador y sanador de Dios.
Segunda Lectura: De la carta del apóstol Santiago 2, 1-5
La carta del apóstol Santiago nos ofrece una enseñanza clara sobre la imparcialidad y la justicia. Santiago reprende a la comunidad cristiana por mostrar favoritismo hacia los ricos y despreciar a los pobres. La verdadera fe no hace distinciones entre personas basadas en su apariencia o posición social, sino que se manifiesta en el trato justo y amoroso hacia todos, especialmente hacia los más humildes.
La Iglesia enseña que todos los seres humanos tienen una dignidad intrínseca por haber sido creados a imagen y semejanza de Dios (CEC 1934). Como seguidores de Cristo, estamos llamados a reconocer y respetar esta dignidad en cada persona, sin discriminación. La fe debe ser acompañada de obras de justicia y amor hacia los demás (CEC 2447).
Evangelio según San Marcos 7, 31-37
El Evangelio de hoy presenta la historia de Jesús sanando a un hombre sordomudo. Con un gesto íntimo y personal, Jesús toca los oídos y la lengua del hombre, diciendo "¡Effetá!", que significa "Ábrete". El hombre es sanado inmediatamente, y las multitudes que presencian este milagro están asombradas, proclamando: "Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos".
En este pasaje, la Iglesia ve el cumplimiento de las profecías de Isaías. Jesús es el Mesías que trae la sanación y la salvación prometida. La sanación del sordomudo es un signo del poder transformador de Cristo, no solo a nivel físico, sino también espiritual. El rito del "Effetá" se conserva en la liturgia del Bautismo, donde se simboliza la apertura del corazón y los sentidos a la palabra de Dios (CEC 1235).
Jesús es el Mesías prometido que sana nuestras dolencias y restaura nuestra dignidad. Su poder transformador nos invita a abrir nuestros corazones y oídos a su Palabra que libera y salva.
Que el asombro y la gratitud llenen nuestros corazones al contemplar el amor de Dios, que no hace acepción de personas y que siempre está dispuesto a sanar nuestras heridas más profundas.
- Reflexiona sobre cómo tratas a las personas en tu vida diaria. ¿Muestras favoritismo o te esfuerzas por tratar a todos con la misma dignidad y respeto?
- Practica la justicia y la misericordia. Busca maneras concretas de ayudar a quienes son más vulnerables en tu comunidad, reconociendo en ellos el rostro de Cristo.
- Dedica un tiempo para leer la Palabra de Dios y deja que esta abra tus sentidos y tu corazón a lo que Él quiere decirte hoy.
Este Domingo, Dios nos invita a ser partícipes de su reino de justicia y sanación. Abramos nuestros corazones y oídos a su mensaje, permitiendo que su gracia nos transforme para ser verdaderos testigos de su amor en el mundo.
Jesús Predicaba el Evangelio del Reino y curaba las enfermedades y dolencias del pueblo. Mt 4, 23
La fe mueve todo aquello a lo que enfocamos este caso la parte física también encontramos personas espiritualmente enfermas dudosos todo llega en los tiempos de nuestro amado Dios mediante la oración al Padre todo es posible marcando la fe dentro de la congregación en donde nos reunimos, orar siempre es la clave.
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